viernes, 24 de abril de 2009

Cuarentena


ATENCION
Por alguna razon fuera de mi comprension, ya sea la mano del caprichoso destino, la alineacion de los planetas o por mi pura y mala suerte, he caido indefensa de una de las mas malciosa y terribles enfermedades de la infancia....La varicela.


!!!¿PUEDEN CREERLO?!!!

A mis 22 años estoy postrada en una cama, aislada, con una bendita bata de hospital de un color que la humanidad aun no ha logrado catalogar y rogandole a mis enfermeras que me permitan colarme a internet de contrabando por la red de la clinica

UFFFF... bueno a lo que voy es que estare incomunicada por 15 dias por lo menos, pero con una mega actualizacion para medaidos de Mayo.

Chicas quiero saber mas de ustedes que parece que se fueron de viaje o se las trago la tierra. Me aferro como puedo a mi blog que aunque con muy dilatadas actualizaciones aun conserva un alo de vida.

Recuerden que las quiero muchisimo y espero se reporten pronto.


ATTENTAMENTE

Una Muy enronchada Blue.

viernes, 13 de marzo de 2009

Esta Historia va dedicada a una buena amiga y a su hacendencia tan especial.
Nely eres un amor y una magnifica amiga.
Ya sabes como se me dan los bloqueos, solo espero que te guste.

A mis demas queridicimmas lectoras y porsupuesto a mi amadisimo Clan, preparence para un maraton de capitulos retrasados: Incondicional,Obsequio y El final de entrelazados...

Buena Lectura a todas.

~*Blue*~

Camelo

Capitulo I

Primera Parte

Otro verano mas se ha ido ¿o acaso será el otoño? Realmente no lo se, todo se ve tan marrón y amarillento al mirar por fuera del carruaje. Aunque es agradable ver que nada a cambiando en mi corta ausencia. El repicante camino empedrado tararea una vieja melodía debajo de las ruedas del coche y los cascos de los caballos, es casi acogedora. Suena paradójico y absurdo sabiendo que regreso de la casa de campo de la familia, pero al acercarnos al enrejado de la academia Espérance finalmente me siento en casa. Sera que he pasado la mayor parte de mi vida en este lugar, desde que tengo memoria. El único recuerdo anterior a este es la pequeña casita donde me crio mi abuela, las pedreras y los lagos donde transcurrió mi tierna infancia hasta que mi padre –recordó que tenía una hija- fue por mí y me trajo al “internado para señoritas más importante del mundo.”

Ahh… mi padre, severo y formal, educado e imponente justo como debe ser un eminente hombre de negocios. No es tan malo, al menos recuerda que existe una pequeña pieza suya vagando en el mundo, recuerda que necesita que la formen, la eduquen y la adiestren para entretener a los caballeros, conseguirse un buen partido y convertirse en responsabilidad de alguien más. Pensándolo bien quisiera que se olvidara de mi, que no me obligarlo a acompañarlo cada verano a alguna lujosa casa en un lugar tan remoto que no tendría oportunidad de volver si me perdiera…

Perdida. Creo que esa sería la descripción perfecta de mi vida.

No sé donde vengo ni quien rayos soy. Bueno tengo un apellido del que debo orgullecerme al decirlo en voz alta pero que vale más en papel que en mis labios. Sé que soy la afortunada heredera de la industria mas prolifera de vías náuticas del occidente y que algún día seré la agraciada señora de algún lord de pacotilla que me deje embarazada del sucesor de nuestra exitosa dinastía. Mientras tanto, debo ser educada, verme bella, dócil y cerrar la boca.

-Hemos llegado señorita-

-Gracias James-

Todo se ve exactamente igual, si en algo puedo confiar es en la perpetuidad que se protegen detrás de las paredes del instituto. Se respira la calma y la instrucción en el aire, sazonado con la humedad, el roble y el encino. El ambiente se llena el bullicio de todas las alumnas que vuelven de vacacionar, las expresiones estridentes de alegría por los reencuentros y el delicioso chismorreo del verano. Allí están las mujeres de donde saldrán los hombres del futuro, todas ellas, elegantes, finas y listas para saltar en cuanto alguien grite salten. Existe un profundo acantilado abismal entre ellas y yo, y no es que me considere suicida pero he tratado de saltarlo por todos los medios. Todas aspiran a una posición social, a un hogar y a una familia, mientras que a mí me falta un tornillo por no parecerme suficiente. Y en lo físico ni se diga, todas lucen sus bellas cabelleras lizas o enruladas, castañas, rubias, violetas y un suave tono dorado en la piel.

En cambio no hay forma de hacer menos llamativa mi rojiza melena o de no verme tan pálida como un fantasma. El único atributo del que no me avergüenzo son mis ojos, no porque sean hermosos sino porque es lo único que conservo de mi madre aparte de unas cuantas reliquias.

-¡¡¡Misty!!!-

Dos pares de brazos me detienen en la puerta de la alcoba que comparto con mis mejores amigas. Apenas pasaron dos meses y aun así al verlas me dan ganas de soltar el llanto cuando devuelvo el abrazo.

-Me da tanto gusto verlas, no saben la falta que me han hecho-

-Ya lo imagino- había una nota de profundo dolor en su voz-ni una carta o un telegrama, la hacienda no queda tan lejos de la caza de campo de tu padre. Pudiste enviar una nota con algún mozo…-

-Déjala en paz Dawn, debió de estar muy ocupada evitando que su padre tratara de comprometerla con cuanto lord pusiera un pie en su casa- Si con algo podría contar aun mas que la perpetuidad de Espérance era con el satírico temperamento de Casey.-

-Aun así- creo que no entendió la burla directa hacia el inusual hobbie de mi padre- Estuve tan aburrida y sola ¿Saben lo tedioso que es pasar el día entero entre mis hermanos?-

-Bueno al menos debiste de conocer más caballeros de los que el papa de Misty podría encontrar-

-Mi buena suerte no llega a tanto- dijo sin volver a entender la mofa- No soy más que la hija pequeña de los Forthiton, por supuesto ninguno de los amigos de mis hermanos están a la altura de su hermanita. Ni siquiera valía la pena presentarme.

-Vamos no pudo ser tan malo- dije sintiéndome un poco culpable de no haber respondido a alguna de sus desesperadas cartas.

-¿A no? Yo me pase el verano entero entre hombres que me miraban como si no existiera y ella
– se volvió hacia a Casey- consigue esto.-

La tomo del brazo y puso frente a mí la mano que Casey guardaba recelosamente en su espalda, mostrándome el resplandeciente anillo brillando sobre su dedo. Allí estaba, el distintivo que nos marcaba como “mujeres enamoradas” y por lo que todas esperábamos. Era sencilla pero indudablemente elegante, pequeños circonios rodeaban el diamante que sobresalía de la argolla bañada en oro. Tenía clase igual que Casey y por más de lo poco atrayente y pesado que me parecía ese objeto estaba sinceramente feliz.

-¿Giorgio? ¿Cuándo? ¿Cómo?-

-Fue apenas hace dos días, antes de regresar. Me escolto hasta el carruaje y espero a que estuviéramos solos, sabía que lo prefería así-

Se podía ver en los ojos de Casey el profundo amor que sentía por su prometido y no solo en bobo deslumbramiento de la mayoría de las novias. Ella realmente lo amaba y para su suerte el también la amaba con todo el alma. Toda una vida de amistad que pronto desembocaría en una vida de amor.

-Misty tienes que ir a la boda, sé que no son de tu agrado pero no podría hacerlo sin una de mis damas de honor, por favor…-

-¿Cuándo es la ceremonia?- Me abrazo con tanta fuerza que estábamos a puno de caer, no había manera que yo le arrebatara esa felicidad.

-Dentro de unos meses- titubeo un segundo- pero la luna de miel será hasta después de la graduación. Le conté que no me perdonarías si no nos graduábamos juntas. Por supuesto que acepto.-

-Que bien, no espero la ocasión para que le presentes a la dama de honor que lo obligo a alargar tu castidad-

-Esto será divino- dijo Dawn sin poder quedarse al límite de la conversación- Tendremos que ir a buscar el diseño para tu vestido y el de las damas. Me dedique todo el verano a hojear las revistas de moda y he visto unos modelos preciosos, de hecho mi madre me mandara algunos el fin de semana, tal vez podría pedirle algunos corsés nuevos-

Justo lo que necesito, otra cosa que me presione y no me deje respirar

-Creo que me quedare con mis antiguos vestidos-

-Pero son de la temporada pasada-

-Dios nos libre de usar una crinolina demasiado esponjada o un sombrero añejo-

-Eso te lo recordare cuando camines al altar con una cola demasiado larga que se enrede en tus pies- le dedico una mirada de odio antes de volverse a mi- Tenemos que bajar para la bienvenida y después nos darán un poco de tiempo libre ¿les gustaría jugar cartas?-

-¿Qué diría tu padre si se da cuenta que prácticas juegos de Azar?-

-Estaría orgulloso de que te desfalcara hasta tu anillo, amiga mía-

-Touche-

-En realidad quería ir a pasear al bosque, puedes desfalcarla allí también ¿no?-Ambas me miraron como su un tercer ojo hubiera brotado justo en el medio de mi frente. Odio cuando no me entero de las cosas.

-¿Qué pasa?-

-No podeos ir al bosque, ni siquiera podemos salir de la academia sin una escolta. Me lo dijo la señorita Azami cuando llegamos-

-¿Por qué no?-

-Parece que ha habido ataques, desapariciones o algo así-

-Mi madre estaba tan asustada que no me dejaba andar en la hacienda si uno de mis hermanos-

-Qué locura-replique sin entender la lógica de lo que me decían- pero tu hacienda queda a varias millas de aquí ¿Qué tiene que ver con el bosque? –

-El camino cruza por el bosque, la hacienda, las casas de campo y el pueblo. Imagino que no quieren tomar riesgos innecesarios.

-¡Que fastidio!-

-Ya empezaba a extrañar tu buen humor Misty-

Tal vez no fuera una dama ejemplar pero sería la de mejor puntería en toda la escuela pues logre golpear a Casey en la cara con mi almohada y Salí sobreviviente de la guerra de almohadillas que se desato. Cuando estuvimos suficientemente cansadas de atacar y reírnos, nos quitamos las plumas del cabello, nos vestimos y bajamos a la bienvenida.

Nos acomodamos alrededor de la enorme mesa dispuesta en el gran comedor, donde celebrábamos las reuniones de té, las clases de etiqueta o recibíamos los anuncios para las ocasiones especiales. A la cabecera estaban colocada estratégicamente 3 sillas notablemente más adornadas que las demás, una ocupada por un hombre corpulento entrado en años, una mujer más joven de recatada apariencia y entre ellos una Dama de porte refinado y distinguido.La

Directora espero a que todas estuviéramos debidamente sentadas y con un sutil aclaramiento de garganta atrajo la atención de las 50 alumnas bajo su tutela.

-Bienvenidos a otro año en la Academia Espérance para señoritas. Espero en lo más profundo de mí ser que su estadía aquí sea feliz y muy fructífera, que logren sacar provecho a todo el conocimiento del que deseamos empaparlas para convertirlas en miembros productivos a la sociedad. Para Las nuevas alumnas, Soy la directora de la academia Madame Lucil de Morgoña, me encargare de su instrucción y de apoyarlas en lo que esté en mis manos.Un coro se levanto pronunciado gracias Madame lucil tan perfectamente nivelado que parecía ensayado.

-Ellas es Miss Azami Cornejo y ella será su Maestra de Música, arte e historia.- dijo señalando a la joven a su derecha.

El murmullo volvió a levantarse afirmando Mucho gusto Miss Azami-Y este caballero- poso suavemente la mano en el hombro del aludido- Es sir Thomas Serch, el se dispondrá a sus clases de lenguaje, francés y por supuesto las mantendrá en forma-Se repitió la acción aclamando al profesor Search.

-Están aquí para hacer grandes cosas y no esperamos menos de ustedes.-hizo una breve pausa y miro a las más pequeñas- La mayoría ya conoce las reglas pero no haría mal recordarlas…

"Numero uno: La puntualidad es la base de nuestra sociedad civilizada, los horarios deben cumplirse sin acepción; de lo contrario se aplicar un correctivo."

"Numero dos: Esto también aplica para sus responsabilidades. Si no se sienten capases de cumplirlas deberán informarle a alguno de los profesores. De igual manera en caso de que se sienta enfermas o indispuestas."

"Numero tres: Se Pasa revista Después de: el desayuno, durante la hora del té y antes de acostarse, de igual manera los pasillos siempre están vigilados. Los paseos nocturnos y las faltas a clase están expeditamente prohibidos."

"Numero cuatro: Permitimos que sus padres le envíen obsequios, comida, ropa y artículos personales que no sean inadecuados ni indecorosos. Nada de camisones nupciales (solo son bien vistos en la noche de bodas), nada de alcohol o drogas… y ahora que hablamos de indecorosos…"

"Número cinco: NO-SE-PERMITE- LA- ENTRADA-DE HOMBRES, únicamente los días de vistas una vez al mes y solo si son sus hermanos, prometidos, padre o esposos. Por suerte nunca hemos tenido el desagradable caso de encontrar intrusos pero no está de más aclarárselos.

Bien ahora que hemos repasado sus obligaciones, veremos sus derechos- anuncio con una cálida sonrisa- Podrán pasear por las propiedades del colegio tres veces al día, si lo desean podrán cambiar de alcobas si esto evita riñas innecesarias y con el aviso correspondiente. Podrán descansar los fines de semana y visitaremos el pueblo una vez a la quincena. No tienen ninguna limitante con el correo y la lectura, la biblioteca esta a su disposición, al igual que el cuarto de costura y el cuarto de baño… Por favor sean civilizadas respecto a este último punto y por supuesto las maestras tenemos preferencia.-

Guiño un ojo en complicidad con la señorita Azami y una oleada de risa y buen humor inundo el gran comedor. Termino con algunos asuntos menores y con unas palmadas nos invito a disfrutar la cena antes de retirarse a su oficina. Me disculpe con Dawn y Casey antes de levantarme y seguir a directora a las puertas por donde desapareció.

Di dos suaves golpes a la tabla de roble anunciando mi presencia.

-¿Madame Lucil?- Asome la cabeza dentro del despacho buscando a la directora detrás de su escritorio

-Pasa querida- entre y cerré la puerta detrás de mi -¿Qué ocurre cariño?

-Quería hablar con usted un momento- dije haciendo una caravana sencilla. Con un movimiento de su mano me invito a sentarme en la silla frente a su escritorio

-Te escucho-

-Yo… ¿Por qué no podemos ir al bosque?- pregunte dilatando lo que realmente quería saber.

-No es un buen momento para que anden vagando por ahí. Ha habido algunos incidentes cerca del pueblo. Creí que tu padre acababa de adquirir algunos acres cerca de allí ¿no te ha contado nada?-

Negué con la cabeza. Eran tantas las propiedades de las que se había hecho mi padre que ignoraba donde estaban o cuantas eran. -¿Qué clase de incidentes?-

-Malos, es lo único que debes saber. Así que por favor te pido que te abstengas de pasear en el bosque-

-A si lo hare- tome aire para llenarme de valor- Madame Lucil ¿pensó en la propuesta que le plantee antes del verano? –

No me respondió inmediatamente, únicamente se limito a mirarme a través de los cristales de sus lentillas. Me observo sin creer que lo que le hubiera dicho fuera en serio. Hechos su hombros hacia atrás e irguió el mentón. Imite su postura.

-No creí que hablaras en serio, pensé que solo estabas jugando-

-ES muy en serio-

-Aun así no entiendo por qué quieres hacerlo, Tienes todo el tiempo por delante y los medios para triunfar en la vida… no entiendo por que te conformarías con ser una simple institutriz aquí en el colegio – suspiro y entrelazo sus dedos sobre el escritorio- Lo tienes todo Misty. Eres inteligente, refinada y muy bella –¡Ja!- Podrías tener al caballero que tu desees…-

-No creo que alguno me quiera a mi- conteste indiferentemente intentando hacer creer que no me importaba.

-Cambiaras de opinión cuando empiecen la temporada… Eres tan joven, apenas tienes dieciséis años. Conocerás alguien perfecto para ti-

-Pero solo me queda un año aquí- replique como si eso fuera una atenuante a mi decisión- si pudiera quedarme imagínese cuantas mentes jóvenes podría hacer florecer-

-¿Y tu padre?-

-Si usted me acogiera aquí estoy segura que el entendería…-

-Ese es el problema Misty, tu padre no entendería. Lo considera un a afrenta personal contra su familia, pensaría que estoy sonsacándote. ¿No has hablado con alguna de tus hermanas? Ellas fueron excelente alumnas, todas se casaron antes de graduarse, tal vez una de ellas puedan aconsejarte para calmar tus temores…-

-¡no tengo miedo!- mentí descaradamente tratando de mantener el llanto en mi garganta.

-Lo siento mucho Misty pero no me puedo permitir disgustar innecesariamente a algún tutor. Además tu padre siempre ha sido un generoso benefactor…-

-¡Y usted no puede perder la oportunidad con su ultima mina de oro ¿verdad?! ¡¡ Como desaprovechar una fuente de recursos tan holgada como yo!!-

-Sabes que te has ganado todo mi aprecio en estos años pero no iré en contra de la voluntad de tu padre- dijo calmadamente pasando por alto mi tono totalmente inadecuado para una charla decente.- no hagas nada que pueda perjudicarte Misty-

Me pare rápidamente para salir de ahí incapaz de seguir guardado los sollozos en mi pecho.
Tome ambas orillas de mi vestido y doble las rodillas ligeramente para despedirme.

-Por supuesto que no- dije antes de cerrar la puesta al salir Hare algo que mucho mejor ¡Bosque allá voy!

Camelo

Capitulo I

Segunda parte

Subí las escaleras golpeando los escalones de piedra con mis pies, haciendo suficiente ruido para que creyeran que estaba furiosa - y lo estaba- que hacia un berrinche y que me encerraría en mi alcoba. Todo iba a pedir de boca hasta que llegue al a los últimos escalones antes de llegar al pasillo que conducía a las habitaciones. Distinguí un pedazo de lino a mis pies antes de comprender que era un fondo ¿Quién rayos perdería un fondo en la escalera? Seguí caminando encontrando otras piezas de ropa, faldas, corsés, camisones, pañuelos, mascadas… cuando alcance la hilera de puertas observe el tapizado del suelo y los candelabros más y mas ropa tendía a diestra y siniestra. Tarde entendí que era mi propia ropa desperdigada por todos lados.
La rabia que sentía en las escaleras no era más que una leve brasa avivada por el viento frio de esa broma sin gusto. Y para bromas sin gusto solo una persona…

-Gizel- susurre rechinando los dientes.

Recogí cada prenda arrojándola en mi cama, no deseaba desquitar mi furia sobre mi pobre ropa si podía desahogarla sobre el pobre rostro de Gizel.
No me moleste en tocar, arremetí contra la puerta casi segura de que estaría esperándome y no estaría sola. La encontré admirándose al espejo mientras una de sus súbditas le desenredaba el cabello azabache y recogía un mechón con un broche de plata.

-Buenas noches Misty-

-Buenas noches Gizel-

-A que debo esta inesperada vista-

-Espero no incomodarte – dije mordazmente para que no confundiera mi cortesía- ¿Has visto
pasar el tornado?

-¿Tornado? No sé de lo que hablas Misty- contesto sínicamente apoyándose en las risitas tontas de sus amigas

-El tornado que desperdigo mi equipaje. Es raro ¿no?-

-No se- encogió los hombros mirándome a través del espejo- Tal vez unas ratas que decidieron que tenían demasiado buen gusto para robarse tus ropas, cariño-

- Te he dicho que no traigas a tus mascotas y si lo haces mantenlas en sus jaulas, querida-
Un destello de furia nublo sus ojos por un segundo antes de retomar la calma. Se aclaro la garganta sonoramente.

-¿Sabes la buenas nuevas Misty?- dijo una de sus allegadas- ¡¡¡Gizel se comprometió!!!
Un suspiro generalizado recorrió el cuarto cuando Gizel se volvió hacia mí encarándome con su
mano izquierda. Era enorme, llamativo y seguramente muy costoso. Muy Gizel.

-Sin palabras ¿no?- alzo una ceja- Lo sé, es precioso, toda una joya. Nada que ver con la bisutería de juguete que tiene Casey pero que se podría esperar. Cada quien tiene lo que se merece ¿no crees?-

-No podría estar más de acuerdo. Muero por conocer al afortunado ¿Cuándo tendré el honor?-

-¿Por qué motivo?- mi inusual buen humor la ponía nerviosa.

-Hasta la pregunta es tonta querida. Para prevenirlo por supuesto… - di un paso seguro y me incline hacía ella- ¡¡¡Advertirlo del demonio que piensa desposar!!!

Di un tirón y arranque el broche plateado trayéndome un gran mechón de cabello negro con él. No espere a ver la reacción de Gizel al perder gran parte de su orgullo, ya había perdido mucho tiempo con esa pequeña escena. Pronto todas regresaría al segundo piso y lo menos que necesitaba era ganar atención innecesaria. Entre corriendo a la habitación desabrochando los cordones del corsé para quitármelo pero me detuve cuando un par de faldas se movieron en la oscuridad.

-¡¡¡Me van a matar de un susto!!! ¿Qué hacen en la oscuridad?-

-Esperando a saber por qué no volviste a la cena-

-Y por qué no estás aquí-

-Estaba jugando al estilista con Gizel- dije amargamente. Encendí uno de los faroles y me escondí detrás del biombo para cambiarme.

-¿Qué hizo ahora?-

-Nada imaginativo-

-¿Suficientemente para vengarnos?-

-Tú vas a ser una señora de familia. Así que olvídalo-

-Aguafiestas-
Salí del biombo con un vestido de una sola pieza, sin corsé, liviano y bastante amplio. Perfecto para viajar. Revolví los montones de ropa que arroje sobre mi cama sin saber donde estaba cada cosa.

-Misty ¿Qué haces?-

-No encuentro mi capa. Dawn préstame la tuya.-

-¿A dónde crees que vas?-

-Afuera.-

-¿al bosque? ¡Estás loca! No te dijimos que…-

-No hay nada en el Bosque- refunfuñe fastidiada, tenía que irme antes de que encendieran los faroles externos- Mira, entre antes me vaya antes volveré-

-No si no te vas-

-¡¡Vamos!!- replique demasiado molesta- tengo que ver a Ronald. Si no se qué paso con él me voy a volver loca.

-Misty por favor…-

-Si no me la prestas me iré sin ella-

-Está bien- Dawn se volvió a sus propias maletas y jalo una larga tela esmeralda y me la entrego.- es nueva cuídala mucho-

-Lo haré- le prometí con un beso en la mejilla. Casey no estaba tan cooperadora.

-Iré contigo-

-No, es menos probable que atrapen a una. Además no me arriesgare a que te expulsen y que pierdas a Giorgio-

-Sabes que eso no va a pasar. No puedo dejarte ir sola-

-Si, si puedes- la abrazase y le entregue el broche plateado- Además tienes que entregarle esto a Gizel cuando venga a pedirlo- Le dedique una sonrisa tierna y Salí para perderme por el pasillo.

No fue difícil salir de la academia, era algo casi instintivo. Me apreté contra las paredes y Salí por la entrada principal sin que nadie notara que una sombra se alejaba de la luz. Use el hueco entre las rejas del camino para evitar el candado y cuando estuve lo suficientemente lejos para sentirme segura cubrí mi cabeza con la caperuza de la capa.

No necesitaba la luz para guiarme a través de los arboles. El tiempo se había detenido alrededor de la academia hacía años que ni una hoja estaba fuera de su lugar. No tardaría mucho, 15 minutos ida y vuelta. Un ligero vistazo y listo.

No tarde en llegar al establo improvisado con ramas y heno, pero para mi decepción estaba justo como antes de irme. Los ciervos aun no habían regresado de su migración y por más que lo desear eso no los presionaría. Había entablado amistad con una manada de ciervos que pastaban en el bosque. En mi primer año en el instituto explorando el bosque encontré a una cría herida, la traje hasta aquí, la cuide y alimente. Cuando estuvo suficientemente fuerte se fue. Para mi sorpresa volvió el siguiente otoño con una pareja y dos pequeños. Pronto la familia de cuatro se convirtió en una manada de 12 y cada año volvían a visitarme. Pero tal vez este verano se extendió demasiado o simplemente no volverían. Así iba perdiendo todo poco a poco y no podía hacer nada.

Camine de regreso mucho más lentamente, no quería moverme. Pausadamente fui consciente de los ruidos que envolvían el bosque. Los crujidos de las ramas y el viento aullando. El bosque se escuchaba mucho más vivo que durante el día. Apreté el paso nerviosa y ansiosa de encontrarme en la seguridad de mi cama. Me arrepentía de haber ido sola hasta allí, al menos con Casey aquí podría controlarme un poco. El compas de mis pasos se dividió en dos ritmos distintos, mis pasos y un segundo juego de pies. Alguien estaba detrás de Mi Alguien me está siguiendo.

Corre.

Olvide el decoro y me deje arrastrar por el pánico mientras corría. Solo debía llegar hasta el enrejado, allí podría gritar y alguien me ayudaría. Pero cuando estaba a unos pasos no pude detenerme, me estruje contra el agujero de las rejas y antes de tener mi cuerpo seguro del otro lado un sonido me helo la sangre.

Un grito. Y no cualquier grito. El grito de una mujer.

Desgarrador y horripilante, el alarido rompió la calma de la noche perturbando a todos dentro del colegio. Pronto saldrían a ver que ocurría y no había llegado tan lejos para dejar que me atraparan. Saque mi cuerpo del enrejado y me escabullí por la entrada. Me quite la capa y la envolví sobre mi brazo. Camine apresuradamente por el pasillo que conducía a la cocina y me escondí allí unos minutos. Escuche el ir y venir de pasos y cuando sentí que no estría tan pálida a causa del susto Salí como quien toma un bocadillo antes de ir a dormir.

Nadie noto mi presencia y si lo hacían me ignoraba. No tenia caso seguir fingiendo. Me apresure a subir por las escaleras y a entrar a mi cuarto. Dawn soltó un grito de felicidad y Casey se me hecho en sima.

-Gracias a Dios estas bien-

-¿Qué ocurrió?-

- Es lo que quisiera saber-

-¿Fuiste tú quien grito?-

-No, ya estaba aquí cuando escuche el grito-

Ambas volvieron a mirarme como si el ojo hubiera vuelto. Realmente odio esto.

-Gizel- Susurro Dawn

-¿Qué?-

-Estuvo aquí- trataron de explicarme- estaba furiosa, le devolví el broche pero quería vengarse. Tenía unas tijeras. Se dio cuenta que no estabas y te siguió-

-Quería tomarte por sorpresa en la oscuridad-

-¿Quería apuñalarme?-

-No- dijo Dawn más pálida que yo misma- Tu cabello…-

-Me hubiera hecho un favor- bromee tratando de refrescar el ambiente.

La puerta se abrió de golpe haciéndonos brincar a las tres sobre la cama protegiéndonos una a las otras. La cara de la directora parecía desencajada, sus gafas colgaban de la punta de su nariz y sus labios estaban blancos.

-Gracias a Dios están todas aquí- soltó mirando en mi dirección. Se relajo y recobro la compostura tan aliviada que no noto que me había cambiado de ropa.

-Madame Lucil ¿Qué está pasando?-

-Nada niñas, no tienen por qué preocuparse-

-Alguien…-balbuceo Casey- alguien está herido-

-No lo creo señorita Lotton. Todo está perfectamen…-

-¡¡Madame Lucil!!- El llamado se escucho justo debajo de nuestra ventana hacia el vacio de la noche. La tenue luz de la lámpara de petróleo iluminaba el rostro del profesor Search mientras la sostenía y apuntaba al bulto que cargaba en el otro brazo. –Madame…-jadeo- la enfermería-

El escalofrió recorrió toda mi espina hasta los talones haciendo temblar mis rodillas. Me alce al frente para sostenerme del marco de la ventana cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad y daban forma al bulto en los brazos del señor Search. El cabello negro empapado en sudor y sangre no lograba ocultar el pálido rostro ni el brillante arañazo en carne viva que lo cruzaba de un lado al otro.

viernes, 20 de febrero de 2009

Sacrifico

-Ella es la señorita Misty waterflower, tu nueva asistente.-

Sus ojos volvieron a recorrerla haciéndola sentirse aun mas pequeña. Era como esperar ser juzgada, sentenciada y ejecutada. ¿Cómo unos ojos color chocolate podían ser tan intensos y atemorizantes a la vez? Estar sentada en media aquella elegante oficina, frente a escritorio de roble y sobre todo expuesta al escrutinio de ese hombre era la peor tortura que había conocido en su vida. ¿En qué rayos estaba pensando al entrar en un edificio corporativo como ese? Pensaba que necesitaba el empleo, por supuesto. Y pensar que esa mañana había estado tan feliz por ser llamada a la entrevista de trabajo.

-Es eficiente, capaz y eficaz.- recalco colocando una mano en su hombro para brindarle confianza- Tiene grandiosas recomendaciones y por supuesto una excelente presencia…-
Cuando se presento en la entrevista creyó que trabajaría para Sam. ¿Por qué no podría trabajar para un hombre como él? Murmuro con pesar. Sam Oak parecía tan amable y alegre, con él, toda seria miel sobre hojuelas. Era lo que rezaba por encontrar, un empleo apacible y tranquilo, cosa que no le auguraban la intensa mirada que continuaba atravesándola.

-¿Qué edad tienes?-Primera vez que se dirigía directamente a ella y tenía que hacer esa pregunta.

-Se que parece muy joven pero ella…

-Señor Oak- le sonrió agradecida antes de dirigirse a su posible nuevo jefe- tengo 22 años señor…

-Ketchum.

-¿Ketchum?- miro confundida a Sam

-¿Tiene alguna problema con eso señorita Waterflower?- pregunto elevando la curvatura de su ceja.

-Ninguno, por supuesto. - dijo volviéndose a él y mordiéndose la lengua para no decirle lo que podia hacer con su actitud - Como le decía, se que luzco mucho más joven de lo que en realidad soy pero…

-En realidad, estoy muy tentado a decir que parece una adolecente.-

Ese era precisamente el problema que la había llevado a estar sentada en esa oficina y teniendo esa ridícula conversación. Sus antiguos empleadores creían que parecía muy joven para desempeñar sus labores… o para defenderse eficazmente, cosa que algunos lamentaron dolorosamente.

-¿Tiene algún problema con eso señor, Ketchum?- pregunto imitando su mueca y tono de voz.

-Creo que eso es lo piensa el señor Oak exactamente - dio un rápido vistazo al aludido- en realidad, ninguna de mis antiguas asistentes compartía su aspecto, señorita Waterflower-

-Y ya que ninguna continúa aquí supongo que su aspecto les fue de muy poca utilidad-Sintió subir por su columna el ronco sonido de la risa masculina, arrastrando el sonrojo hasta sus mejillas. No necesito que explicara su repentino ataque de buen humor, la sonrisa sensual y mirada burlona en su rostro lo decía todo.

-Ash, por favor. Estamos frente a una dama.-

-Creo que esto se termino- corto tajantemente. Se levanto empujada por la vergüenza y por la necesidad de salir se apuntalo directo a la puerta. Paro aferrada al picaporte y lo miro sobre el hombro –Voy a darle un consejo, si su meta es conseguir un asistente eficiente y eficaz, ¡¡le recomiendo que contrate a un hombre!!-grito y azoto la puerta detrás de ella.

- Ash, eso era completamente innecesario- dijo Sam desplomándose en la silla que ocupaba Misty- además de grosero y mal educado.

-Un nombre menos que borrar de la nomina, dudo que hubiera durara más de una semana-

-¿Acaso quieres quedarte sin una asistente? Es la más adecuada, es la más calificada…-

-Es una niña-

-Tiene 22 años y tal vez sea esa- apunto hacia la puerta- la mujer que tú necesites-

-Estoy perfectamente como estoy, muchas gracias-

-Pero la compañía no lo está. Hay demasiado trabajo, no podemos con todo, como para que además tengamos que rotar al personal femenino para tu diversión.- se recostó en el asiento suspirando- Aunque tal vez lo que dijo no fuera tan mala idea-

-¿Qué Idea?-dijo mirando con desconfianza el brillo peligroso en los ojos de Sam.

-Lo que dijo. Tal vez estés más cómodo y te concentres mejor en tu trabajo con un chico que te ayude-

-¡¿Un hombre?! Claro que no- se levanto golpeando el fino escritorio de caoba- ya hay bastante testosterona por aquí con nosotros 6, ya con eso es suficiente-

-Entonces es tu decisión-estiro el brazo y le tendió el auricular del teléfono- Es esa “niña” o un “niño”- No hay peor hombre que aquel que no admite la derrota. Estaba perdido y lo sabía.

Tomo el auricular pero dejo que Sam marcara el teléfono antes de echarlo de su oficina. Si tenía que pedir una disculpa no permitiría que se regodeara en su triunfo. También existían los malos ganadores.

-Viejo- le grito antes de que cerrara la puerta- Saluda a Mama de mi parte.-Disfruto de la risa paternal mientras esperaba que contestaran del otro lado de la línea.
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<<Srita. Waterflower, el puesto sigue bacante, si aun está interesada preséntese a las nueve de la mañana>>Era el tipo más arrogante y déspota del mundo. El mensaje ni siquiera sonaba como una disculpa. ¿Y Qué había hecho ella? Estaba dentro del elevador de camino a un empleo que seguramente odiaría. <Todos tiene su precio Misty> recordó amargamente agradeciendo que su padre no pudiera verla. Todos y todo tiene su precio y si ese era el precio a pagar por su libertad, estaba más que dispuesta a pagarlo. Al menos por ahora.

Jugueteo con el encuadernado de la estridente agenda, suspiro y volvió a mirar el ascenso de números en el contador de ascensor. << lleve una agenda en blanco>> decía el mensaje. Tal vez esa pequeña agenda azul eléctrico no era lo más adecuado para esa elegante oficina pero lo único que se encontraba al alcance de su bolsillo, su única opción.

La campanilla sonó y las puertas del ascensor se abrieron para dejarla salir al ilumino pasillo. Por primera vez pudo apreciar la cálida decoración. Grandes ventanales permitían la entrada a la cálida luz del sol a la vez que los tonos ocres del tapizado agregaban un poco mas de temperatura al ambiente. No había cubículos, ni paredes. Todos disfrutaban del compartir su espacio de trabajo mientras se dedicaban mirabas empáticas por encima del papeleo mientras un delicioso aroma a café impregnaba el aire. Por un segundo tuvo la descabellada idea de que trabajar ahí podría ser acogedor.

De pronto, sin saber porque, se topo con unos cálidos ojos castaños y una sonrisa protectora recibiéndola.

-Que hermosa sorpresa, buenos días Misty-

-Buenos días señor Oak- contesto devolviéndole la sonrisa

-Me alegra ver que volviste, tiene agallas, jovencita-

- No es tan fácil asustarme Sr Oak-

-Por favor llámame Sam ¿te gusta el lugar?-

-Po supuesto Señ… Sam. Todos son muy amables o al menos la gran mayoría-

-Por favor, disculpa a mi hijo por lo de ayer, a veces pierde la perspectiva pero es un buen
muchacho-

-¿Entonces si es su hijo?-

-¿Lo dices por que el es Ketchum y yo Oak?-suspiro y se encogió de hombros- Es una larga historia-

-¿Que buena historia no lo es?

El carraspeo de una garganta desvió su atención hacia el elegante hombre que los miraba con evidente aprensión. Era una escena que no le agradaba en lo más mínimo. Su padre estaba demasiado familiarizado con esa jovencita y eso le producía una espantosa sensación incomodidad. De pie allí, fácilmente podría pasar como la hija pequeña del hombre mayor. Parecía tan joven en el sencillo vestido de raso azul que ocultaba cualquier vestigio de su edad verdadera. Ni siquiera en su figuraba delgada existía algún indicio de madurez. Las líneas que se curvaban en su cuerpo eran peligrosamente escasas y los rebeldes mechones que caían sobre su cara no hacían más que suavizar los afilados rasgos de su rostro. No había nada, nada excepto… esos increíbles ojos violáceos que no había visto nunca en su vida y que lo miraban con una mezcla de desasosiego y alarma que los hacían más profundos.

Tranquilamente de pie, ese hombre emanaba una esencia de respeto y algo de terror. Enfundado en su traje a la medida imponía su presencia de tal manera que atraía las iras con un extraño magnetismo. No recordaba que fuera tan alto o tan espeluznante. Y sin lugar a dudas era el hombre mas apuesto que había visto en su vida

-Creo que ya se siente lo bastante cómoda como para detenerse a charlar en pleno pasillo y arriesgarse a llegar tarde en su primer día señorita Waterflower. ¿No ha escuchado que la puntualidad es la mejor carta de presentación?

¿Pensó “apuesto”? Arrogante y grosero eran palabras que lo definirían mejor… Esas y algunas otras que una dama no debería conocer. Respiro profundamente y aferro la libreta para no arrojársela.

-¿Y usted no sabe que la impuntualidad también implica llegar demasiado temprano? - dijo mirando su reloj- aun me quedan algunos minutos y a quien decida dedicárselos, señor Ketchum, no es de su incumbencia-

-Lo es cuando son los minutos que yo le pago señorita Waterflower y mi tiempo es muy valioso como para desperdiciarlo. Si gusta seguirme…-

-¿Es una sugerencia o una petición?-Estuvo a punto de esconderse detrás de Sam cuando lo vio aproximarse, pero se negó a darle esa satisfacción. No se movió ni siquiera cuando tomo su barbilla entre los dedos para levantar su rostro.

-Es una orden. Acostúmbrense-Observo triunfante las tonalidades que tomaba el pálido rostro hasta pintarse del color de su cabello. Eso era lo q necesitaba esa chiquilla odiosa, pensó. Odiaba a las mujeres impertinentes y altivas. Una mujer debía ser refinada y frágil, sumisa, hermosa y femenina. Tal vez algo mimada y obtusa. Lo aceptaba, era parte de la naturaleza femenina y estaba dispuesto a pasarlo en alto si la mujer en cuestión recordaba cual era su lugar. Y si ella no lo sabía, el tendría que mostrárselo.

La condujo hasta la entrada de la oficina en silencio, acompañado únicamente por el sonido de los pasos a sus espaldas. Se detuvo frente al escritorio delante de la puerta, corrió la silla y con un gesto afónico que no admitía discusión le ordeno que se sentara.

-Este es su lugar- dijo puntualizando cada palabra- y no se moverá de aquí a menos que yo se lo diga. Cada vez que yo salga de mi oficina espero verla en este escritorio. ¿Lo entiende?-

-Sí, Sr ketchum-

-Bien, imagino que eso es la agenda en blanco que le pedí- señalo desdeñosamente al pequeño cuadernillo azul- espero cumpla su función. Sera su obligación agenda cada una de las actividades del día. ¿Cree que pueda hacerlo o debo escribírselo para que lo recuerde?-

-No será necesario…-

-Bueno, eso es ya es un progreso- se burlo deleitándose con la furia contenida en los ojos azules de su asistente- Esta es una lista de sus responsabilidades-
Toco la hoja de papel sobre el escritorio con las puntas de los dedos y las deslizo por la superficie de la reluciente madera pulida para que pudiera leerla. Observo sus parpados abrirse de golpe a medida que conocía las actividades que recaían en su puesto y un amago de satisfacción surgió al verla arrugar la orilla del papel entre los dedos.

-Organizar cenas de negocios y banquetes, recepción de citas y archivos, buscar tu ropa, Café y desayuno caliente a las 7:30-se volvió a verlo horrorizada- la oficina abre a las 9 de la mañana… tu no necesitas una asistente, lo que tú quieres es una sirvienta.-

-Si la necesitara creo que estarías más que calificada para serlo- casi podía escucharla rechinar los dientes- pero por ahora con lo de la lista está bien.

-Escúchame bien niño mimado...-frenética empujo la silla y se estiro lo suficiente para mirarlo de frente antes de usar su timbre mas frio de voz- olvídalo, no necesito esto- mintió- puedes tomar tus “responsabilidades” y dárselas a alguna de tus amiguitas para que juegue con ellas-

Un largo escalofrió la sacudió cuando se acerco y la paso de largo. Algo no estaba bien y lo sabía. Era un hombre al que nunca se le habían nada, que probablemente des conociera el significado del término NO y por supuesto no permanecería impasible mientras alguien le arrojara esa respuesta a la cara. Tomo el picaporte con una fuerza que podría abollarlo y abrió la puerta de la oficina

-Entra- ordeno –no me obligue a arrastrarla adentro Srita. Waterflower.
Ni siquiera se le ocurrió desobedecerlo. Lo que decía sencillamente no era una amenaza, era un promesa. Sostuvo la puerta hasta que la pelirroja entro dejando un tintineante esencia a fresas y jazmín. Después cerró la puerta y se acerco tanto a ella que enso que le salaria encima.

-¿Sabe que hacemos aquí señorita?-

-Inversiones de alto capital- contesto recurriendo a la poca información que le habían proporcionado en la entrevista.

-Es una manera de decirlo. La compañía es una de las más grandes financieras en el mercado y eso se debe a que tenemos a los empleados más eficientes y capaces con el que podemos contar, pero para mi mala fortuna usted es la única persona que me puedo permitir ahora, mi única opción- ignoro la irónica sonrisa que bordeo sus labios- No puedo dejarla ir. Tendremos que trabajar juntos por un tiempo así que estoy dispuesto a darle una pequeña concesión. Hable –dijo dando un paso para separarse de ella solo lo necesario- dígame lo que quiera decir. Desahóguese.

-¿Puedo decir…lo que quiera?- pregunto boquiabierta. El asintió- ¿sin ninguna consecuencia?-

-Sin ninguna consecuencia… por esta vez-

-De acuerdo- extinguió el paso que los separaba, tan cerca que podía empujarlo. Irguió la espalda y levanto la barbilla para mirarlo segura de lo diría.- Usted es el hombre más arrogante, presuntuoso y soberbio que he conocido en mi vida. No tiene ni la más mínima idea de lo que es el respeto y la decencia. Es más que obvio por que el Sr. Oak decidió contratarme. Creyó que no se dedicaría a seducir a una mujer que pareciera tan joven como yo.-

-Eso es indudable, pero le aseguro que en este caso su apariencia no tendría nada que ver, ¡¡Bastaría con estar con usted 5 minutos en la misma habitación para saberlo!! Es la mujer más insolente e insufrible que he conocido en mi vida. No me fijaría en usted ni por todo el dinero del mundo-

-Y aunque lo hiciera, no le serviría de nada.-

-Eso es lo que usted piensa, pero créame, no lo intentaría ni aunque mi vida dependiera de ello-

-!!!Petulante, Engreído, Cretino.!!!-

-!!!Chiquilla Malcriada!!!-
Sin saber cómo, terminaron tan juntos que peleaban por el mismo espacio, olvidado que se encontraban en una habitación completamente vacía. Misty retrocedió un paso rompiendo el contacto que los unía, con el doloroso recuerdo palpitando en su mente del porque nunca se había permitido acercarse físicamente tanto a una persona.

-Es usted un idiota y un imbécil- su mirada se torno del color del hielo- no puedo creer que exista una persona así en el mundo pero desgraciadamente para ambos, usted también es mi única opción. Así que hágame un favor, no me moleste y déjeme hacer mi trabajo en paz-

-Eso es lo que planeo hacer- tomo la enorme pila de papeles de su escritorio y los dejo caer en sus brazos-Estoy algo retrasado con el papeleo. Son cuentas y registros que deben ser ordenados, actualizados y archivados lo antes posible. Como podrá imaginar mi antigua asistente estaba ocupada en otras cosas.- disfruto verla sonrojar- Dígame señorita Waterflower, ¿es usted tan eficiente y eficaz como un hombre?

La dejo marchar con un portazo y con una profunda sensación de satisfacción se dedico al trabajo el resto del día. Cuando finalmente salió de su oficina satisfecho con los progresos de las inversiones, tuvo una punzada de desasosiego al descubrir el asiento de su asistente vacio y la reducida columna de carpetas sobre el escritorio.Cuando abrió la puerta de su despacho, temprano la mañana siguiente, lo recibió una cálida atmosfera con sabor a café y comida caliente tan desconcertante como la imagen que lo esperaba junto a su escritorio.

Allí estaba su joven asistente, vestida con unos pantalones amplios color arena y unas cómodas zapatillas beige sin tacón a juego. Un suéter blanco envolvía sus caderas y se ceñía a su dorso y brazos hasta el escote ancho que dejaba al descubierto sus hombros. El único accesorio que usaba era la mascada que adornaba su pálido cuello a forma de corbata y se perdía debajo del tejió del suéter. La rebelde melena pelirroja era aplacada en una coleta alta que rosaba su espalda y su piel brillaba sin una gota de maquillaje. Extrañamente el conjunto masculino hacia recalcar una feminidad de la que no había logrado ser consiente el día anterior.

-Buenos días señor Ketchum- peleo contra la sonrisa que se forzaba a salir ante el asombrado rostro de su jefe- Espero que se sienta con bastante energía pues le espera un día muy atareado. Tiene una junta de consejo dentro de una hora, después una reunión con inversionistas a las 2 de la tarde. Debe revisar las cuentas del Sr. Pesscot y estoy por confirmar la visita del Sr. Williams a las 5 de la tarde. Tiene dos llamadas en espera por la línea uno y dos y creo que le agradara saber que termine de actualizar y archivar todo el papeleo atrasado. ¿Hay alguna otra cosa en que pueda ayudarle señor ketchum? –

El silencio valió cada una de las horas de falta de sueño invertidas a su plan. Ver a un hombre del calibre de su arrogancia quedarse sin palabras no tenia precio.

-Si no es así , entonces me retiro- camino directo a la puerta sabiendo que sus ojos achocolatados la seguirían hasta la puerta- una cosa más- dijo volviéndose preparada para la estocada final- Tal vez no sea tan eficiente y eficaz como un hombre, pero te aseguro Ash, que durare más que una semana- y sin agregar más salió dejando a su mudo jefe desplomarse sobre su cómoda silla ejecutiva.

viernes, 9 de enero de 2009

Obsequio

Capitulo III

El bullicio se elevaba hasta las resplandecientes arañas de cristal en el techo, iluminando de lleno el salón repleto de multitud de gente y decorado hasta el último rincón. Telas finas adornaban colgando en las paredes y cruzando el techo en tonalidades doradas, rojos y purpuras, los colores de las festividades. Toda la aristocracia de la región se hallaba reunida en el baile que lord Yawa hubiera organizado. Se podía respirar la clase y la distinción. Docenas de vestidos se alzaban alrededor de las damas aristocráticas revestidas de brillantes y alhajas acompañadas, por supuesto, de caballeros de la más alta distinción. Hombre y Mujeres que se codeaban en los escalones más altos de la nobleza.

Dos Mesas alargadas se dispusieron en la parte derecha de la galería, repletas de suculentos platillos, de fruta frescas y postres, a la mano de cualquier invitado hambriento. Alrededor de los pilares y contra las paredes tapizadas sillas, sofás antiguos y asientos eran ocupados en su mayoría por los invitados que disfrutaban el brillante recital de la orquesta que animaba el baile, encabezada por Lady Haruka, la hermosa solista. Como ya lo hubiese imaginado Satoshi al escucharla hablar la primera vez, Haruka era dueña de una voz privilegiada, que entonaba alegremente los claros de la copla y alcanzaba las notas más altas con relativa facilidad. Hasta el habían llegado los rumores de su extraordinario talento para el canto. Pero lo que impresionaba al noble, pese a que intentaba concentrar su atención en la cantante, eran las notas magistralmente interpretados varios lugares atrás de la espalda de Haruka.

Miro el apacible rostro de Kasumi mientras hacía chirriar las cuerdas del violín en una enérgica composición. Con su mentón descansando sobre el instrumento de caoba, sus dedos saltaban sobre las cuerdas mientras su otra mano mecía graciosamente el arco, arrancando armoniosos sonidos que le enternecían el alma tanto como la joven misma. Era justo decir que si Haruka podría hacer llorar a los violines, Kasumi los podría hacer reír.

-¿impresionante verdad milord?- le susurro al oído Sir Yawa, imaginando que el gesto de fascinación de satoshi era ocasionado por la interpretación de su hija mayor-Haruka canta como los ángeles-

-Impresionante, goza de mucha soltura, se le ve muy relajada entre tanta concurrencia-

-De cierto modo siempre le ha gustado ser el centro de atención-

- pero debo agregar que Lady Kasumi es bastante diestra también-
-Es habilidosas en el tema de las artes Milord- agrego Kenji sumándose a la conversación de su padre y futuro cuñado-

-Eso puedo apreciar-

-Así como Hakura es experta en el manejo de la etiqueta y la parafernalia, sin duda será una esposa ideal- suspiro- lo que le sobra a Haruka de talento le falta a Kasumi en disciplina- sonrió maliciosamente al comparar a sus hijas- mira que ni a punta de “reprimendas” he hecho entrar en cintura a esa criatura.

-siempre has menospreciado a Kasumi padre.-

-y tú has sobreprotegido a tu hermana, el seminario te ha hecho demasiado piadoso -suspiro-aunque creo que yo también me estoy ablandando con los años, mira que hoy he evitado magullar mucho sus hombros para que no le fuese tan trabajoso tocar el violín.
Volvió a mirar a la joven violinista notando en ella una clara mueca de incomodidad. Le parecían incivilizados los barbáricos medios con los que Sir Yawa educaba a sus hijas, como intentaba romper el rebelde espíritu de su hija menor, como seguro y ya lo habría logrado con Lady Haruka. Incapaz de seguir escuchando la conversación ni un segundo mas, se disculpo con los caballeros y abandono su asiento acercándose a la orquesta que justo acababa la sinfonía e invito a su “prometida” a bailar.

La orquesta comenzó a tocar el soneto alegre que sin duda invitaba a la audiencia a danzar el minuet , entre murmullos y risas apagadas los invitados formaron círculos dentro de la pista de baile, y con estéticos movimientos la multitud formo las 12 figuras, alternando entre parejas y formas, entre pasos y miradas, entre movimientos elegantes y de coqueteos inocentes se llevaron a cabo los giros y las reverencias, la miradas provocadoras y los ofrecimientos mudos, los sutiles flirteos que contenían los leves contactos de la coreografía.
Noto la intensidad con que lo miraban las doncellas mas jóvenes y el ansia entre las damas mas experimentadas sin saber cual le causaba mas hilaridad. Finalmente volvió a retomar a la pareja con la cual había comenzado, viendo la agitada e inusualmente extasiada. Entrelazo sus dedos con los de ella en lo alto, creando un arco por donde desfilaban las demás parejas y cuando llego su turno la tomo feroz mente por la cintura y la hizo caminar casi unido a el. Decir que la calidez de su cuerpo no le apetecía seria mentir. Haruka representaba su ideal de mujer: bella, educada, formal y sumamente atractiva. Imaginaba ya su noche de bodas, la apasionada entrega y la cálida conjunción de sus cuerpos.

-Es un magnifico bailarín, milord-

-y usted una excelente compañera-
Continuaron dando vueltas hasta el final de la melodía que culminaba con una enfática nota alta del contra bajo. La música seso y las parejas se desperdigaron alrededor del salón.

-¿Podría disculparme un momento? Acabo de ver a algunos invitados que desearía atender y presentarle antes de que acabe la velada-
Encogió los hombros y beso su mano agregando

-no soy un buen conversador. Se una buena anfitriona y atiende a tus invitados-
La miro alejarse en dirección al grupo donde su padre mantenía una charla con un hombre de su edad, dos damas entradas en años y una mucho más joven, probable amiga de Hakura.
Tomo la copa que un mozo le ofrecía y la llevo hasta sus labios, relajando los músculos alborotados por el baile. El repentino enfriamiento de su cuerpo le recordó el deseo intermitente que había cruzado su cabeza antes del baile. Busco entre la multitud el inconfundible cabello cobrizo de la pequeña Kasumi. Le era imperante encontrarla y entablar una conversación con ella aunque ignoraba la razón de aquel anhelo. Era increíblemente ameno charlar con esa criatura divina. Ella le había comentado que las fiestas que su padre ofrecía no eran de su total agrado al igual que sus amistades. La idea de que alguna situación la incomodara le producía una angustia terrible y ansiaba por cualquier medio evitárselo.
Recorrió la galería entera sin ver algún indicio de su presencia, desde que bajara del estrado de la orquesta después del recital de su hermana le había perdido la pista. El pensamiento de no verla esa noche lo desanimo de sobre manera y arraso con su buen humor. Bebió de un trago el resto de la copa y apunto de pensar en reunirse de nuevo con Hakura, vio atreves de un ventanal, vio pasear al pequeño ángel por el jardín. La miro deambular entre las jardineras hasta sentarse en un banco labrado en piedra.

-Temí que te hubieras retirado de la fiesta-
La ronca voz le provoco un suave escalofrió que escalo por su espalda hasta su nuca y un tenue sonrojo en sus mejillas.

-Milord…-

-Creí que ya habíamos dejado las formalidades-

-Es difícil romper los hábitos-

-Perdona si lo dudo- contesto levantando una ceja-Me es difícil creer que te cueste tanto romper una regla –

Suspiro entre el alivio y una nueva ola de vergüenza. Apartando los ojos de su intensa mirada sumergiéndose en el vacio de la noche.

-Supongo que me lo merezco después de lo de ayer-

-¿Qué haces afuera?-

-Disfruto de las estrellas-
Se acerco a ella y levanto el rostro observando el firmamento rociado de chispas brillantes y de una luna llena y hermosa. Gozo del silencio y la compañía de tan relajante actividad, olvidándose del bullicio que acompañaba la fiesta. Sintió la helada brisa que corriera entre ambos recogiendo las fragancias florales a su alrededor. Rosas, tulipanes, jazmines y Lavanda. Existía otro aroma mas frtal ¿Fresas o tal vez Fruta de la pasión?
Se volvió a ella, un poco culpable de retenerla lejos de la fiesta pero al mismo tiempo complacido de hacerlo.

-¿Te gustaría Bailar?-

-No bailo milord-

-Eso es imposible- dijo negando con la cabeza, detuvo el gesto de golpe y levanto una ceja abiertamente divertido- ¿no sabes bailar?-

-Por supuesto que sí- levanto el mentón encarándolo mientas sonrojo subió un poco mas de tono y sus ojos vagaron fuera de alcance–pero… no puedo-

Espero un segundo pero entendió que debía explicarse.
-Es una… actividad físicamente imposible para mí-

La escudriño por un segundo, parecía ligera y sumamente grácil, la había observado caminar moviendo cadenciosamente cada musculo sutilmente. Volvió a negar y le ofreció la mano.

-Eso hay que verlo- dio un paso hacia ella y ella retrocedió uno más, agitando las manos frente a él.

-Se lo aseguro milord, no es buena idea-

-no le temo a un par de pisotones-

-Un pisotón seria lo mejor que podría pasar- tomo la mano que le ofrecía cerrándola en un puno y empujándola hacia el- Le ruego que no insista-

El desaire le tomo por sorpresa, mucho más irritante de lo que merecía. Respiro profundamente alejando la sensación. Una copa de vino y ya se sentía demasiado sensible.

-Entonces ¿que deseas hacer?-

-¿Disculpe?-

-Si no deseas bailar ¿Qué desearías hacer en este momento?-

-La verdad- asintió alentándola a responder- Me encantaría que fuéramos a mi habitación-
Golpeo su labios con las manos al escuchar lo que acababa de decir, mientras el color escarlata se encendía alimentado de la risa ronca que rompía la calma de la noche.
-Quiero…Quiero decir me gustaría que me acompañara a mi habitación… ¡¡NO!! No es a lo que me refería –tartamudeo aumentando el sonrojo hasta el nacimiento del cabello- Quiero decir que me escoltara hasta mi habitación… oh ¡¡Odio estas fiestas!! Me sacan de mis casillas-

Escondió el rostro tras sus manos intentando ahogar la mortificante presión de vergüenza que la recorría de pies a cabeza, deseando que la oscuridad y la inconsciencia la engulleran sin dejar rastro de ella en la faz de la tierra pero contrario a lo que pedía fue envuelta en un cálido abrazo que la mantuvo en su lugar en medio de la fría noche y alarmantemente cerca del tibio pecho que ronroneaba de hilarante placer. La oscuridad de la noche fue intercambiada por los pliegues de seda de la capa que lograban esconderla de la vista de la fiesta, los invitados o cualquier otra cosa que no perteneciera al protector encierro de sus brazos. Noto el suave toque de las palmas sobre su espalda atrayéndola cuidadosamente a él y la increíble sensación de paz y confort pese al miedo que la mantenía paralizada en su lugar. Debía alejarse, dar un paso atrás y romper el contacto pero tal vez el no se lo permitiera o peor aún, tal vez le permitiría apartarse.

-Es la propuesta más tentadora que he recibido pero por mucho que me disguste temo que debo negarme-

- Discúlpame por favor, no sé lo que digo, papa tiene razón soy una impertinente que no usa la cabeza para pensar….-

-Tranquila, ángel- le dijo mientras apartaba un mechón y acercaba los labios a su frente dejando el rastro de un tierno beso. La miro complacido de la inocencia inquebrantable que poseía determinado a protegerla el mayor tiempo posible. Cedió dándole un poco de espacio y un momento para respirar. –Si aun deseas que te escolte a tu alcoba…-

-Por supuesto-
Ofrecio su brazo dirigiéndola adentro dejando atrás las estellas, la noche y a una pareja escondida en la oscuridad.