viernes, 20 de febrero de 2009

Sacrifico

-Ella es la señorita Misty waterflower, tu nueva asistente.-

Sus ojos volvieron a recorrerla haciéndola sentirse aun mas pequeña. Era como esperar ser juzgada, sentenciada y ejecutada. ¿Cómo unos ojos color chocolate podían ser tan intensos y atemorizantes a la vez? Estar sentada en media aquella elegante oficina, frente a escritorio de roble y sobre todo expuesta al escrutinio de ese hombre era la peor tortura que había conocido en su vida. ¿En qué rayos estaba pensando al entrar en un edificio corporativo como ese? Pensaba que necesitaba el empleo, por supuesto. Y pensar que esa mañana había estado tan feliz por ser llamada a la entrevista de trabajo.

-Es eficiente, capaz y eficaz.- recalco colocando una mano en su hombro para brindarle confianza- Tiene grandiosas recomendaciones y por supuesto una excelente presencia…-
Cuando se presento en la entrevista creyó que trabajaría para Sam. ¿Por qué no podría trabajar para un hombre como él? Murmuro con pesar. Sam Oak parecía tan amable y alegre, con él, toda seria miel sobre hojuelas. Era lo que rezaba por encontrar, un empleo apacible y tranquilo, cosa que no le auguraban la intensa mirada que continuaba atravesándola.

-¿Qué edad tienes?-Primera vez que se dirigía directamente a ella y tenía que hacer esa pregunta.

-Se que parece muy joven pero ella…

-Señor Oak- le sonrió agradecida antes de dirigirse a su posible nuevo jefe- tengo 22 años señor…

-Ketchum.

-¿Ketchum?- miro confundida a Sam

-¿Tiene alguna problema con eso señorita Waterflower?- pregunto elevando la curvatura de su ceja.

-Ninguno, por supuesto. - dijo volviéndose a él y mordiéndose la lengua para no decirle lo que podia hacer con su actitud - Como le decía, se que luzco mucho más joven de lo que en realidad soy pero…

-En realidad, estoy muy tentado a decir que parece una adolecente.-

Ese era precisamente el problema que la había llevado a estar sentada en esa oficina y teniendo esa ridícula conversación. Sus antiguos empleadores creían que parecía muy joven para desempeñar sus labores… o para defenderse eficazmente, cosa que algunos lamentaron dolorosamente.

-¿Tiene algún problema con eso señor, Ketchum?- pregunto imitando su mueca y tono de voz.

-Creo que eso es lo piensa el señor Oak exactamente - dio un rápido vistazo al aludido- en realidad, ninguna de mis antiguas asistentes compartía su aspecto, señorita Waterflower-

-Y ya que ninguna continúa aquí supongo que su aspecto les fue de muy poca utilidad-Sintió subir por su columna el ronco sonido de la risa masculina, arrastrando el sonrojo hasta sus mejillas. No necesito que explicara su repentino ataque de buen humor, la sonrisa sensual y mirada burlona en su rostro lo decía todo.

-Ash, por favor. Estamos frente a una dama.-

-Creo que esto se termino- corto tajantemente. Se levanto empujada por la vergüenza y por la necesidad de salir se apuntalo directo a la puerta. Paro aferrada al picaporte y lo miro sobre el hombro –Voy a darle un consejo, si su meta es conseguir un asistente eficiente y eficaz, ¡¡le recomiendo que contrate a un hombre!!-grito y azoto la puerta detrás de ella.

- Ash, eso era completamente innecesario- dijo Sam desplomándose en la silla que ocupaba Misty- además de grosero y mal educado.

-Un nombre menos que borrar de la nomina, dudo que hubiera durara más de una semana-

-¿Acaso quieres quedarte sin una asistente? Es la más adecuada, es la más calificada…-

-Es una niña-

-Tiene 22 años y tal vez sea esa- apunto hacia la puerta- la mujer que tú necesites-

-Estoy perfectamente como estoy, muchas gracias-

-Pero la compañía no lo está. Hay demasiado trabajo, no podemos con todo, como para que además tengamos que rotar al personal femenino para tu diversión.- se recostó en el asiento suspirando- Aunque tal vez lo que dijo no fuera tan mala idea-

-¿Qué Idea?-dijo mirando con desconfianza el brillo peligroso en los ojos de Sam.

-Lo que dijo. Tal vez estés más cómodo y te concentres mejor en tu trabajo con un chico que te ayude-

-¡¿Un hombre?! Claro que no- se levanto golpeando el fino escritorio de caoba- ya hay bastante testosterona por aquí con nosotros 6, ya con eso es suficiente-

-Entonces es tu decisión-estiro el brazo y le tendió el auricular del teléfono- Es esa “niña” o un “niño”- No hay peor hombre que aquel que no admite la derrota. Estaba perdido y lo sabía.

Tomo el auricular pero dejo que Sam marcara el teléfono antes de echarlo de su oficina. Si tenía que pedir una disculpa no permitiría que se regodeara en su triunfo. También existían los malos ganadores.

-Viejo- le grito antes de que cerrara la puerta- Saluda a Mama de mi parte.-Disfruto de la risa paternal mientras esperaba que contestaran del otro lado de la línea.
*~*~*~*~*~*~*~
<<Srita. Waterflower, el puesto sigue bacante, si aun está interesada preséntese a las nueve de la mañana>>Era el tipo más arrogante y déspota del mundo. El mensaje ni siquiera sonaba como una disculpa. ¿Y Qué había hecho ella? Estaba dentro del elevador de camino a un empleo que seguramente odiaría. <Todos tiene su precio Misty> recordó amargamente agradeciendo que su padre no pudiera verla. Todos y todo tiene su precio y si ese era el precio a pagar por su libertad, estaba más que dispuesta a pagarlo. Al menos por ahora.

Jugueteo con el encuadernado de la estridente agenda, suspiro y volvió a mirar el ascenso de números en el contador de ascensor. << lleve una agenda en blanco>> decía el mensaje. Tal vez esa pequeña agenda azul eléctrico no era lo más adecuado para esa elegante oficina pero lo único que se encontraba al alcance de su bolsillo, su única opción.

La campanilla sonó y las puertas del ascensor se abrieron para dejarla salir al ilumino pasillo. Por primera vez pudo apreciar la cálida decoración. Grandes ventanales permitían la entrada a la cálida luz del sol a la vez que los tonos ocres del tapizado agregaban un poco mas de temperatura al ambiente. No había cubículos, ni paredes. Todos disfrutaban del compartir su espacio de trabajo mientras se dedicaban mirabas empáticas por encima del papeleo mientras un delicioso aroma a café impregnaba el aire. Por un segundo tuvo la descabellada idea de que trabajar ahí podría ser acogedor.

De pronto, sin saber porque, se topo con unos cálidos ojos castaños y una sonrisa protectora recibiéndola.

-Que hermosa sorpresa, buenos días Misty-

-Buenos días señor Oak- contesto devolviéndole la sonrisa

-Me alegra ver que volviste, tiene agallas, jovencita-

- No es tan fácil asustarme Sr Oak-

-Por favor llámame Sam ¿te gusta el lugar?-

-Po supuesto Señ… Sam. Todos son muy amables o al menos la gran mayoría-

-Por favor, disculpa a mi hijo por lo de ayer, a veces pierde la perspectiva pero es un buen
muchacho-

-¿Entonces si es su hijo?-

-¿Lo dices por que el es Ketchum y yo Oak?-suspiro y se encogió de hombros- Es una larga historia-

-¿Que buena historia no lo es?

El carraspeo de una garganta desvió su atención hacia el elegante hombre que los miraba con evidente aprensión. Era una escena que no le agradaba en lo más mínimo. Su padre estaba demasiado familiarizado con esa jovencita y eso le producía una espantosa sensación incomodidad. De pie allí, fácilmente podría pasar como la hija pequeña del hombre mayor. Parecía tan joven en el sencillo vestido de raso azul que ocultaba cualquier vestigio de su edad verdadera. Ni siquiera en su figuraba delgada existía algún indicio de madurez. Las líneas que se curvaban en su cuerpo eran peligrosamente escasas y los rebeldes mechones que caían sobre su cara no hacían más que suavizar los afilados rasgos de su rostro. No había nada, nada excepto… esos increíbles ojos violáceos que no había visto nunca en su vida y que lo miraban con una mezcla de desasosiego y alarma que los hacían más profundos.

Tranquilamente de pie, ese hombre emanaba una esencia de respeto y algo de terror. Enfundado en su traje a la medida imponía su presencia de tal manera que atraía las iras con un extraño magnetismo. No recordaba que fuera tan alto o tan espeluznante. Y sin lugar a dudas era el hombre mas apuesto que había visto en su vida

-Creo que ya se siente lo bastante cómoda como para detenerse a charlar en pleno pasillo y arriesgarse a llegar tarde en su primer día señorita Waterflower. ¿No ha escuchado que la puntualidad es la mejor carta de presentación?

¿Pensó “apuesto”? Arrogante y grosero eran palabras que lo definirían mejor… Esas y algunas otras que una dama no debería conocer. Respiro profundamente y aferro la libreta para no arrojársela.

-¿Y usted no sabe que la impuntualidad también implica llegar demasiado temprano? - dijo mirando su reloj- aun me quedan algunos minutos y a quien decida dedicárselos, señor Ketchum, no es de su incumbencia-

-Lo es cuando son los minutos que yo le pago señorita Waterflower y mi tiempo es muy valioso como para desperdiciarlo. Si gusta seguirme…-

-¿Es una sugerencia o una petición?-Estuvo a punto de esconderse detrás de Sam cuando lo vio aproximarse, pero se negó a darle esa satisfacción. No se movió ni siquiera cuando tomo su barbilla entre los dedos para levantar su rostro.

-Es una orden. Acostúmbrense-Observo triunfante las tonalidades que tomaba el pálido rostro hasta pintarse del color de su cabello. Eso era lo q necesitaba esa chiquilla odiosa, pensó. Odiaba a las mujeres impertinentes y altivas. Una mujer debía ser refinada y frágil, sumisa, hermosa y femenina. Tal vez algo mimada y obtusa. Lo aceptaba, era parte de la naturaleza femenina y estaba dispuesto a pasarlo en alto si la mujer en cuestión recordaba cual era su lugar. Y si ella no lo sabía, el tendría que mostrárselo.

La condujo hasta la entrada de la oficina en silencio, acompañado únicamente por el sonido de los pasos a sus espaldas. Se detuvo frente al escritorio delante de la puerta, corrió la silla y con un gesto afónico que no admitía discusión le ordeno que se sentara.

-Este es su lugar- dijo puntualizando cada palabra- y no se moverá de aquí a menos que yo se lo diga. Cada vez que yo salga de mi oficina espero verla en este escritorio. ¿Lo entiende?-

-Sí, Sr ketchum-

-Bien, imagino que eso es la agenda en blanco que le pedí- señalo desdeñosamente al pequeño cuadernillo azul- espero cumpla su función. Sera su obligación agenda cada una de las actividades del día. ¿Cree que pueda hacerlo o debo escribírselo para que lo recuerde?-

-No será necesario…-

-Bueno, eso es ya es un progreso- se burlo deleitándose con la furia contenida en los ojos azules de su asistente- Esta es una lista de sus responsabilidades-
Toco la hoja de papel sobre el escritorio con las puntas de los dedos y las deslizo por la superficie de la reluciente madera pulida para que pudiera leerla. Observo sus parpados abrirse de golpe a medida que conocía las actividades que recaían en su puesto y un amago de satisfacción surgió al verla arrugar la orilla del papel entre los dedos.

-Organizar cenas de negocios y banquetes, recepción de citas y archivos, buscar tu ropa, Café y desayuno caliente a las 7:30-se volvió a verlo horrorizada- la oficina abre a las 9 de la mañana… tu no necesitas una asistente, lo que tú quieres es una sirvienta.-

-Si la necesitara creo que estarías más que calificada para serlo- casi podía escucharla rechinar los dientes- pero por ahora con lo de la lista está bien.

-Escúchame bien niño mimado...-frenética empujo la silla y se estiro lo suficiente para mirarlo de frente antes de usar su timbre mas frio de voz- olvídalo, no necesito esto- mintió- puedes tomar tus “responsabilidades” y dárselas a alguna de tus amiguitas para que juegue con ellas-

Un largo escalofrió la sacudió cuando se acerco y la paso de largo. Algo no estaba bien y lo sabía. Era un hombre al que nunca se le habían nada, que probablemente des conociera el significado del término NO y por supuesto no permanecería impasible mientras alguien le arrojara esa respuesta a la cara. Tomo el picaporte con una fuerza que podría abollarlo y abrió la puerta de la oficina

-Entra- ordeno –no me obligue a arrastrarla adentro Srita. Waterflower.
Ni siquiera se le ocurrió desobedecerlo. Lo que decía sencillamente no era una amenaza, era un promesa. Sostuvo la puerta hasta que la pelirroja entro dejando un tintineante esencia a fresas y jazmín. Después cerró la puerta y se acerco tanto a ella que enso que le salaria encima.

-¿Sabe que hacemos aquí señorita?-

-Inversiones de alto capital- contesto recurriendo a la poca información que le habían proporcionado en la entrevista.

-Es una manera de decirlo. La compañía es una de las más grandes financieras en el mercado y eso se debe a que tenemos a los empleados más eficientes y capaces con el que podemos contar, pero para mi mala fortuna usted es la única persona que me puedo permitir ahora, mi única opción- ignoro la irónica sonrisa que bordeo sus labios- No puedo dejarla ir. Tendremos que trabajar juntos por un tiempo así que estoy dispuesto a darle una pequeña concesión. Hable –dijo dando un paso para separarse de ella solo lo necesario- dígame lo que quiera decir. Desahóguese.

-¿Puedo decir…lo que quiera?- pregunto boquiabierta. El asintió- ¿sin ninguna consecuencia?-

-Sin ninguna consecuencia… por esta vez-

-De acuerdo- extinguió el paso que los separaba, tan cerca que podía empujarlo. Irguió la espalda y levanto la barbilla para mirarlo segura de lo diría.- Usted es el hombre más arrogante, presuntuoso y soberbio que he conocido en mi vida. No tiene ni la más mínima idea de lo que es el respeto y la decencia. Es más que obvio por que el Sr. Oak decidió contratarme. Creyó que no se dedicaría a seducir a una mujer que pareciera tan joven como yo.-

-Eso es indudable, pero le aseguro que en este caso su apariencia no tendría nada que ver, ¡¡Bastaría con estar con usted 5 minutos en la misma habitación para saberlo!! Es la mujer más insolente e insufrible que he conocido en mi vida. No me fijaría en usted ni por todo el dinero del mundo-

-Y aunque lo hiciera, no le serviría de nada.-

-Eso es lo que usted piensa, pero créame, no lo intentaría ni aunque mi vida dependiera de ello-

-!!!Petulante, Engreído, Cretino.!!!-

-!!!Chiquilla Malcriada!!!-
Sin saber cómo, terminaron tan juntos que peleaban por el mismo espacio, olvidado que se encontraban en una habitación completamente vacía. Misty retrocedió un paso rompiendo el contacto que los unía, con el doloroso recuerdo palpitando en su mente del porque nunca se había permitido acercarse físicamente tanto a una persona.

-Es usted un idiota y un imbécil- su mirada se torno del color del hielo- no puedo creer que exista una persona así en el mundo pero desgraciadamente para ambos, usted también es mi única opción. Así que hágame un favor, no me moleste y déjeme hacer mi trabajo en paz-

-Eso es lo que planeo hacer- tomo la enorme pila de papeles de su escritorio y los dejo caer en sus brazos-Estoy algo retrasado con el papeleo. Son cuentas y registros que deben ser ordenados, actualizados y archivados lo antes posible. Como podrá imaginar mi antigua asistente estaba ocupada en otras cosas.- disfruto verla sonrojar- Dígame señorita Waterflower, ¿es usted tan eficiente y eficaz como un hombre?

La dejo marchar con un portazo y con una profunda sensación de satisfacción se dedico al trabajo el resto del día. Cuando finalmente salió de su oficina satisfecho con los progresos de las inversiones, tuvo una punzada de desasosiego al descubrir el asiento de su asistente vacio y la reducida columna de carpetas sobre el escritorio.Cuando abrió la puerta de su despacho, temprano la mañana siguiente, lo recibió una cálida atmosfera con sabor a café y comida caliente tan desconcertante como la imagen que lo esperaba junto a su escritorio.

Allí estaba su joven asistente, vestida con unos pantalones amplios color arena y unas cómodas zapatillas beige sin tacón a juego. Un suéter blanco envolvía sus caderas y se ceñía a su dorso y brazos hasta el escote ancho que dejaba al descubierto sus hombros. El único accesorio que usaba era la mascada que adornaba su pálido cuello a forma de corbata y se perdía debajo del tejió del suéter. La rebelde melena pelirroja era aplacada en una coleta alta que rosaba su espalda y su piel brillaba sin una gota de maquillaje. Extrañamente el conjunto masculino hacia recalcar una feminidad de la que no había logrado ser consiente el día anterior.

-Buenos días señor Ketchum- peleo contra la sonrisa que se forzaba a salir ante el asombrado rostro de su jefe- Espero que se sienta con bastante energía pues le espera un día muy atareado. Tiene una junta de consejo dentro de una hora, después una reunión con inversionistas a las 2 de la tarde. Debe revisar las cuentas del Sr. Pesscot y estoy por confirmar la visita del Sr. Williams a las 5 de la tarde. Tiene dos llamadas en espera por la línea uno y dos y creo que le agradara saber que termine de actualizar y archivar todo el papeleo atrasado. ¿Hay alguna otra cosa en que pueda ayudarle señor ketchum? –

El silencio valió cada una de las horas de falta de sueño invertidas a su plan. Ver a un hombre del calibre de su arrogancia quedarse sin palabras no tenia precio.

-Si no es así , entonces me retiro- camino directo a la puerta sabiendo que sus ojos achocolatados la seguirían hasta la puerta- una cosa más- dijo volviéndose preparada para la estocada final- Tal vez no sea tan eficiente y eficaz como un hombre, pero te aseguro Ash, que durare más que una semana- y sin agregar más salió dejando a su mudo jefe desplomarse sobre su cómoda silla ejecutiva.