viernes, 9 de enero de 2009

Obsequio

Capitulo III

El bullicio se elevaba hasta las resplandecientes arañas de cristal en el techo, iluminando de lleno el salón repleto de multitud de gente y decorado hasta el último rincón. Telas finas adornaban colgando en las paredes y cruzando el techo en tonalidades doradas, rojos y purpuras, los colores de las festividades. Toda la aristocracia de la región se hallaba reunida en el baile que lord Yawa hubiera organizado. Se podía respirar la clase y la distinción. Docenas de vestidos se alzaban alrededor de las damas aristocráticas revestidas de brillantes y alhajas acompañadas, por supuesto, de caballeros de la más alta distinción. Hombre y Mujeres que se codeaban en los escalones más altos de la nobleza.

Dos Mesas alargadas se dispusieron en la parte derecha de la galería, repletas de suculentos platillos, de fruta frescas y postres, a la mano de cualquier invitado hambriento. Alrededor de los pilares y contra las paredes tapizadas sillas, sofás antiguos y asientos eran ocupados en su mayoría por los invitados que disfrutaban el brillante recital de la orquesta que animaba el baile, encabezada por Lady Haruka, la hermosa solista. Como ya lo hubiese imaginado Satoshi al escucharla hablar la primera vez, Haruka era dueña de una voz privilegiada, que entonaba alegremente los claros de la copla y alcanzaba las notas más altas con relativa facilidad. Hasta el habían llegado los rumores de su extraordinario talento para el canto. Pero lo que impresionaba al noble, pese a que intentaba concentrar su atención en la cantante, eran las notas magistralmente interpretados varios lugares atrás de la espalda de Haruka.

Miro el apacible rostro de Kasumi mientras hacía chirriar las cuerdas del violín en una enérgica composición. Con su mentón descansando sobre el instrumento de caoba, sus dedos saltaban sobre las cuerdas mientras su otra mano mecía graciosamente el arco, arrancando armoniosos sonidos que le enternecían el alma tanto como la joven misma. Era justo decir que si Haruka podría hacer llorar a los violines, Kasumi los podría hacer reír.

-¿impresionante verdad milord?- le susurro al oído Sir Yawa, imaginando que el gesto de fascinación de satoshi era ocasionado por la interpretación de su hija mayor-Haruka canta como los ángeles-

-Impresionante, goza de mucha soltura, se le ve muy relajada entre tanta concurrencia-

-De cierto modo siempre le ha gustado ser el centro de atención-

- pero debo agregar que Lady Kasumi es bastante diestra también-
-Es habilidosas en el tema de las artes Milord- agrego Kenji sumándose a la conversación de su padre y futuro cuñado-

-Eso puedo apreciar-

-Así como Hakura es experta en el manejo de la etiqueta y la parafernalia, sin duda será una esposa ideal- suspiro- lo que le sobra a Haruka de talento le falta a Kasumi en disciplina- sonrió maliciosamente al comparar a sus hijas- mira que ni a punta de “reprimendas” he hecho entrar en cintura a esa criatura.

-siempre has menospreciado a Kasumi padre.-

-y tú has sobreprotegido a tu hermana, el seminario te ha hecho demasiado piadoso -suspiro-aunque creo que yo también me estoy ablandando con los años, mira que hoy he evitado magullar mucho sus hombros para que no le fuese tan trabajoso tocar el violín.
Volvió a mirar a la joven violinista notando en ella una clara mueca de incomodidad. Le parecían incivilizados los barbáricos medios con los que Sir Yawa educaba a sus hijas, como intentaba romper el rebelde espíritu de su hija menor, como seguro y ya lo habría logrado con Lady Haruka. Incapaz de seguir escuchando la conversación ni un segundo mas, se disculpo con los caballeros y abandono su asiento acercándose a la orquesta que justo acababa la sinfonía e invito a su “prometida” a bailar.

La orquesta comenzó a tocar el soneto alegre que sin duda invitaba a la audiencia a danzar el minuet , entre murmullos y risas apagadas los invitados formaron círculos dentro de la pista de baile, y con estéticos movimientos la multitud formo las 12 figuras, alternando entre parejas y formas, entre pasos y miradas, entre movimientos elegantes y de coqueteos inocentes se llevaron a cabo los giros y las reverencias, la miradas provocadoras y los ofrecimientos mudos, los sutiles flirteos que contenían los leves contactos de la coreografía.
Noto la intensidad con que lo miraban las doncellas mas jóvenes y el ansia entre las damas mas experimentadas sin saber cual le causaba mas hilaridad. Finalmente volvió a retomar a la pareja con la cual había comenzado, viendo la agitada e inusualmente extasiada. Entrelazo sus dedos con los de ella en lo alto, creando un arco por donde desfilaban las demás parejas y cuando llego su turno la tomo feroz mente por la cintura y la hizo caminar casi unido a el. Decir que la calidez de su cuerpo no le apetecía seria mentir. Haruka representaba su ideal de mujer: bella, educada, formal y sumamente atractiva. Imaginaba ya su noche de bodas, la apasionada entrega y la cálida conjunción de sus cuerpos.

-Es un magnifico bailarín, milord-

-y usted una excelente compañera-
Continuaron dando vueltas hasta el final de la melodía que culminaba con una enfática nota alta del contra bajo. La música seso y las parejas se desperdigaron alrededor del salón.

-¿Podría disculparme un momento? Acabo de ver a algunos invitados que desearía atender y presentarle antes de que acabe la velada-
Encogió los hombros y beso su mano agregando

-no soy un buen conversador. Se una buena anfitriona y atiende a tus invitados-
La miro alejarse en dirección al grupo donde su padre mantenía una charla con un hombre de su edad, dos damas entradas en años y una mucho más joven, probable amiga de Hakura.
Tomo la copa que un mozo le ofrecía y la llevo hasta sus labios, relajando los músculos alborotados por el baile. El repentino enfriamiento de su cuerpo le recordó el deseo intermitente que había cruzado su cabeza antes del baile. Busco entre la multitud el inconfundible cabello cobrizo de la pequeña Kasumi. Le era imperante encontrarla y entablar una conversación con ella aunque ignoraba la razón de aquel anhelo. Era increíblemente ameno charlar con esa criatura divina. Ella le había comentado que las fiestas que su padre ofrecía no eran de su total agrado al igual que sus amistades. La idea de que alguna situación la incomodara le producía una angustia terrible y ansiaba por cualquier medio evitárselo.
Recorrió la galería entera sin ver algún indicio de su presencia, desde que bajara del estrado de la orquesta después del recital de su hermana le había perdido la pista. El pensamiento de no verla esa noche lo desanimo de sobre manera y arraso con su buen humor. Bebió de un trago el resto de la copa y apunto de pensar en reunirse de nuevo con Hakura, vio atreves de un ventanal, vio pasear al pequeño ángel por el jardín. La miro deambular entre las jardineras hasta sentarse en un banco labrado en piedra.

-Temí que te hubieras retirado de la fiesta-
La ronca voz le provoco un suave escalofrió que escalo por su espalda hasta su nuca y un tenue sonrojo en sus mejillas.

-Milord…-

-Creí que ya habíamos dejado las formalidades-

-Es difícil romper los hábitos-

-Perdona si lo dudo- contesto levantando una ceja-Me es difícil creer que te cueste tanto romper una regla –

Suspiro entre el alivio y una nueva ola de vergüenza. Apartando los ojos de su intensa mirada sumergiéndose en el vacio de la noche.

-Supongo que me lo merezco después de lo de ayer-

-¿Qué haces afuera?-

-Disfruto de las estrellas-
Se acerco a ella y levanto el rostro observando el firmamento rociado de chispas brillantes y de una luna llena y hermosa. Gozo del silencio y la compañía de tan relajante actividad, olvidándose del bullicio que acompañaba la fiesta. Sintió la helada brisa que corriera entre ambos recogiendo las fragancias florales a su alrededor. Rosas, tulipanes, jazmines y Lavanda. Existía otro aroma mas frtal ¿Fresas o tal vez Fruta de la pasión?
Se volvió a ella, un poco culpable de retenerla lejos de la fiesta pero al mismo tiempo complacido de hacerlo.

-¿Te gustaría Bailar?-

-No bailo milord-

-Eso es imposible- dijo negando con la cabeza, detuvo el gesto de golpe y levanto una ceja abiertamente divertido- ¿no sabes bailar?-

-Por supuesto que sí- levanto el mentón encarándolo mientas sonrojo subió un poco mas de tono y sus ojos vagaron fuera de alcance–pero… no puedo-

Espero un segundo pero entendió que debía explicarse.
-Es una… actividad físicamente imposible para mí-

La escudriño por un segundo, parecía ligera y sumamente grácil, la había observado caminar moviendo cadenciosamente cada musculo sutilmente. Volvió a negar y le ofreció la mano.

-Eso hay que verlo- dio un paso hacia ella y ella retrocedió uno más, agitando las manos frente a él.

-Se lo aseguro milord, no es buena idea-

-no le temo a un par de pisotones-

-Un pisotón seria lo mejor que podría pasar- tomo la mano que le ofrecía cerrándola en un puno y empujándola hacia el- Le ruego que no insista-

El desaire le tomo por sorpresa, mucho más irritante de lo que merecía. Respiro profundamente alejando la sensación. Una copa de vino y ya se sentía demasiado sensible.

-Entonces ¿que deseas hacer?-

-¿Disculpe?-

-Si no deseas bailar ¿Qué desearías hacer en este momento?-

-La verdad- asintió alentándola a responder- Me encantaría que fuéramos a mi habitación-
Golpeo su labios con las manos al escuchar lo que acababa de decir, mientras el color escarlata se encendía alimentado de la risa ronca que rompía la calma de la noche.
-Quiero…Quiero decir me gustaría que me acompañara a mi habitación… ¡¡NO!! No es a lo que me refería –tartamudeo aumentando el sonrojo hasta el nacimiento del cabello- Quiero decir que me escoltara hasta mi habitación… oh ¡¡Odio estas fiestas!! Me sacan de mis casillas-

Escondió el rostro tras sus manos intentando ahogar la mortificante presión de vergüenza que la recorría de pies a cabeza, deseando que la oscuridad y la inconsciencia la engulleran sin dejar rastro de ella en la faz de la tierra pero contrario a lo que pedía fue envuelta en un cálido abrazo que la mantuvo en su lugar en medio de la fría noche y alarmantemente cerca del tibio pecho que ronroneaba de hilarante placer. La oscuridad de la noche fue intercambiada por los pliegues de seda de la capa que lograban esconderla de la vista de la fiesta, los invitados o cualquier otra cosa que no perteneciera al protector encierro de sus brazos. Noto el suave toque de las palmas sobre su espalda atrayéndola cuidadosamente a él y la increíble sensación de paz y confort pese al miedo que la mantenía paralizada en su lugar. Debía alejarse, dar un paso atrás y romper el contacto pero tal vez el no se lo permitiera o peor aún, tal vez le permitiría apartarse.

-Es la propuesta más tentadora que he recibido pero por mucho que me disguste temo que debo negarme-

- Discúlpame por favor, no sé lo que digo, papa tiene razón soy una impertinente que no usa la cabeza para pensar….-

-Tranquila, ángel- le dijo mientras apartaba un mechón y acercaba los labios a su frente dejando el rastro de un tierno beso. La miro complacido de la inocencia inquebrantable que poseía determinado a protegerla el mayor tiempo posible. Cedió dándole un poco de espacio y un momento para respirar. –Si aun deseas que te escolte a tu alcoba…-

-Por supuesto-
Ofrecio su brazo dirigiéndola adentro dejando atrás las estellas, la noche y a una pareja escondida en la oscuridad.