viernes, 13 de marzo de 2009

Camelo

Capitulo I

Segunda parte

Subí las escaleras golpeando los escalones de piedra con mis pies, haciendo suficiente ruido para que creyeran que estaba furiosa - y lo estaba- que hacia un berrinche y que me encerraría en mi alcoba. Todo iba a pedir de boca hasta que llegue al a los últimos escalones antes de llegar al pasillo que conducía a las habitaciones. Distinguí un pedazo de lino a mis pies antes de comprender que era un fondo ¿Quién rayos perdería un fondo en la escalera? Seguí caminando encontrando otras piezas de ropa, faldas, corsés, camisones, pañuelos, mascadas… cuando alcance la hilera de puertas observe el tapizado del suelo y los candelabros más y mas ropa tendía a diestra y siniestra. Tarde entendí que era mi propia ropa desperdigada por todos lados.
La rabia que sentía en las escaleras no era más que una leve brasa avivada por el viento frio de esa broma sin gusto. Y para bromas sin gusto solo una persona…

-Gizel- susurre rechinando los dientes.

Recogí cada prenda arrojándola en mi cama, no deseaba desquitar mi furia sobre mi pobre ropa si podía desahogarla sobre el pobre rostro de Gizel.
No me moleste en tocar, arremetí contra la puerta casi segura de que estaría esperándome y no estaría sola. La encontré admirándose al espejo mientras una de sus súbditas le desenredaba el cabello azabache y recogía un mechón con un broche de plata.

-Buenas noches Misty-

-Buenas noches Gizel-

-A que debo esta inesperada vista-

-Espero no incomodarte – dije mordazmente para que no confundiera mi cortesía- ¿Has visto
pasar el tornado?

-¿Tornado? No sé de lo que hablas Misty- contesto sínicamente apoyándose en las risitas tontas de sus amigas

-El tornado que desperdigo mi equipaje. Es raro ¿no?-

-No se- encogió los hombros mirándome a través del espejo- Tal vez unas ratas que decidieron que tenían demasiado buen gusto para robarse tus ropas, cariño-

- Te he dicho que no traigas a tus mascotas y si lo haces mantenlas en sus jaulas, querida-
Un destello de furia nublo sus ojos por un segundo antes de retomar la calma. Se aclaro la garganta sonoramente.

-¿Sabes la buenas nuevas Misty?- dijo una de sus allegadas- ¡¡¡Gizel se comprometió!!!
Un suspiro generalizado recorrió el cuarto cuando Gizel se volvió hacia mí encarándome con su
mano izquierda. Era enorme, llamativo y seguramente muy costoso. Muy Gizel.

-Sin palabras ¿no?- alzo una ceja- Lo sé, es precioso, toda una joya. Nada que ver con la bisutería de juguete que tiene Casey pero que se podría esperar. Cada quien tiene lo que se merece ¿no crees?-

-No podría estar más de acuerdo. Muero por conocer al afortunado ¿Cuándo tendré el honor?-

-¿Por qué motivo?- mi inusual buen humor la ponía nerviosa.

-Hasta la pregunta es tonta querida. Para prevenirlo por supuesto… - di un paso seguro y me incline hacía ella- ¡¡¡Advertirlo del demonio que piensa desposar!!!

Di un tirón y arranque el broche plateado trayéndome un gran mechón de cabello negro con él. No espere a ver la reacción de Gizel al perder gran parte de su orgullo, ya había perdido mucho tiempo con esa pequeña escena. Pronto todas regresaría al segundo piso y lo menos que necesitaba era ganar atención innecesaria. Entre corriendo a la habitación desabrochando los cordones del corsé para quitármelo pero me detuve cuando un par de faldas se movieron en la oscuridad.

-¡¡¡Me van a matar de un susto!!! ¿Qué hacen en la oscuridad?-

-Esperando a saber por qué no volviste a la cena-

-Y por qué no estás aquí-

-Estaba jugando al estilista con Gizel- dije amargamente. Encendí uno de los faroles y me escondí detrás del biombo para cambiarme.

-¿Qué hizo ahora?-

-Nada imaginativo-

-¿Suficientemente para vengarnos?-

-Tú vas a ser una señora de familia. Así que olvídalo-

-Aguafiestas-
Salí del biombo con un vestido de una sola pieza, sin corsé, liviano y bastante amplio. Perfecto para viajar. Revolví los montones de ropa que arroje sobre mi cama sin saber donde estaba cada cosa.

-Misty ¿Qué haces?-

-No encuentro mi capa. Dawn préstame la tuya.-

-¿A dónde crees que vas?-

-Afuera.-

-¿al bosque? ¡Estás loca! No te dijimos que…-

-No hay nada en el Bosque- refunfuñe fastidiada, tenía que irme antes de que encendieran los faroles externos- Mira, entre antes me vaya antes volveré-

-No si no te vas-

-¡¡Vamos!!- replique demasiado molesta- tengo que ver a Ronald. Si no se qué paso con él me voy a volver loca.

-Misty por favor…-

-Si no me la prestas me iré sin ella-

-Está bien- Dawn se volvió a sus propias maletas y jalo una larga tela esmeralda y me la entrego.- es nueva cuídala mucho-

-Lo haré- le prometí con un beso en la mejilla. Casey no estaba tan cooperadora.

-Iré contigo-

-No, es menos probable que atrapen a una. Además no me arriesgare a que te expulsen y que pierdas a Giorgio-

-Sabes que eso no va a pasar. No puedo dejarte ir sola-

-Si, si puedes- la abrazase y le entregue el broche plateado- Además tienes que entregarle esto a Gizel cuando venga a pedirlo- Le dedique una sonrisa tierna y Salí para perderme por el pasillo.

No fue difícil salir de la academia, era algo casi instintivo. Me apreté contra las paredes y Salí por la entrada principal sin que nadie notara que una sombra se alejaba de la luz. Use el hueco entre las rejas del camino para evitar el candado y cuando estuve lo suficientemente lejos para sentirme segura cubrí mi cabeza con la caperuza de la capa.

No necesitaba la luz para guiarme a través de los arboles. El tiempo se había detenido alrededor de la academia hacía años que ni una hoja estaba fuera de su lugar. No tardaría mucho, 15 minutos ida y vuelta. Un ligero vistazo y listo.

No tarde en llegar al establo improvisado con ramas y heno, pero para mi decepción estaba justo como antes de irme. Los ciervos aun no habían regresado de su migración y por más que lo desear eso no los presionaría. Había entablado amistad con una manada de ciervos que pastaban en el bosque. En mi primer año en el instituto explorando el bosque encontré a una cría herida, la traje hasta aquí, la cuide y alimente. Cuando estuvo suficientemente fuerte se fue. Para mi sorpresa volvió el siguiente otoño con una pareja y dos pequeños. Pronto la familia de cuatro se convirtió en una manada de 12 y cada año volvían a visitarme. Pero tal vez este verano se extendió demasiado o simplemente no volverían. Así iba perdiendo todo poco a poco y no podía hacer nada.

Camine de regreso mucho más lentamente, no quería moverme. Pausadamente fui consciente de los ruidos que envolvían el bosque. Los crujidos de las ramas y el viento aullando. El bosque se escuchaba mucho más vivo que durante el día. Apreté el paso nerviosa y ansiosa de encontrarme en la seguridad de mi cama. Me arrepentía de haber ido sola hasta allí, al menos con Casey aquí podría controlarme un poco. El compas de mis pasos se dividió en dos ritmos distintos, mis pasos y un segundo juego de pies. Alguien estaba detrás de Mi Alguien me está siguiendo.

Corre.

Olvide el decoro y me deje arrastrar por el pánico mientras corría. Solo debía llegar hasta el enrejado, allí podría gritar y alguien me ayudaría. Pero cuando estaba a unos pasos no pude detenerme, me estruje contra el agujero de las rejas y antes de tener mi cuerpo seguro del otro lado un sonido me helo la sangre.

Un grito. Y no cualquier grito. El grito de una mujer.

Desgarrador y horripilante, el alarido rompió la calma de la noche perturbando a todos dentro del colegio. Pronto saldrían a ver que ocurría y no había llegado tan lejos para dejar que me atraparan. Saque mi cuerpo del enrejado y me escabullí por la entrada. Me quite la capa y la envolví sobre mi brazo. Camine apresuradamente por el pasillo que conducía a la cocina y me escondí allí unos minutos. Escuche el ir y venir de pasos y cuando sentí que no estría tan pálida a causa del susto Salí como quien toma un bocadillo antes de ir a dormir.

Nadie noto mi presencia y si lo hacían me ignoraba. No tenia caso seguir fingiendo. Me apresure a subir por las escaleras y a entrar a mi cuarto. Dawn soltó un grito de felicidad y Casey se me hecho en sima.

-Gracias a Dios estas bien-

-¿Qué ocurrió?-

- Es lo que quisiera saber-

-¿Fuiste tú quien grito?-

-No, ya estaba aquí cuando escuche el grito-

Ambas volvieron a mirarme como si el ojo hubiera vuelto. Realmente odio esto.

-Gizel- Susurro Dawn

-¿Qué?-

-Estuvo aquí- trataron de explicarme- estaba furiosa, le devolví el broche pero quería vengarse. Tenía unas tijeras. Se dio cuenta que no estabas y te siguió-

-Quería tomarte por sorpresa en la oscuridad-

-¿Quería apuñalarme?-

-No- dijo Dawn más pálida que yo misma- Tu cabello…-

-Me hubiera hecho un favor- bromee tratando de refrescar el ambiente.

La puerta se abrió de golpe haciéndonos brincar a las tres sobre la cama protegiéndonos una a las otras. La cara de la directora parecía desencajada, sus gafas colgaban de la punta de su nariz y sus labios estaban blancos.

-Gracias a Dios están todas aquí- soltó mirando en mi dirección. Se relajo y recobro la compostura tan aliviada que no noto que me había cambiado de ropa.

-Madame Lucil ¿Qué está pasando?-

-Nada niñas, no tienen por qué preocuparse-

-Alguien…-balbuceo Casey- alguien está herido-

-No lo creo señorita Lotton. Todo está perfectamen…-

-¡¡Madame Lucil!!- El llamado se escucho justo debajo de nuestra ventana hacia el vacio de la noche. La tenue luz de la lámpara de petróleo iluminaba el rostro del profesor Search mientras la sostenía y apuntaba al bulto que cargaba en el otro brazo. –Madame…-jadeo- la enfermería-

El escalofrió recorrió toda mi espina hasta los talones haciendo temblar mis rodillas. Me alce al frente para sostenerme del marco de la ventana cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad y daban forma al bulto en los brazos del señor Search. El cabello negro empapado en sudor y sangre no lograba ocultar el pálido rostro ni el brillante arañazo en carne viva que lo cruzaba de un lado al otro.