sábado, 1 de noviembre de 2008

!!!!FELIZ DIA DE MUERTOS!!!!

Se paseaba la muerte por el cementereo
con la mision del clan atrapar
y con sus almas de acarreo andar.

Primero fue por odie que la trato de vacilar,
despues a kasu tuvo que buscar.

Fue por Lyz quien trato de escapar,
y Por sumi hasta argentina fue a dar.
Por ultimo a Blue tuvo que encontrar,
descubrio que esta se fue a parrandear;
celebrando su cumple las invito a festejar.
Entre todas hicieron ala muerte bailar,
entre giros y maromas la hicieron tambalear
y al suelo fue a parar.
Recogiendo sus huesos por todo el lugar
se fue a su casa descansar,
no sin antes al clan amenazar
"!! El proximo año las voy a atrapar!!"
Si, las *calaberas* no se me dan muy bien pero espero que les cause un poquito de gracia jijiji
Las quiero chikas.
*Las calaberas son poemas o versos que se realizan por la celebracion del dia de muertos en Mexico, deben ser ingeniosas, devertidas y rimar,

Obsequio

Capitulo II

-Es un bellísimo paraje, difícilmente se pueden sembrar Duraznos y limas en mi hogar-

-Esta es una tierra limpia y fértil, milord. De eso ha dependido el sustento de nuestro pueblo desde siempre-

Le explico Lady Haruka al recién llegado, que gustosa cumplía con la su solicitud que le hubiese hecho después de hablar con su padre, al darle un recorrido alrededor de los huertos frutales.

Poca atención prestaba a la historia, mucha más al andar de la dama que caminaba a su lado, apenas lograba escuchar el crujir de la hierba bajo los pies de la joven, indudablemente perfeccionados al paso de los años que debió dedicar al entrenamiento de elegancia y distinción de toda dama que se prestara a presentarse en sociedad. Su posición erguida, sus pasos firmes y cortos, el silencio de cada pisada se lo confirmaban. Le indico cambiar de camino, señalándole sutilmente un robusto árbol a poca distancia. Se ocultaron bajo su sombra viendo caer los pétalos de las flores que el viento desojaba. Con todo el uso de la elegancia que su cuerpo poseía, la joven se inclino hasta tocar casi sus pies dejándose observar por el caballero de quien tenía ahora toda su atención. Dejo que la contemplara en aquella posición, que no tenía otra intención más que mostrar todos los atributos de los cuales ella gozaba y que aquella maniobra realzaba considerablemente, indudablemente una estrategia de seducción que dominaba con total naturalidad. Se levanto aparentando inocencia de la intensa mirada que hubiera robado al joven y le ofreció el tierno durazno que recogió del suelo.

-Son los más deliciosos de todo el reino milord, compruébelo por sí mismo- se dirigió a él, invitándolo a comer de sus manos el fruto.

No le cavia duda, aquella doncella obraba a la pura orden de la astucia y premeditación, bien educada en la instrucción de su padre, de cómo poner a un hombre a sus pies. Diestra en la formalidad, artera, inteligente, sagaz, recatada y arrebatadoramente deseable, suponía un gran partido al hombre al que fuera entregada. Tomo la suculenta fruta y la miro como si entre sus manos tuviera la gema más preciosa.

-Lady Haruka, ¿Sabe la razón de mi visita y del encuentro que e celebrado con su padre?-

-El cumplimiento de las órdenes del Rey-
Dio un mordisco al terso fruto arrancando la mitad del contenido. Degusto el sabor dulzón y acido, que pocas veces había tenido la suerte de disfrutar.

-He de suponer que conoce dichas órdenes-

-Mi padre me las ha confiado y debo ser sincera con usted, en un principio no logre comprender tal disposición de su majestad, al ser yo una neófita en temas políticos- dijo mostrándose sumisa y obediente- pero mi padre me ha explicado que todo esta ha de hacerse por el bien de nuestra patria-

-¿Significa que no dudaría en sacrificarse por el bien de su país?-

-Ni un solo momento-

- Y si he de deciros que usted ha sido entregada a los brazos del enemigo, por su padre y por solicitud del su rey…-

-No lo calificaría de un gran sacrificio que necesitara de una férrea voluntad- le contesto a medida que giraba alrededor del árbol tomada del tronco y aparecía del otro lado- usted parece un hombre caballeroso y gentil-

-Lo soy con quienes me demuestran su lealtad-

-la tendrá siempre-

-¿Tu obediencia?-

-a toda hora-

-¿tu confianza absoluta?-

-incondicional-

-Y si tu sangre te llamara de vuelta a estas tierras-

-Mi lugar es al lado de mi esposo, su casa será mi hogar y fidelidad se la debo, primero a mi Dios
y enseguida a mi señor-

Como si declamara un poema bien estudiado, recito cada una de las palabras que el caballero – o cualquier otro- esperaría oír de la mujer que compartiría el resto de su vida.

-Debo admitir que por algunos momentos la angustia fue presa de mi, milord-le confesó llevándose las manos al pecho- creí que elegirías a mi pequeña hermana…-

-¿Lady Kasumi?-

-Si- afirmo con la cabeza- La admirabas con tal devoción en la galería, que supuse que sería ella tu elección-

-Es dueña de una hermosura extraordinaria y unos ojos que jamás hubiese visto e pero- titubeo al elegir sus palabras- es solo una niña-

-sus palabras me tranquilizan milord- y como ella misma lo describía todo su cuerpo dejo caer el evidente peso que sus conjeturas hubiesen puesto sobre su espalada. Mirar los celos que una criatura pudieran despertar en una dama de tan sublime belleza le parecía más que hilarante pero a consideración de los sentimientos de esa mujer prefirió ahogar su sonrisa en el ultimo pedazo de durazno que aun quedaba en su mano.

A lo lejos una figura se dibuja en el horizonte haciéndose más grande y formada a medida que se acercaba a ellos, gritando y gimiendo, agitaba los brozas deseaba de llamar su atención

-Lady Haruka, Lady Haruka….Lo ha hecho de nuevo- gimoteaba al momento que su paso se mermaba al alcanzar las sombras del durazno- Su hermana lo ha vuelto a hacer y Don Nicolás está furioso… solo aparte unos segundos la vista y ha logrado escurrirse como el agua. Don
Nicolás ha amenazado con cancelar las clases de violín para marcharse y no volver jamás- gritaba furica la tutora.

-Pero se supone que debías tenerla vigilada-

-Solo el santo padre puede mantener vigilada a esa criatura, se mueve como si atravesara las paredes…-

Le pareció demasiada algarabía para un asunto tan insignificante, la ausencia de una clase de violen no significaba el fin del mundo y mucho menos justificación para los alaridos que vociferaba la anciana. Estiro su mano rumbo a las ramas bajas del árbol para buscar recoger otro fruto pero en lugar de eso diviso los tobillos desnudos que se ocultaba debajo del ruedo del encaje azul. Reconoció la forma de sus pálidos pies descalzos colgados de una rama alta y siguió su acenso en busca del rostro de la fugitiva que se escondía entre las hojas. Justo cerca de la copa del árbol, lo miraba con su rostro envuelto en un chal índigo pálido, ocultando el incandescente color de cabello que la descubriría en un segundo. Lo miro desde aquella insólita altura llevando ambas manos a sus labios en señal de una súplica por su Silencio. La cómica escena no pudo haber sido imaginada si no por el más habilidoso comediógrafo: Las mujeres, histéricas por su huida y la escapista sobre sus cabezas volviéndolo su cómplice.

-Lord Satoshi, espero tenga la amabilidad de dispensarme pero apremia encontrar a mi hermana-

-Por supuesto-

Y tan rápido como llego, la anciana se alejo seguida de su ama a la búsqueda de alguien que no deseaba ser encontrado.

Antes siquiera de poder ordenárselo, la miro descender con una habilidad digna de un felino. Ahora entendía la facilidad con la que se le deba el escape y el acenso a los arboles. Cuando la sintió en una rama baja que fácilmente soportara su peso, le hizo señas de que se sentara y sin causarle el menor esfuerzo la tomo por la cintura y la levanto hasta dejarla de pie entre las hojas caídas en el suelo.

-Gracias por no delatarme-

-No tienes por qué hacerlo. Me ha resultado mortalmente cómico ver tus piruetas allá arriba- le contesto extremadamente complacido – pero me has obligado a ocultarle la verdad a tu hermana-

-Le pido disculpas por eso, no deseaba arrastrarlo en mi travesura milord- le contesto sin tratar de disfrazar el agrado que ese hombre le provocaba.

La miro radiar al sonreírle, era en extremo bella, no solo por el esplendor que emanaba de su figura y su piel, un atractivo mágico se desprendía de ella encantando sus sentidos. Se dio el placer de volver a examinar los rasgos que poseía, indagar más detenidamente sus facciones: el contorno de sus ojos, el perfil de su nariz, el suave delineado de la comisura de sus labios… fue ahí donde una imperfección apareció a sus ojos, lo que al principio le pareció un mechón de cabello fuera de su lugar, comenzó a expandirse a lo largo de su mejilla, casi llegando a su cuello.

-Te has herido- dijo preocupado de que alguna de las ramas hubiese arañado su rostro. Sostuvo la mejilla con su mano y con su pulgar borro el rastro que la gota de sangre dibujo en ella. La muestra de afecto de ese hombre la hizo estremecer, algo había en el que no le permitió alejarlo de sus pensamientos desde esa misma mañana que lo hubiese conocido. Y aunque sabia de la disputa que sus familias celebraban desde hace siglos, le emocionaba efusivamente que pronto formara parte de la familia.

-Mi piel es delicada señor- dijo apartando su rostro abochornado de la vista del caballero- en extremo. Se hiere con suma facilidad. No es nada de qué preocuparse-
Sintió el rechazo por parte de la joven y dudando un segundo comprendió la razón. Tomo su barbilla entre sus dedos y volvió su rostro hacia él.

-Es que nunca has sido contemplada por un hombre ¿No es así?- evidentemente su observación la incomodo demasiado al punto de desviar sus ojos al suelo- ¿Qué edad tienes Kasumi?

-Quince años- La respuesta lo desconcertó, hubiera calculado doce, trece años como máximo. Le era imposible imaginar que los encantos hubiesen sido ignorados en una mujer en edad de contraer nupcias. Sintió que apretó los labios tratando de contener la amargura de lo que estaba a punto de decir –Estoy prometida a Sir Kojiro…un viejo amigo de mi padre-

-Disculpe mi atrevimiento Lady Kasumi- soltó su rostro y se disculpo por la osadía de creerla abandonada.

-Por favor no se disculpe- Le dijo divertida al ver como asumía su rol de caballero –Debería ser yo quien le pida perdón, lo he inmiscuido en unos de mis ardides para molestar a mi padre-

-De ninguna manera My lady…-

-Por favor llámeme Kasumi, he disfrutado mucho escuchar mi nombre salidos de sus labios-

-Solo si usted me proporciona el mismo placer- Ella asintió gustosamente. Mientras que un sonido horrible proveniente de la casa llegaba hasta ellos

-Siendo que pronto nos convertiremos en familia, creo que deberá acostumbrarse a este tipo de desavenencias- le susurro en complicidad de un secreto.

-Creo que sí, ya me enterado que ha dejado plantado a su maestro de violín-

-Es un pequeño juego que compartimos Sir Ceres y yo: yo me escondo y él le grita a mi padre furioso-

-¿Sir Nicolás Ceres es su maestro? Pero si se trata del compositor de la corte. Confecciona como ningún otro-

-A si como sus insultos y reclamos a mi interpretación-

-Pero debe ser muy diestra si Sir Nicolás le ha tomado como pupila- Su alago volvió a avergonzarla atroz mente- debe permitirme oírla desempeñar una pieza.-

-Y lo hará-le aseguro- tocare en el baile que mi padre ofrecerá en su honor Lor… Satoshi…- pero antes de poder darle los pormenores de la celebración, una nueva figura se acerco a ellos, más alta y robusta que la anterior.

-¡¡¡Kenji!!!- grito emocionada y salto a los brazos que el hombre le extendía- Creí que llegarías hasta a mañana.-

-El buen tiempo me ha permitido regresar con mucha anticipación mi querida Kasumi- la aparto de su abrazo y la miro con severidad- me encontrado con Haruka y me ha contado que volviste a escapar, le he dicho a mi padre que me has visto llegar por la ventana del salón y has venido en mi encuentro…ahora debo llevarte con él, para tratar de calmar sus ánimos y ahorrarte una golpiza como las ultima vez Kasumi-

-Eso puede esperar un segundo- Le contesto sin la menor preocupación que mostraba su hermano a las amenazas de su padre- Deseo presentarte a alguien, Kenji el es Lord Satoshi Sekai. Satoshi, el es mi amado hermano Kenji.-

-Un Honor Milord- lo saludo son una reverencia sin soltar su hermana por miedo a una nueva fuga.

-EL honor es mío-

-Ahora si me disculpa Milord, debo de llevar de regreso a esta dama antes de que comparta el fatídico destino que se cierne sobre ella-

-O si gusta podrías acompañarnos…-

sábado, 11 de octubre de 2008

En las tinieblas

4 años después

Amo los días de lluvia. Tal vez fue por esa razón que no fue difícil tomar la decisión de irme a vivir a Londres… aunque debo admitir que mis hermanas fueron parte fundamental también. Tenía un puesto “privilegiado” siendo la menor de de 4 hermanas, joven, rebelde y había adquirido los dones natos de mi madre para las artes. Con estas cualidades era de esperar que gozara de ciertos privilegios, desgraciadamente parecía que mis hermanas no lo sabían. Me trataban mas como una sirvienta que como parte de la familia y el concepto de amor fraternal, era algo completamente desconocido. Lo decidí antes de la graduación –fecha que les paso desapercibida- que no me quedaría más con ellas, sentía que ese no era mi lugar, que debería haber otro lugar para mí. Donde yo perteneciera…

-Atención pasajeros, aterrizaremos en el aeropuerto internacional de Londres en solo uso momentos. Sujeten sus cinturones y…-

El aterrizaje fue suave y sin problemas pese a que la pista estaba totalmente empapada por la lluvia, pero claro eso debe ser algo normal donde el estado natural es lloviendo.
Me alegre tanto de haber enviado mi equipaje antes del viaje, solo tendría que preocuparme por mi pequeño bolso de mano y por conseguir un taxi. Pero, para mi total sorpresa, antes de poder llegar a la salida de la sala de acenso y descenso de pasajeros me encontré con los ojos grises que me buscaban entre la multitud.

Me miraban como si estuvieran viendo un fantasma, decidiendo si debía acercarse o no. Un amargo sabor subió desde mi estomago por mi garganta, , pensé que podría atrasar el momento de los reencuentros unos días y sin embargo estaba allí, de pie en su traje formal, tal y como lo recordaba.

-Misty, por aquí- me grito levantando la mano por si todavía no lo hubiera visto.

-Hola papa-

-Hola cariño- no espero para abrazare, muchísimo más relajado que cuando hablamos por teléfono, avisándole que iria a vivir con el.

-papa, ¿Qué haces aquí? Creí que estarías en España con uno de tus clientes-

-En Portugal, cariño- rio entre dientes mientras me soltaba del abrazo- ¿Crees que te dejaría abandonada en el aeropuerto bajo la lluvia?-

- no me abandonaste papa, y en Celeste también llueve ¿Crees que no se usar un paraguas?-
Tomamos la carretera evitando el tráfico del centro de la ciudad, “La ruta panorámica”. Todo estaba lleno de vegetación y una suave capa de neblina, que hacia resaltar las luces de visando los autos que manejaban en sentido contrario a nosotros cruzando el puente de Londres.

-Papa ¿Vives muy lejos?-

-No vivimos tan lejos-me dijo haciendo énfasis en las primeras palabras de la frase- a 15 km de la costa, llegaremos en unos 20 minutos.

Papa era un exitoso corredor de la bolsa lo que nos daba un estatus económico bastante acomodado y pese a que generalmente trabajaba en la ciudad, prefería los suburbios tranquilos de Docklands, en la isla de Cani. Para mi suerte allí también estaba la universidad Cani.
De repente fui consciente de las señales de urbanidad que nos rodeaba, arboles y autos pero principalmente casas con jardines tan densos que parecían junglas. De todos los estilos y colores posibles: departamentos modernistas, casas barrocas y por supuesto una blanca tan enorme que parecía una mansión, rodeada por altos muros de vegetación, me recordó a los castillo de los cuentos de hadas.

No tardamos en llegar a casa, una edificación de dos pisos, un jardín pequeño y un garaje. Era la primera vez que la veía y me pareció inadecuada para una familia de 4 o 5 pero era mucho más amplia por dentro, con un moderno recibidor-sala junto a las escaleras, un estudio y la enorme cocina con salida al estacionamiento.

Las maletas de mi padre reclinadas al lado de la puerta me hiso entender que no había retrasado su partida más de lo necesario para llevarme hasta la casa. No estaba muy seguro de dejarme sola, pero lo empuje de regreso al auto después de acomodar el equipaje en el maletero. Dijo algo acerca de contratar un ama de llaves y cuanto me amaba antes de volver a la carretera y perderse en la neblina

Contemple el interior de la casa en la oscuridad. No se veía tan aterradora como se suponía que debería verse, era apacible y muy tranquila, dos cosas que jamás tuve con mis hermanas. Tal vez había tomado la decisión correcta en venir hasta aquí. Recorrí cada una de las habitaciones antes de subir a mi propia alcoba. Descubrí que sin excepción alguna había una fotografía de mama en cada habitación. Papa aun no lo había superado, nadie lo ha hecho pensé sintiendo como las lagrimas me quemaban los ojos .
Estaba demasiado melancólica por el viaje y muy agotada. Lo único que quería era ir a la cama. Subí las escaleras con calma y escogí la puerta de la izquierda, plenamente segura que era mi cuarto. Estaba en blanco y casi vacío, no había más que una cama, un escritorio y el armario. Imagine que papa prefería esperar a que yo la decorara a mi gusto, borre la idea de tener que ir de compras mientras me derrumbaba en la cama sin ponerme la pijama, jale la orilla de la colcha para cubrirme y pronto caí en un profundo sueño.

Cuando desperté todo se encontraba en silencio, no había nadie en la casa. Una sonrisa se dibujo en mis labios, no lo podía creer. Podía despertar en mi habitación sin tener que escuchar los gritos de mis hermanas o sus insaciables atracos a mi armario, no estaban allí discutiendo por alguna tontería ni exigiéndome su desayuno, estaban a miles de kilómetros lejos de mí.
Comencé a disfrutar de mi libertad, no tendría que preocuparme de nadie más, ni compartir nada con ellas, en esos momentos solo tendría que ocuparme de mí, era un alivio. Disfrute de una muy larga ducha caliente y después de vestirme -lo primero que tome de mi equipaje sin desempacar- baje a prepararme el desayuno, unas tostadas francesas junto a un jugo de naranja y pan tostado. Mire la hora en el reloj de la pared, aun era temprano y si me apresuraba podría llegar a la universidad a tiempo.

Tome mi abrigo y una de las tostadas mientras me dirigía a la puerta del garaje. Tuve que rodear el auto que mi padre había comprado para mi, (un compacto deportivo muy femenino) pero ya le había advertido que no planeaba usarlo. A Papa nunca le agrado mi manera de transportarme, le parecía impropio de una chica pero era de suponer que tarde o temprano cambiaria mi bici por una Motocicleta mucho más poderosa, era un cambio predecible.

Tome el casco y me lo ajuste antes de salir al pavimento, sosteniendo el último bocado de la tostada en mi boca. En la calle, monte mi Ducatti roja magenta y me apresure por la vereda al oeste de mi nuevo hogar. Mi padre había dicho que la playa estaba a 15 km de aquí, así que si me apresuraba podría estar allí en 20 minutos y después volver a la universidad a tiempo de la primera hora. No me tope con ningún auto en el camino, únicamente con los letreros que me indicaban por donde seguir. En menos de 10 minutos ya podía sentir el olor salado del mar y el color blanco de la arena. Deje mi moto cerca de la playa y corrí lo más cerca que pude del oleaje que rompía sobre la costa. Era hermoso y diferente… nunca había visto un lugar igual, el sol no brillaba y podría sentir la brisa fría que tocaba mi rostro, probablemente la temperatura habría bajado unos cuantos grados que en la carretera pero no era incomodo, era renovador. Distaba mucho de las típicas playas tropicales pero era hermosa, un escenario gótico, casi romántico. Un escalofrió recorrió mi espalda y un suave aroma me rodeo por completo, intente descifrar la fragancia pero era imposible, no había ninguna vegetación cerca mucho menos flores, pero era deliciosa y embriagadora. Era tan intimo e incitante, que me hizo sentir posesiva de él, era mío, solo mío, al igual que el etéreo paisaje que contemplaba. Retuve un momento la idea de faltar a clases y disfrutar la tarde en playa, mi playa, pero sacudí mi cabeza alejando esa opción. Había sido difícil conseguir que la facultad me aceptara tan adelantado el semestre y no quería decepcionar a Marina que seguramente estaría esperándome, tenía que ir.

Un nuevo escalofrió me hizo temblar haciéndome consciente de lo frio que se estaba tornando el clima, estaba tan absorta que no note que había empezado a llover suavemente y que las gotas descendían por mi cabello empapado y obscuro. Me alegre mucho de haber tomado el abrigo impermeable, debía acostumbrarme a ese húmedo clima.

Llegue con tiempo de sobra a la facultad, dándome el lujo de buscar un lugar cercano para estacionar mi motocicleta. Todo era tan diferente a celeste, lo edificios de la universidad eran mucho más altos y grandes, fácilmente podrían tragarse a mi antigua escuela. Temí que mi falto sentido de orientación me haría perderme antes de llegar a mi primera clase pero intente no pensar en ello. Todos los chicos parecían distantes internados en su propio mundo, como si no existieran nadie más. Elegantes y a pasos seguros bajaban de sus automóviles último modelo, demasiado exclusivos para que pudiera identificarlos. Me alegre que nadie pareciera verme, prefería pasar desapercibida. Camine lentamente hasta le entrada del edificio principal, sería más fácil ubicarme desde ese punto y si tenía problemas sabía que podría preguntar en cualquiera de las oficinas.

Era demasiado grande, casi abrumador, demasiado para mi, mantenía mi mente tan alerta a cualquier sonido que ni siquiera note cuando me detuve al pie de las escaleras. No podía seguir, la indecisión se había tornado en confusión, una ráfaga de temor me había atrapado. Me sentía acorralada, como si alguien estuviera persiguiéndome y me hubiera atrapado dentro de un callejón sin salida. Mire a mi alrededor, nadie me miraba, ni siquiera me notaban, demasiado ocupados en sus pensamientos, pero eso no me tranquilizo. Mi temor iba creciendo, al punto de convertirse en pánico. Mis manos temblaban y mi pulso se acelero drásticamente junto con mi respiración, todos mi sentidos me gritaban que huyera pero forcé a mi cabeza para evitar salir corriendo. Era completamente ridículo, nadie ni nada representaba un peligro real, no tenia por que sentirme así. El coraje no era una de mis mayores cualidades pero no me consideraba una cobarde y que una nueva escuela me causara un terror como ese era una completa estupidez, lo repetí en mi cabeza tratando de conversarme de ello. No funciono. Desee estar en mi playa, escuchando el oleaje sobre la arena y sentir el refrescante olor salino en el aire. Me aferre a la falsa seguridad que me daba ese recuerdo para evitar salir gritando. Escuche el chirrido de las puertas de cristal abriéndose al tope de las escaleras y como pocos segundos unos brazo se cerraban a mi alrededor atrapándome. Sentí subir el terror por todas mis venas y como mi instinto de supervivencia se activaba gritándome que me liberara y corriera. No hubo manera que controlara el estremecimiento que me hizo temblar de pies a cabeza.

-Rayos Misty ¿etas bien? Estas muy pálida-

Conocía esa voz, por todo lo que más amaba !!Realmente conocía es voz!!. Levante mi cabeza a encontrándome con una de mis mejores amigas. Me miraba algo asustada, no podía imaginar lo extrañamente desencajada que se vería mi cara. Debió pensar que estaba enferma, pues puso una de sus manos sobre mi frente. No pude evitarlo, fue una reacción instintiva, estaba tan feliz de verla y sentirme segura que brinque a abrazarla.

-Me da tanto gusto verte Marina-

-A mi también Misty- estaba algo confusa con mi reacción pero estaba segura que sentía lo mismo.

Me tomo del brazo y me llevo dentro del edificio, toda sensación de miedo se había desvanecido como por arte de magia. Sabía que todo estaba bien. Me dirigió hasta uno de los casilleros agrupados en conjuntos de 10, apilados 5 encimadas de otros. Los pasillos eran más que cómodos, eran elegantes y muy confortables. Las luces en el techo iluminaban mas que en el exterior y la temperatura era mucho más cálida. Desabroche mi abrigo y me lo colgué en el brazo mientras que Marina continuaba buscando algo en uno de los casilleros inferiores. La conocía desde casi 3 anos, en las últimas vacaciones que pase con mi padre lejos de Londres. Su padre era uno de los inversionistas del mío, llevaba tan bien sus cuentas en la bolsa de valores europeas que lo consideraba uno de sus mejores amigos. Nos invitaron a pasar una semana en su hacienda en Francia. Al minuto que nos vimos supimos que seriamos más que buenas amigas, la consideraba como una hermana – no como las mías- confiable, amigable y leal. Yo era la compañía que jamás tuvo al ser hija única, esa fue una de las mejores semanas de nuestras vidas. Cuando le pedí a mi padre que me permitiera ir a vivir con él, ella se encargo de todos los preparativos para mi inscripción en una de las mejores facultades de cultura y arte del mundo. No había cosa que ella no pudiera conseguir. Estar con ella me hacía sentir protegida.

-Toma- me dijo entregándome una tonelada de libros y mi horario- están marcadas las lecciones que ya vimos y debes estudiar. Organice todo para que tuviéramos la mayoría de clases juntas, pero tendrás que sobrevivir la primera hora sin mi.-

-Tratare de mantenerme viva-

Los pasillos comenzaron a aglomerarse de una manera increíble, cientos y cientos de personas pasaban a nuestro alrededor ignorándonos completamente. Me sentí avergonzada por la poca atención que le dedique a mi arreglo esa mañana, desentonaba atrozmente en comparación de los elegantes conjuntos que usaba la mayoría de mis compañeros. Mire mi suéter color hueso con cuello v y mis jeans desgastados, eran cómodos pero totalmente inapropiados. Una capa de frio me envolvió haciéndome tiritar levemente pero me negué a permitirme ser presa del miedo otra vez, nadie había sido grosero o agresivo conmigo no tenía por qué temer. Levante la mirada del suelo, tratando de enfocarme en los ríos de gente que circulaban frente a mí para relajarme.

Fue cuando lo vi por primera vez. Camino lentamente hasta uno de los casilleros frente a los nuestros tan indiferente como el reto de los alumnos de la universidad. Era alto, muy alto y de un tono muscular que podía apreciarse perfectamente atreves de la camisa negra que usaba. Pese a eso su apariencia era delgada, casi delicada sin restarle importancia a su virilidad nata. Su pelo corto era rebelde y de un negro intenso. Demasiado apuesto, cada rasgo de su cara lo hacía parecer una de esas esculturas griegas, desde su fuerte barbilla hasta la fina curvatura de sus cejas. Su piel tenía un suave bronceado muy diferente al color pálido de los que habían pasado toda su vida en Londres como la de Marina o incluso la mía que parecía nunca haber visto el sol. Difícilmente parecía un universitario, tendría cuando menos 25 años, probablemente este sería su último año.

-¿Quién es él?- pregunte a Marina sin importarme que la ignoraba a propósito

-¿Quién?-siguió mi mirada hasta la devastadora tormenta de atractivo que guardaba sus libros- ¿Ash? Entro a la facultad hace 2 semestres. Es lindo ¿no?
Lindo era poco. Era una completa Deidad, imposible que fuera humano.

-Sin palabras ¿eh? Bueno no le pongas los ojos en sima. Solo tiene ojos para una chica.-Su vos cargaba con un hilo de despecho. Obviamente ella ya lo había intentado sin mucho éxito. Me sorprendió que existiera algo que Marina no hubiera conseguido

-¿su novia?-

-Nop, su hermana- me contesto un poco más alegre, al parecer, de que no hubiera sido otra chica quien le hubiera ganado.

Continúe observándolo como si viera el más hermoso amanecer sobre el oleaje de mi playa. Era imposible dejar de contemplar tan bella creación de la naturaleza, en una palabra él era perfecto.
Pero de pronto algo no estaba bien, mire su robusta espalda y los músculos de su cuello tensarse dando la apariencia de piedra real. La mano que sostenía antes el libro se cerró en un movimiento violento, apretada tan fuerte que me pregunte si no sería doloroso. No tuve tiempo en buscar alguna respuesta pues en menos de un segundo estaba de frente a mí viéndome fijamente. Su mirada surcaba el ancho del pasillo atravesando de un lado al otro. Sus ojos almendra desbordaban odio y furia sobre los míos. No podía estarme viendo a mí con tanto odio, era la primera vez que lo había visto ¿Cómo podía tener algo contra mí?.

Eso no me importaba, podía sentir el miedo formándose en la boca de mi estomago, tenía que salir de allí, alejarme del camino de esos ojos. Gire en mis tobillos tratando de caminar a donde fuera, cualquier otro lugar sería mejor pero antes de poder siquiera dar dos pasos choque con algo que me derribo. El golpe fue tan fuerte que termine en el suelo junto con mis libros que volaron en todas direcciones llamando la atención de todo el mundo.

-Que rayos te pasa, es que no te fijas por dónde vas- la vos sonaba colérica mucho antes de que yo hubiera abierto mis ojos. Me tope primero con unas botas bajas de tobillo que se alzaban en un par de piernas perfectamente contorneadas hasta una mini falda, una blusa corta rosa y finalmente un perfecto cabello castaño.- Aparte de torpe eres sorda-

La chica con la que me tope en mi infructuosa huida tenía toda la finta de una súper modelo, alta delgada y con grandes humos. Me pregunte por un momento desde mi posición al nivel del suelo si ese le parecía una vestimenta adecuada para un clima tan lluvioso como el de la ciudad.

-Déjala en paz May, fue solo un accidente- Marina tratando de defenderme. En vista que yo no trataría de hacerlo.

-Eres nueva ¿no?, creo que te equivocaste, en el jardín de infantes es donde enseñan a caminar-me dijo mordazmente

-Esa fue buena May- apenas había notado las otras dos chicas que seguían a la súper modelo, una de cabellera larga café oscuro, casi negra y otra de cabello rojo escandaloso, vestidas exactamente igual que la tal May.

-Eres tú la que deberías ir- dije al sentir como salía mi carácter- y regresarle su ropa a la niña a la que se la robaste, no te queda-

No fue la idea más brillante pero ya lo había hecho, aun no entraba a la primera clase ya me había ganado a una enemiga – sin contar al chico que me odiaba sin razón- y a su sequito.

-Mira Mocosa-sus ojos parecían los de una víbora mirando a un ratoncito- ten cuidado por dónde vas, no te vayas a topar con alguien con quien no te quieres meter. – sello su amenaza pateando uno de los libros que estaba más cerca de mi antes de irse. El bullicio volvió a retomar el pasillo como si nada hubiera ocurrido, cosa que me molesto aun más.

-¿Estás bien Mist?- asentí mientras me dedicaba a recoger los libros desperdigados por el piso. Marina me ayudo a ponerme de pie y me indico donde tomaría mi primera clase. Coloque la pila de libros de nuevo en el casillero inferior, quedándome con uno solamente. Mire a marina alejarse mientras me deseaba suerte y de manera inconsciente me volví al chico que me había obligado a huir. No se había movido ni un solo centímetro durante todo el incidente, aun seguía observándome pero todo el odio había desaparecido. Cerro su casillero y me dedico una pequeña sonrisa burlona antes de perderse entre la multitud. Estaba furiosa, todo el buen ánimo con el que desperté se había esfumado y lo único que quería era que el día terminara.
Camine hasta la puerta que Marina me había señalado. El aula era como un pequeño auditorio con 2 salidas, con bancas alrededor del pequeño escritorio y del pisaron. Casi todos los asientos estaban ocupados así que me senté en el más cercano a la puerta. Abrí mi libro y antes de llegar al primer capítulo de “Historia del Arte” la clase había empezado. Estaba demasiado atrasada.

No tenía idea de quien rayos estaban hablando ni si era escultor o pintor. Levante la mirada buscando si alguien estaba tan confundido como yo y para mi desgracia volví a toparme con ese par de ojos color almendra mirándome fijamente. Volvía atravesarme desde el lado opuesto del aula, indiferente a que yo ya lo hubiera notado. Parecía que me miraba desde que inicio la clase con expresión incierta, ni burla ni odio. Pensé que era una buena señal, tal ve todo se trataba de un mal entendido así que levante mi mano y lo salude con una sonrisa amable. El ruido del libro al cerrarse fue tan fuerte que hasta el profesor quedo en silencio, tomo el libro magullado y salió del salón en silencio. ¿Qué rayos le pasaba a ese tipo?

La clase siguió después de la interrupción y yo seguía sin poderle seguir el paso. Mi mente revoloteaba muy lejos de ahí, había seguido a Ash cuando se marcho. Me enfurecía su actitud, tal vez se dio cuenta que lo miraba en el pasillo y le molesto. No era agradable que te inspeccionaran como un pedazo de carne, pero no era para tanto.

-Es un pintor-

Me volví distraídamente al chico que acababa de responder mi duda anterior. No lo había notado sentado en la banca junto a la mía. Parecía muy agradable, el si entraba perfectamente a mi definición de Lindo: cara redonda, nariz respingada, profundos ojos verdes y cabello turquesa.

-¿Entones es un pintor?-

Afirmo- siglo xv…. Por cierto soy Drew-

-Mucho gusto Drew me llamo Misty- poco de mi buen humor volvió- gracias, es que estoy un poco confundida-

-No te preocupes, tal vez todo sería más claro si leyeras el capítulo II, es el que el profesor está explicando….- El resto de la clase Dew se convirtió en mi tutor. Era bueno saber que podría llevarme bien con otras personas de la universidad. Pero mi cómoda burbuja se reventó justo cuando se acabo la lección. May entro sin importarle que el maestro aun comentara algo y se llevo a rastras a Drew con ella. Al parecer May y Drew eran algo así como novios, pero me fue imposible imaginar a alguien tan tierno como Drew con alguien tan mezquino como May.

-¿Estás bien Misty?- me pregunto Marina cuando la encontré en el pasillo. Le pregunte acerca de May y Drew y me aseguro que eran una pareja bastante estable

–uno no decide de quien se enamora Misty- estaba completamente de acuerdo con ella.
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Perdon si encuantran alguna incoherencia pero en estos momentos trabajo a marchas forsadas y sin combustible....

jueves, 25 de septiembre de 2008

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Obsequio

Prologo

Las notas de la algarabía llegaban hasta el enorme y obscuro aposento que su padre les hubiera destinado a la pareja. Sus dedos se movían graciosamente sobre un instrumento que no estaba allí. En silencio, sentada en la orilla de la vasta cama, trataba de distinguir las melodías que casi afónicas llegaban a sus oídos, opacadas por los murmullos y vitoreas de celebración, por aquella ocasión tan especial. Más que la unión de dos personas, la Unión de dos familias en constante conflicto y por supuesto el final de la guerra que se celebraba junto a esa boda.

El inconfundible sonido de pasos, reencendió los nervios que su “pequeña actividad” había logrado apaciguar. Incapaz de esperar sentada en el lecho, se coloco de pie sin hacer movimiento alguno con la excepción de la agitación de su pecho al respirar.

La puerta se abrió dejando entrar un simple resplandor que dibujo su silueta debajo del vaporoso camisón que la cubría, pero no fue más de un segundo, tan rápido como se fue la oscuridad retorno a la habitación. Miro al hombre que entro arrastrado por la luz y cuyos pasos eran culpables de su exaltación. Inusualmente alto y de talle robusto, ataviado como la celebración lo ameritaba, llevaba aun puesto el ropaje de gala e incluso la capa de satín negro colgaba de sus hombros, completamente opuesto a ella, que se había deshecho del vestido de bodas para esperar la llegada de su <>. Se sintió muy extraña y en exceso incomoda, pues ni las brumas de las tinieblas lograban ocultar los rasgos de aquel caballero de piel bronceada, el color azabache de sus cabello, sus labios y nariz de cincelado impecable y sobretodo sus ojos… sus ojos pintados entre el tono miel y el almendra, de irises perfectos que la miraban tan llenos de odio y rencor que hacia doler su alma.

-Mi-milord- hizo una reverencia, no como muestra de respeto sino más como una excusa para evitar su mirada-
La examino de cabeza a pies, avaluando lo que sus ojos le mostraban y adivinando lo que la oscuridad ocultaba. No había nada en ella –ni siquiera dando rienda suelta a su imaginación- que fuera extraordinario. Aun sabiendo su corta edad esperaba un poco más, algo que se acercara vagamente a lo que en un principio le fue destinado.

–Le recomiendo que se vista, Mi lady. No haremos nada que no pueda hacer con su ropa puesta-
Su repuesta le causo un respingo sin abandonar su posición, aquel comentario la habría herido en lo más profundo de su ser pero se negaba a ceder ante aquel hombre magnifico para ella. Mordió su labio lo más fuerte que pudo sin hacerlo sangrar y se negó a dejar caer alguna de las lágrimas que pendían de sus pestañas.

Los minutos pasaban y la figura de la joven seguía sin la mínima intención de moverse, sin duda pensó que su objetivo era acabar con su paciencia y lo estaba logrando. Se adelanto a la puerta de roble que conducía a la habitación contigua, no pensaba siquiera en pasar la noche a su lado, mucho menos en compartir el lecho preparado para ambos. Paso a su lado, a centímetros de la niña que hacía unos días le parecía tan adorable, sin sentir ni un ápice de piedad o remordimiento. No soportaba su presencia, el simple saber de su existencia le causaba repugnancia, como cualquiera de sus enemigos, cuya sangre corría por sus venas. A dos pasos que lo separaban de un aposento mucho más agradable, un susurro, una lamentación proveniente de esa criatura capto su atención.

-Satochi… Lo siento-

Pero sus oídos eran sordos por la rabia y su corazón lleno del orgullo herido, le impidieron mostrar cualquier clase de compasión por ella.

Obsequio

Capitulo I
Las cosas no habrían salido como el rey lo hubiese planeado o tal vez porque el rey las hubiese planeado debían de cumplirse. Los constantes confortamientos entre los señores de su reino habían pasado ya el límite que la tradición de generaciones hubiera impuesto, el derramamiento de sangre, la barbarie, el miedo y la hambruna colmaban las colinas de las tierras asignadas a nobles sin corazón ni escrúpulos. Mercenarios y ladrones saqueaban las villas, incendiaban chozas matando hombres, mujeres, ancianos y niños por igual, abanderados con los estandartes reales en total impunidad y toda aquella miseria no hacia más que invitar al enemigo extranjero a atacar las tierras gobernadas por el caos.

Pero la férrea convicción del príncipe por regresar las glorias a su llanos y valles y su ferviente deseo de un reinado basado en la paz y la prosperidad logro apaciguar las rencillas y los rencores que existían en su gente, ya fuera por la diplomacia entre congragaciones, la promesa de destitución de títulos a los enemigos de la paz o por medios mucho mas fatales. Para esa maravillosa primavera sus deseos estaban por ser cumplidos, siendo una última región del norte su talón de Aquiles, un flanco fácil a una inserción bélica. Pero no habría de ceder a su era de armonía por una diminuta piedra en el camino, por lo contrario haría que esta tregua fuera la gema preciosa que coronara su cadena de éxitos y utilizaría una de las piezas primordiales en el tablero, que por la obra divina o de su buena estrella, era uno de sus más allegados y fieles amigos.

-Te das cuenta de lo que me estas pidiendo Takeshi-

-Nada que no se haya hecho ya, amigo mío-

-Es tan fácil decirlo-

-¿Y si te lo ordenara? Seria así más fácil aceptarlo-

-Solo convertirías un favor en un deber, nada mas nada menos-

-Un deber con tu país y con tu rey-

-Un rey que está perdiendo sus facultades mentales, si me permite decirlo, majestad- el comentario sínico que a cualquier siervo le hubiera costado el cuello, arranco una risotada de los labios del monarca, no esperaría menos del hombre que por años había sido su consejero y mano derecha en épocas de escases. Sabiendo de antemano que una simple suplica seria infructuosa a sus deseos, prefirió tomar una táctica más cordial y dejar el uso de su derecho divino como último recurso.

-Satochi, te lo pido como hombre y como amigo-

-Lo que me pides es un sacrificio-

-Un sacrificio que bien vale la seguridad de tu patria-

-Eso no es seguro, su alteza. Me pides que despose a la heredera del enemigo de mi padre para
asegurar un flanco débil en tus muros-

-Para reforzarlo solamente-

-Pues si es así, encantado- dijo sarcásticamente desesperado por la absurda idea de unir dos
familias enemistadas por generaciones.

-Se que tu padre lo hubiera deseado así-

-Disculpe mi atrevimiento al contradecirlo, excelencia-

-Tu padre fue la persona más cercana a mi padre, después de mi madre. El hubiera seguido su
consejo ciegamente y sin dudar. Ahora te pido que tú lo hagas por mí-

-No soy como mi padre, Takeshi-

-concuerdo contigo, gozas de todas sus virtudes sin sufrir por sus defectos. Es por eso que abogo a tu buen juicio…-

-Dudo tenerlo, siendo que por falta de él mi padre dio su último alieno en una pelea absurda-

-si mas no recuerdo ambos perdimos a nuestros padres en el campo de batalla-

-Yo herede el apellido y el titulo de mi padre y tú la corona ¿Justo no?- dijo volviendo a dibujar una sonrisa sarcástica

-No mucho… pero con gusto podría nombrarte mi sucesor solo acerarme tu espada y veremos….-

-No creo tener madera de rey Takeshi- dijo apresuradamente causando una nueva carcajada al rey.

-Entonces tendré que conformarme con que cumplas mis deseos Satoshi, no deseo imponerte mi voluntad-

- ¿Y Sir Yawa lo acepta?-

-No con mayor fervor que tu pero lo ha aceptado a cambio de tomar lo mismo que te he ofrecido a ti: Nuevas tierras y el título de conde…-

-Creí que poseía ya ese título-

-Su fallecida esposa, Lady Satsuki era la Condesa de Miuller, título que pasara directamente a sus hijas-

-¿Hijas?-

-Dos hijas y un varón, son los herederos de Sir Yawa: Lady Haruka, El joven kenji y Lady Kasumi -

La idea de emparentar con sus enemigos era bizarra y atractiva a la vez, por un lado tendría que ahogar odios que lo envenenaban desde que fuera solo un niño y por otro esto significaría una alianza irrompible entre dos de las familias más poderosas en todo el país. Al encargarse de sus hermanos, sus dominios y de su deber que le imponía asumir a la tierna edad de 10 años, había postergado el asunto del matrimonio irresponsablemente a un punto en que ya no podría evitarlo mucho mas. Con diecinueve años a cuestas, tentaba peligrosamente los límites de la juventud antes de adentrarse etapa madura de su vida. Estaba en la edad justa para casarse y sin temer los sinsabores de un matrimonio arreglado como el de sus padres, era consciente que si se negase, el rey terminaría por obligarlo.

Al día siguiente, partió directamente al norte, al condado de Miuller, a las tierras que sus
antepasados hubieran atacado con incansable ahincó. Todo había sido dispuesto para el primer encuentro entre las familias, una escolta con el escudo real acompaño al joven Satoshi por el camino que se alargo 3 días sin noches. El tiempo y el buen clima se pusieron a su favor, evitando cualquier inconveniente que pudiera retrasar su llegada a la villa que rodeaba la fortaleza de piedra. Admiro el paisaje tan distinto a su hogar, sin poder ignorar la punzada de dolor en el pecho producida por el remordimiento, que tal vez la idea de este matrimonio traicionaba los ideales de su padre.

Llego al límite de la muralla y las fanfarreas de las trompetas anunciaron su llegada a las puertas que se abrieron de par en par recibiéndolo.

-Por aquí, Lord Sekai. El amo lo espera- le dijo un sirviente apeándolo y entregando las riendas
del caballo a un siervo.

Imagino el castillo que se elevaría detrás de los muros de piedra, en lugar de la enorme casa colonial edificada entre las torres en ruinas. Lo condujo por los jardines hasta el salón principal, donde generalmente se realizarían los bailes y festejos dignos de la corte, bajo la araña de cristales que colgaba del techo, desplegando destellos multicolores que jugaban pintando el aire. Siguió el camino guiado por la alfombra verde de borde dorado que cruzaba todo el piso del salón. Estratégicamente, contra uno de los vitrales que miraba al jardín, se montaba una antesala con 5 sillas cómodamente tapizada de terciopelo rojo, que era usada para tomar el té y las meriendas cuya hora estaba por cumplirse y por consiguiente al menos 3 asientos estaban siendo ocupados.

-Lord Satoshi Sekai -grito el vocero anunciando a su invitado

-Lord Sekai, ya ha llegado- dijo el caballero ofreciéndole caballerosamente la mano- es un honor tenerlo aquí ¿Cómo ha sido su viaje? Airoso espero-

-Así es. No ha habido más inconveniente que el de los caballos cansados- respondió al caluroso saludo del hombre mayor, rondaría la edad de su padre antes de morir. Vestido como solía hacerlo un caballero que tratara de negocios, cuidadoso en cada detalle que pudiera delatar el descuido. Con algunas canas rebosantes en su cabello y aun con la vitalidad de estar al frete de su familia pero no tanto como para no sentir ya su retiro.
Por el rabillo del ojo intento inspeccionar a las otras personas sentadas en su compañía, cosa que sin duda noto Sir Yawa, pues inmediatamente lo invito a unírseles.

-Traed una taza de té para Lord Sekai- ordeno al sirviente que escolto al joven, instrucción que inmediatamente salió a cumplir.

-Por favor, llámeme Satoshi. Lord Sekai era mi padre-

-Perdona si mi tono suena descortés, pero esta tregua nos ha tomado por sorpresa a todos. Es difícil deponer las armas por los halagos-

-Por supuesto-

-Satoshi deseo presentarle a mis hijas-un gesto silencioso fue suficiente para que ambas damas dejaran la comodidad de sus asientos y se acercaran a su padre y al invitado.
Dos faldas se balancearon majestuosamente frente a los hombres que se mantenían de pie, deteniéndose a solo un paso de ellos. Una de ellas se elevo del piso y se desplego como un abanico mientras que la otra cayo al frio mármol abriéndose como un capullo.

-Satoshi, ella es Haruka- Pronuncio sir Yawa en un tono lleno de orgullo y amor, refiriéndose a la joven que mantenía inclinada la cabeza y sostenía su vestido a los lados en una reverencia que no tenía nada que envidiarle a las de las reinas. Los risos castaños caían deliciosamente por la línea de su cuello hasta uno de sus hombros desnudos, trazando el camino que conducía al fino escote que el vestido se encargaba de realzar. El color rosado que la envolvía palidecía ante el dorado de su piel, regalo indudable del astro rey. Después de pocos segundos le ofreció el presente de su mirada mostrándole sus ojos tan azules como la turquesa y tan resplandecientes como el diamante, que se ocultaban debajo de las más coquetas pestañas que hubiera visto. Nariz respingada y labios carnosos. Cintura pequeña y curva perfecta en su cadera, piel suave y lozana. Definitivamente el modelo de doncella para cualquier caballero.

-Es un honor conocerla-

-Un placer lord Sekai- dijo con una voz tan melodiosa como el llanto de un violín. Al parecer sus atributos no se limitaban a los físicos.

-Y esta pequeña de aquí, es Kasumi-
Aparto sus ojos de la deleitosa visión que le profería Lady Hakura para dirigírsela a la jovencita que yacía a sus pies. Era tan diminuta que parecía ahogarse entre las olas que formaba su vestido azul en el suelo del salón, resaltando vehemente el color de su cabellera, recogida en una trenza que recorría toda su espalda. El cobrizo de sus mechones trenzados le causo una intriga inquietante, al punto de controlar el impulso de tocarlos. Bajo la mirada a la joven que se escondía debajo del llameante cabello. A contrario de su hermana, era su piel la que palidecía al contraste del tono pastel de su vestido, parecía tener brillo propio. Su perfil perfectamente delineado conjugaba rasgos infantiles y jóvenes a la vez, inocentes e incitantes. Una mujer que aun no abandonaba la dulce infancia. Compararla con su hermana sería injusto, pues el tiempo aun no se había encargado de modelarla con tanta dedicación como a la castaña, pero aun así la curiosidad se apodero de él.

-Levántate querida- le suplico más que ordenarle, ofreciéndole su mano para erguirla pero el contacto que sintió fue mucho más palpable que si lo hubiese tocado con la piel desnuda. Descubrió la gama de colores en los ojos que se encontraron con los suyos, la perfecta armonía entre el zafiro y la esmeralda, danzando alrededor de la pupila que lo observaba íntimamente. No pudo más que sorprenderse al verse sumergidos en esos ojos tan únicos. De alguna manera ella debió notarlo, pues el tono carmín de sus labios inundo sus mejillas asiéndola ver aun más inocente y bella.
Estiro los dedos, reiterando el galante gesto de ayudarla a levantarse. Apenas toco su mano, mas por no dejarla en el aire que por la necesidad de su asistencia, desplego las ondas de su falda mostrándose de cuerpo completo, la perfecta silueta que se esperaría de una señorita. Mucho menos para mostrar que su hermana, su vestido delineaba las curvas que compensaban la falta de volumen. Era hermosa hasta la última célula, pero aun no llegaba al “nivel” que su hermana le ofrecía. Sin embargo no apartaría fácilmente la atención de esa criatura angelical.

-Lord S-Sekai- el nombre broto de su boca sin pensarlo, como si las palabras le quemaran los labios. Sintió su rostro enardecer de nuevo por el atrevimiento de lo que había hecho, rogando en silencio que nadie la hubiera escuchado.

-¡¡¡Kasumi!!!- la reprendió su hermana con una mirada aprensiva de desaprobación por osarse a dirigirse a un hombre que no le hubiera hablado primero.- por favor milord no se enfade con ella…

-Aquí no ha ocurrido nada malo-contesto calmando los ímpetus de la joven y dirigiéndose a la niña cuya mano aun sostenía atrapada sobre sus dedos- fui yo quien se ha dirigido a ella y veo con agrado que me ha devuelto la cortesía-

-Kasumi, por favor retírate-

Concedió la orden casi de inmediato, imaginando la reprimenda que le esperaba por su acción, pero algo en aquel hombre la había impulsado a romper con el estricto protocolo; no era como si no lo hiciera de forma continua, pero la presencia de su padre solía amilanar sus agallas por lo que, siempre lo hacía a sus espaldas. Tal vez las ansias que la inundaron ante el anuncio de la visita de un enemigo que jamás hubiera visto, el nerviosismo y lo agradable que le hubiera sentado lord Sekai se aunaron para sacar a relucir sus naturaleza… como era que la llamaba su padre… “irremediablemente subversiva”

sábado, 20 de septiembre de 2008

Entrelazados

Capitulo II

Mantuvo la mirada fija en el techo buscando entre las tinieblas un punto incierto. Volvió la cabeza levemente a los números rojos del reloj digital sobre la mesa de noche a un lado de la espaciosa cama de la elegante suite del su hotel de 5 estrellas. Dejo caer la cabeza sobre la almohada y volvió a buscar el punto en el techo sintiendo las plumas dentro de la funda y lo incómodamente cómodo que era el colchón debajo de su cuerpo, la suavidad de las sabanas frías y el dulce aroma húmedo de la noche que se colaba por la ventana. Tranquilidad y paz pura, demasiado inquieto para poder disfrutarlo. Miro por el rabillo del ojo la luz roja que formaban los números 4:38 am ¿Qué acaso el tiempo pasaba más lento en ese lugar?

Suspiro rendido de cansancio y de sueño que nunca logro vencerlo y trato de relajarse pensando en la razón por la cual había hecho ese inesperado viaje…

Misty…

- ¡¡NO!!- Le grito su sentido común cuando la pelirroja entro a su mente. -No es por ella que estamos aquí, es por ella que nos fuimos en primer lugar ¡¡¡Enfócate por favor!!!-

Respiro profundamente e intento de nuevo -vengo a relajarme, poner las cosas en perspectiva, poner mi vida en orden, ver a mama… ¡¡¡Misty, Misty, MISTY!!!-

Era imposible hacerla a un lado, era por eso que no podía dormir, ella era en lo único en que podía –y quería- pensar. Ella, ella y solamente ella. Se previno que ese encuentro era muy posible cuando volviera a kantho y se propuso estar preparado, pero no había manera de ceder a sus encantos. La mágica forma en que su figura había hipnotizado sus sentidos años atrás y esa misma noche, era tan…natural, tan simple y correcta. Y la forma tan inocente en que le entrego su confianza inmediatamente, como si aun estuvieran juntos, como si nunca se hubiera marchado, como si no la hubiera abandonado.

Y ella no estaba enfada. Parecía tan feliz de verlo. Era simplemente inaudito.

4:49 am

Se giro indignado dándole la espalda al reloj que seguramente estaría descompuesto. Sentía que habían pasado horas, días desde que la dejo en su casa, tan pequeña y probablemente acogedora. Muy a su estilo. Sin duda ella misma la había elegido y decorado. Pudo imaginarla trabajando en el pequeño jardín, arrodillada plantando las flores con sus manos desnudas. -Ella no usaría guantes. Es demasiado practica- pensó para sí como si aun pudiera afirmarlo. Siempre fue muy práctica, pero no le asustaba el trabajo duro. Era dulce y gentil, entusiasta y torpe, pero siempre dispuesta a dar algo a los demás. Así era su Misty.

Se dejo llevar por el nuevo rumbo que habían tomado sus pensamientos, imaginándola dormida a su lado, tan cerca que podría estirar la mano para tocar su rostro. Dibujar con sus dedos sus parpados cerrados, la curva de sus mejillas, la silueta de su nariz y sus labios. Suspiro en silencio por si pudiera sacarla del dulce letargo que la envolvía, haciéndola lucir tan dócil y frágil. Era capaz de sentir la textura de su cabello deslizándose por sus dedos cayendo desparramado por la almohada de plumas y per servir el tenue olor a lilas que se desprendía de él. Contemplo las curvas insinuantes debajo de las sabanas y el suave movimiento de su respiración. Era tan pequeña como la recordaba pero había algo tan distinto en ella, algo que no lograba identificar, algo que se desarrollaba frente a él y no podía ver, pero estaba dispuesto a averiguar.

Levanto en alto el brazo y miro la palma de su mano. Sutiles destellos formaban signos indescifrables, tan fresco en su mente como si estuviera grabado en piedra. Ella quería que la llamara ¿cierto? , Si no ¿Por qué le dio su número? Una sencilla negativa hubiera sido suficiente para cortar cualquier clase de reencuentro entre ellos, pero es no paso… entonces él debía llamarla ¿verdad? No escucharía un mensaje desagradable en la contestadora dedicado a él o le colgaría en cuanto reconociera su voz ¿correcto? Bueno tendría que averiguarlo en un par de horas, cuando saliera el sol… Mientras tanto disfrutaría de la fantasía que, esa noche, compartía su cama.

Los haces de luz iluminaban la desordenada habitación, dejando al descubierto el descuidado abandono de la ropa en el piso, el abrigo arrojado sobre el respaldo de la silla y las sandalias debajo de la cama. Su nariz apenas se asomaba fuera de las sabanas, palpando el aire calentado por el sol. Estiro sus brazos por encima de su cabeza descubriéndolos por un lado de la tela mientras sus pies salían por el otro. Curvo su espalda y extendió su cuello hasta que sintió que el entumecimiento de su cuerpo hubiera desaparecido lo suficiente para poder sentarse a la orilla de la cama.

Tanteo por el suelo buscando algo que pudiera cubrir sus pies desnudos hasta encontrar las pantuflas y metió sus pies en ellas. Pensó en volver a la cama, no le agradaba despertar tan temprano en su día libre, pero le dolía tanto el cuerpo que la cama le lastimaba y la única manera de sentirse mejor era una agradable ducha de agua caliente. Ahogo un bostezo con su mano sobre la boca y acomodo su cabello hacia atrás. Uso la poca fuerza de voluntad con la que contaba a tan temprana hora y se despego de su acogedora cama.

Intento llegar hasta el baño cruzando el pasillo, pero antes de que pudiera darse cuenta de lo que hacía estaba de camino a la cocina a contestar el teléfono.

-¿Bueno?-

-Hey Mist-

-¿Quién habla?-

-Oh, es muy temprano ¿verdad? te desperté, lo siento vuelve a la cama-

-¿Quién rayos…-el escalofrió la recorrió de pies a cabeza sacudiendo el aturdimiento que la
mantenía ensimismada- Ash , lo siento. Eres tu, perdona…-

-¿Por qué te disculpas?-

-yo… -estaba segura que su cara ardía- es que aun estoy algo dormida y no te reconocí.-

-Debería ser yo quien se disculpara, te saque de la cama-

-No, no lo hiciste. Ya estaba despierta pero bueno… ya sabes es difícil despertarse por la mañana.-

-Si lo se.- despejo su garganta con un inusual gruñido- Misty te llamaba para saber si quisieras… bueno si te gustaría… Si no estas ocupada…

-¿Si?-

No estaba segura si el inesperado entumecimiento de sus piernas fuera porque acaba de abandonar su cama, pero sus rodillas empezaron a ceder a su peso obligándola a apoyarse contra la barra.

-Brock me invito a desayunar y quería saber si te gustaría acompañarme-

-¿Brock te lo pidió?-

-No, ni siquiera sabe que me encontré contigo- volvió aclararse la garganta- en realidad irías
como mi invitada-

-No se, tal vez Brock quiera hablar a solas contigo Ash, no se han visto en mucho tiempo-

-Por favor…-

El susurro sonó suave y afónico, casi imperceptible. No estuvo segura si se lo había dicho a ella o si quiera si realmente lo había escuchado. Suspiro profundamente pensando en el caos que podría desatarse si aceptaba, recordó lo frágil que era su estabilidad ahora y en los años que le había tomado conseguirla.

-Mi conciencia no me va dejar tranquila si me entero que estuviste todo el día dando vueltas perdido por ahí-

-¡¡¡SI!!! …digo… gracias por apiadarse de mi señorita. Te pasare a buscar en una hora-

-¿Una hora? Acabo de levantarme, tengo que ducharme, elegir que ponerme…-

-Usa lo primero que encuentres, no te preocupes, te veras hermosa. Te veo en una hora. Adiós-

Escucho el click del teléfono justo cuando sus rodillas tocaban el suelo. Eso no estaba bien, sencillamente no debía ser. No debía arriesgarse a volver a verlo, no podía hacerse falsas ilusiones, su corazón no lo soportaría y aun así sentía que le iba a explotar si no aceptaba verlo. Miro el reloj en la pared y Corrió a su alcoba. Tenía menos de 50 minutos para tratar de hacer un milagro.

~*~*~*~*~*~*~*~*

-¿Y tu que? ¿Cómo rayos se te ocurrió decir eso?-

Encogió los hombros como repuesta a la pregunta de su anfitrión. Recibió sorprendido y extasiado a sus antiguos compañeros de viajes cuando llegaron a la hora de la merienda con un fraternal abrazo a Misty y unas palmadas a su amigo del alma. Comieron, charlaron y se pusieron al día en la pequeña sala del departamento.

-Lo que hubiera pagado por ver la cara de Gary- meneo la cabeza entre la alegría y la incredulidad- no te pudo haber creído-

-No solo nos creyó, estaba escandalizado-

-Estoy muy decepcionado de usted señorita- bromeo- ¿cómo pudo prestarse a esa clase de juego?-

-Lo tiene merecido, además pudo haber sido peor… pude decirle que salía contigo- le guiño un ojo.

El suave tintineo de risas inundó la habitación, provocando un ambiente agradable y ligero. El sutil movimiento de su cuerpo al reír la fue empujando por el brazo del sofá donde estaba sentada. Resbaló hasta golpear la cadera del joven entrenador que rápidamente se amoldo a ella sin moverse de su lugar. Coloco las manos en su cintura y la acomodo en su regazo suavemente si que encontrara la menor resistencia.

Brock miro la escena en silencio mientras sus amigos aun reían. Era tan natural verlos así. Tan cerca el uno del otro en una armonía total, como si nada se hubiera interpuesto entre ellos. Era como ver a dos pequeños niños llenos de inocencia, incapaces de comprender lo inadecuado de su posición.

Por una fracción de segundo fue como si el tiempo no hubiera pasado, como si los celos, las dudas y las heridas no existieran. Era así como debían ser las cosas, justo como los veía en ese momento. Felices, inocentes y juntos, sobre todo juntos.

-Ash ¿me ayudas con los platos?-

Bufo suavemente, molesto por abandonar su asiento. Miro el perfil de la pelirroja sentada en sus piernas tratando de compararlo con la adolecente que recordaba, intentando en vano encontrar la sutil diferencia entre ambas.

-Ash…-

-Ya voy-

Tomo las tazas de café y siguió a su amigo a la cocina. Las coloco en el fregador y se dio la vuelta decidido a no perder ni un segundo más en esa absurda tarea y sobre todo, de la compañía de Misty. Camino rápidamente pero antes de cruzar el umbral de la salita de estar, Brock cortó su carrera

-¿Quieres explicarme que está pasando aquí?-

-¿Qué pasa donde?-

-Ahí adentro- apunto hacia afuera en dirección a la sala donde Misty los esperaba pero su amigo
meneo la cabeza.

-No sé de que hablas-

-Debes creer que estoy siego para no haberlo notado… siego o estúpido-

-No está pasando nada-

-A ¿qué no?, perfecto. Entonces no te importara que llame a un taxi para que lleve a Misty a
casa mientras tú y yo tenemos una plática larga y tendida.-
Alzo la mano para tomar el teléfono pero los dedos de Ash ya le oprimían la muñeca.

-¡¡¡NO!!!-

-¿Por qué no?-

-Misty se va a molestar-

-No se va molestar conmigo-

-No es de buena educación-

-Al diablo la educación- sacudió su brazo soltándose del agarre del entrenador- ¿Qué es lo que estás haciendo? ¿Qué quieres realmente?-

Titubeo un momento, pensando, buscando las respuestas a ambas preguntas.

-No lo sé-

-Más vale que lo descubras- suspiro y apoyo las manos en su cadera enfrentando al entrenador-
¿Aun sientes algo por ella?-

-Si-

-¿Aun la quieres?-
Titubeo de nuevo

–Si-

-¿Pero tienes una novia?-
Contesto con un “Si” apagado y pastoso.

-¿Se lo has dicho?- meneo la cabeza en repuesta a cualquiera de las tres preguntas anteriores.

-Entonces ¿Qué rayos estás haciendo, Ash? Se suponía que venias aponer las cosas en orden. Cuando me avisaste que venias fue lo que me dijiste, que no eras feliz-

-Ella me hace feliz- susurro avergonzado de confesarlo.

-¡¡¡NO ERES UN CHIQUILLO, ASH.!!! ¡¡¡YA NO!!! –Grito desesperado- No puedes venir a refugiarte en sus brazos solo por que sientes que tu vida no está completa. –Lo apunto con voz furiosa- tu eres el único responsable de eso. ¿Ella te hace feliz? ¿Y tú puedes hacerla feliz a ella? Quedo destrozada cuando te fuiste, no entendía por qué lo hiciste y yo no pude explicárselo…-

-Me prometiste que no le dirías nada-

-Por supuesto, que es fue muy fácil para ti- reprocho en tono burlón- no estabas aquí, no la viste hecha pedazos, no tuviste que consolarla diciéndole que tu tenias tus razones…-

El golpe seco sobre el enyesado de la pared hizo retumbar el departamento entero rompiendo la cálida calma que flotaba y la furia de las acusaciones que caían sobre el.

-¡¡¡TU SABES PERFECTAMENTE POR QUE ME FUI!!!-

-Eso no te escusa, Ash-

-¿Y que se supone que debía hacer? Quedarme sin hacer nada, mirando como amaba a otra persona-

-No, debiste decirle la verdad-

Las palabras salieron frías y cortantes como la primera vez que las hubiera escuchado, hace años en ese mismo cuarto. La repuesta que había ido a buscar, el consejo que pudiera consolarlo, que pudiera curar el infinito dolor que no le permitía vivir.

-No hubiera servido de nada-

-Eso es lo que tú crees-

-Chicos- la dócil voz sonó preocupada desde la sala de estar- ¿Qué fue ese golpe? –

-Nada Mist- contesto Brock sin dejar de vigilar al entrenador- se nos resbalo un plato, en un segundo estamos contigo- Le dio la espalda dispuesto a salir

-No tienes idea de cuánto la amo-

-Amar a alguien es desear que sea feliz este donde este- dijo sin voltear- No tienes la mas mínima idea de quien estaba enamorada ¿verdad?

Negó con la cabeza consiente que no podía verlo pero seguro que sabia la repuesta.

-¿Tu si?-

-Tengo mis sospechas- sentencio finalmente y se perdió por la puerta.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Actualizacion..

Bueno chicas aqui dejo mi actualizacion, con una provadita de en lo que estado trabajando estos dias. Les dejo algo que leer por que estoy finalizando los detalles del regalo de sumi y la escuela me trae a marchas forsadas. Este sera el ultimo fic que inicie por ahora hasta finalizar los demas, ok?.
De las otras historia va aver actuaizacion DE TODAS, solo tenganme paciencia. No les prometo fechas por que ya me di cuenta que no mas no las cumplo, pero ningna va aquedar relegada ni abandonada.

Ahora si, lo que respecta aesta actualizacion...
Este fic esta basado en el la coleccion de libros que estuve leyendo (4 libros en 2 semanas).
La saga de Crepusculo a sido una de las mejores que e tenido la fortuna de leer, si tienen la oportunidad de leerlos se los recomiendo o si los quieren yo se los puedo pasar por correo.
Desde el momento en que acabe con los libros quise hacer la adaptacion a mi pareja favorita utilizando algunas de las ideas del libro y algo de mi propio ingenio. Espero lo disfuten y me avisan como quedo.

Esto va dedicadas a todas ustedes, amigas mias. Las quiero a todas. Besos.

PD: Sumi tu has sido una inspiracion y la razon por la que me anime a escribir. Sea cual sea tu decicion cuentas con nuestro apoyo pero devo decirte que tu retiro es una gran perdida para los fics en nuestro idioma pues no hay escritora que se puda acercar a las cosas tan hermosas que tu haces. No puedo se objetivo respecto al tema. Soy tu fan :)

EN LAS TINEBLAS

Prologo

Nunca sentí latir mi corazón así antes, intentando escapar de mi cuerpo.

El golpeteo en mi pecho era tan fuerte que casi dolía. Me sorprendí poder sentirlo, estaba tan segura que mi existencia se había acabado que ya no daba señales de vida.

Pero finalmente no había mejor estimulante para el cuerpo que el miedo…

Y yo estaba aterraba.

Lo sentí acercarse a mí, asechando en las sombras. Podía sentirlo aun en la distancia…
Su aliento incitante, sus ojos cautivadores, el toque de su fría piel…

Ash…
Era en lo único que podía pensar.

El colchón cedió ante su liviano peso sobre la cama y antes de que me diera cuenta ya estaba en sus garras.

Ash… Ash…

Me aferre a su recuerdo para no caer antes las insistentes caricias, los besos apasionados y urgentes, la sensual tentación que solo podrían ser adquiridas en siglos de experiencia.

Me acomodo en sus brazos sin que me diera cuenta, siguiendo la línea mi cuello con sus labios, besando cada parte de piel desnuda que estaba a su alcance, quemándome como el hielo.

Sus manos encontraron el camino debajo de mi ropa, incitándome a corresponder la pasión con que me tocaban.

No podía moverme, deje de intentarlo. No tenia caso. Cualquier intento de resistencia aria peor mi agonía. Prefería que fuera rápido y sin el menor dolor posible. Que me matara…que me matara de una vez. Pero yo no tenía derecho una salida tan piadosa. Debía pagar el precio por mi egoísmo, por tomar algo que nunca me correspondió y por ponerlo en peligro, merecía lo peor.

Los besos y las caricias cesaron en seco. Sentí como su cuerpo se ponía duro como piedra sobre mí y como me miraba como aprensión.

-¿Estas pensando en él?-

Su melodiosa voz sonó en la oscuridad, completamente ajena a la ira que se reflejaban en sus pupilas violetas. No tuve que contestar, el lo sabía.

Sentí como se quebraron mis costillas cuando me lanzo contra la pared con un movimiento tan suave que ni siquiera pareció esforzarse.

Un sabor metálico inundo mi boca y el respirar se volvió demasiado doloroso. Me levanto por la garganta indiferente al ardor que corría por mis venas. Deje de tocar el suelo bajo mis pies.

Era un monstro, un demonio mirándome a los ojos. Eso era todo. Esa pequeña habitación seria mi tumba. Justo después de época más feliz de mi vida estaba por morir.

Se enfoco directamente en el pulso de mi cuello.

Una sola mordida sería suficiente….

Suspire dejando salir el aire de mis pulmones, adormeciendo mi cuerpo para el golpe final. Solo un segundo y todo habría acabado.

Y él estaría a salvo…

No sabría que fue de mí, rogué por que nunca lo supiera.

Y por que fuera Feliz.

Ash … Te amo.

EN LAS TINEBLAS

El Lago.

Lo repetí tanta veces en mi memoria que el recuerdo se mantuvo tan fresco como el día que sucedido. El cielo estaba despejado, perfecto para una fiesta de cumpleaños. El cumpleaños más importante de una chica, 15 años. Todos estaban tan emocionados por la celebración, incluso más que yo misma. Para mí era un día especial por una razón completamente distinta a la de mi celebración, ese sería el día en que me sinceraría del todo, confesaría mi más grande secreto.

Todo estaba listo para el atardecer. El jardín trasero estaba inundado de decoraciones rosadas y blancas, de flores e iluminado por faroles alrededor de la improvisada pista de baile. Por consejo de mis hermanas, use una blusa ligera de seda sin mangas, un pantalón holgado negro, zapatillas de taco y recogí mi cabello de manera que me viera un poco mayor.

Los invitados llegaron después de de encender las lámparas de los faroles y la música, por lo que dio inicio a la fiesta. No falto ni uno solo de mis amigos del colegio e incluso fueron algunos que Vivian en otras ciudades únicamente para felicitarme y celebrar conmigo esa fecha tan significativa para “mi nueva vida de mujer”.

No es que no quisiera verlos, mucho menos que no me importaras, pero no podía disfrutar de nada esa noche, ni la música, ni la compañía ni la comida. Mi decepción había llegado al punto en que sentí las lagrimas formarse en mis ojos. Torcí tanto la servilleta en mis manos que ya no era más que un delgado pliego de papel arrugado. El me lo había prometido, lo prometió y no estaba en ningún lado. No solo estaba decepcionada, estaba furiosa. Había accedido a toda aquella ostentosa y ridícula fiesta por que el me lo había pedido – a solicitud de mis padres- y el no se dignaba a aparecer.

Después de una hora sentada rehusando invitaciones de bailes, me disculpe con mis compañeros de mesa y me levante para dar una vuelta por el jardín. Necesitaba caminar, calmarme un poco.

No quiera que cuando le explicara a mi padre porque me sentía indispuesta para seguir en la fiesta se me quebrara la voz. Rodee la pista de baile y me aleje un poco, incapaz de aguantar el llanto ni un segundo más. Limpie las lágrimas que se escaparon en el trayecto hasta el árbol más alejado del jardín, escondido en la oscuridad. Me abrase a él para no caer y me ordene controlarme. Mi padre me obligaría a disculparme con los invitados, no deseaba que me vieran en ese estado. No iba a permitirlo.

-Feliz cumpleaños- el susurro ronco llego desde los arbustos a mis espaldas, tan claro en la noche que un par de gotitas rodaron por mis mejillas sin que me importara limpiarlas.

-Satoshi…- tuve que ahogar el grito que me provoco verlo aparecer entre la vegetación silvestre marcaba la división entre mi hogar y el bosque. - ¡Viniste!-

-Por supuesto ¿Creíste que me lo perdería petite?- lo sentí acercarse lentamente a mí y rodearme con sus brazos, cuando me miro a los ojos perdí el aliento- ¿Por qué tienes las mejillas húmedas?-

Imagine la llamarada que debió ser mi rostro y solo se me ocurrió una pobre escusa –Baile-

-Seguro que has bailado con todos los chicos de la fiesta-

-Bueno si hubieras llegado antes –escondí mi reclamo en un falso disgusto- podrías haberlo evitado.

-Bueno, tendrás que guardarme una canción cuando volvamos-

-¿Volvamos?- asintió con la cabeza. Volvió a abrazarme y escondió su rostro sobre mi hombro, cerca de mi cuello. Acercando sus labios a pocos centímetros de mi oído, susurro:

-¿Crees que podamos escaparnos unos minutos?- Apenas pude entenderlo pese a haberlo escuchado perfectamente. Nunca habíamos estado tan cerca el uno del otro, tanto que podía percibir el tibio calor que se desprendía de su cuerpo y el olor a canela de su cabello.

-¿irnos?- mi voz debió salido tan aguda como un chillido-¿A dónde?-

-Es una sorpresa- me giño un ojo con una sonrisa picara que me hizo sonrojar aun mas. Mire sobre su hombro a mis padres. Parecían bastante enfrascados charlando con otra pareja que no notarían mi ausencia, siempre que regresáramos antes de servir el pastel.

-Muéstrame el camino-

Su sonrisa se ensancho tanto que cruzo su rostro y sus ojos se iluminaron. Me fascinaba verlo tan feliz. Tomo mi mano y me guio por donde había aparecido, entre los matorrales hacia el denso bosque. Me guio entre los frondoso arboles teniendo cuidado de que ni siquiera una hoja me tocara. Cuando note que seguíamos una vieja vereda, el se detuvo y se volvió hacia mi sin soltar mi mano.

-¿Es aquí?- pregunte mirando alrededor -no veo nada-

-Esa es la idea ¿traes contigo tu pañuelo?- Busque en la bolsa de mi pantalón un viejo pañuelo rosa con un sol bordado al centro. Se lo mostré. Sin decir nada lo tomo de mi mano libre y soltando la otra lo amarro detrás de mi cabeza.

–Ahora solo sígueme ¿de acuerdo?- Tomo mi mano otra vez y nos pusimos en marcha de nuevo.

-Satoshi, esto es ridículo, voy tropezar y a terminar en el suelo-

-Puedo cargarte si quieres-

-Claro que no-

-Entonces confía en mí. No voy a dejar que te pase nada-

No caminamos mucho más después de dejar escuchar la estrepitosa música de la fiesta sustituido por el silbido del viento y el crujir de nuestros propios pasos. El camino era bastante plano, por lo que debimos seguir sobre la vereda. Me tranquilizo saber que era virtualmente imposible perdernos. Intente enfocarme en las manos de Satoshi, que ahora sostenían mis hombros y en su voz que no dejaba de hablarme.

-Bien solo unos pasos mas… Justo aquí. Quédate quieta de acuerdo. No te muevas-
Por un momento lo sentí alejarse, acelerando mi ritmo cardiaco pero tomo mis manos antes que le suplicara que no me dejara sola.

-¿estás lista?- dio un paso hacia a mí y jalo por encima de mi cabeza el pañuelo.
Mi vista era algo borrosa al principio por lo que no pude apreciar la verdadera belleza del resplandor que brillaba a las espaldas de Satoshi. Por primera vez pude observar lo bien que se veía con sus jeans y su camiseta negra. Dio un paso a un lado para que pudiera contemplar mi sorpresa.

Era Magnifico. Nunca vi algo que se acercara a la hermosura de esa escena. Pequeñas lenguas de fuego flotando sobre el apacible lago, iluminando las aguas cristalinas en miles de destellos. Cientos de velas navegando como luciérnagas atreves de las ondas que se formaban en el centro del estanque. Estaban bailando. Las luces bailaban la melodía del viento y del bosque. Los haces de luz subían iluminando las flores que flotaban siguiendo las embarcaciones, inundando el ambiente a esencia, madera y humedad. No parecía terminar, el agua parecía perderse antes de llegar a la orilla y surgir desde el centro. No existía manera de describir el sentimiento que flotaba en el aire.

-Y ¿bien?-

-Es… -

-¿Si?-

-Mágico-

Paseo por alto su risita burlona por lo que acaba de decir.

-Casi, pero no. Solo yo, un poco de madera y una idea-

-¿hiciste esto solo?- aparte la vista del lago lo suficiente para verlo asentir- Es increíble-

-Lo más difícil fue encontrar el lugar ¿Sabes dónde estamos verdad?-
Me tomo por sorpresa. Estaba demasiado oscuro para ver mas allá de lo que las velas podían alumbrar, ni siquiera el débil destello de la luna lograba disipar las tinieblas a nuestro alrededor. Aun así trate de reconocer algo que me diera una idea de donde estábamos.

-Oh- dije cuando mi cabeza me dio una respuesta. Me esperaba con La espalda recargada en un árbol cercano Cuando me volví completamente hacia él. - No lo puedo creer ¡¡LO RECORDASTE!!-

-Como lo iba a olvidar, fue el momento mas vergonzoso de mi vida- dijo sobreactuando- Te lo imaginas, que una niña de 7 años te salve de ahogarte. –

-Oye, solo eres 2 años mayor que yo. Recuerdo el sermón de tu madre cuando llegaste todo empapado y de la mano de una niña extraña-

-pensó que te había secuestrado de algún parque. Tuve que llamar a tus padres para decirles dónde estabas y pedirles que fueran a recogerte. Fue tan humillante-

-Creí que lo más humillante fue que tu madre te obligara a llevarme flores al día siguiente-

-Claro que no-

-Por supuesto que sí, estabas tan molesto que creí que me odiabas-

-No estaba molesto contigo- su tono fue seco y serio. Se apoyo sobre sus dos pies y camino
pausadamente así donde yo estaba- estaba molesto conmigo, use todos mis ahorros para llevarte
ese patético ramo de lilas cuando lo que quería era regalarte rosas-

-Me gustan las lilas-

-fue lo que me dijiste ese día pero tus favoritas son las rosas blancas-

-no lo sabías-

-Pero ahora lo sé-

Camino hasta estar a un paso de mí, lo suficientemente cerca para tomar mi rostro con sus manos. Sus palmas eran tibias y ásperas, pero muy agradables. Sostuvo mi mirada hacia el, acariciando delicadamente mis mejillas con sus pulgares. Pude perderme en el chocolate de sus ojos y en lo confortante que era su piel sobre mis rasgos.

-Fue la primera vez que nos vimos, cuando nos… conocimos- asentí con la cabeza dejando que continuara –Nunca había conocido a nadie como tú. Eras tan peculiar, tan única.-

-¿Extraña?-

-Maravillosamente extraña-

-Satoshi yo…-

- Siempre estuviste ahí para mí, aunque yo nunca estuve para ti-

-Claro que no-me destrozo la culpabilidad en su voz- no importaba donde estuvieras, nunca dejaste de venir en mi ayuda cuando te llamaba-

-Debí estar aquí para que no necesitaras ayuda- suspiro- ¿sabes? Siempre… siempre me pregunte cuando seria el día que dejarías de llamarme.-
Mi corazón se desboco a mil pulsaciones por minuto sin creer lo que escuchaba.

-El día – continúo ocultando su mirada de mi vista- en que encontraras a alguien que supiera protegerte como yo no lo supe hacer-

-Satoshi yo…- Negó con la cabeza como si quisiera apartar una idea que le disgustara.

-Yo...No puedo hacerlo. Lo siento Mist-

-¿Qué no puedes hacer?

-Olvídalo.-trato de sonreír- Es tu cumpleaños y yo diciendo una sarta de idioteces ¿no es tonto? Mejor ¿por qué no te doy tu regalo de cumpleaños?-

-¿El lago no es mi regalo?-

-Por supuesto que no, esto es solo una sorpresa. Tu verdadero regalo esta justo aquí…-

Busco algo en su bolsillo por unos instantes que me parecieron eternos. Era demasiado. Demasiada información en tan poco tiempo. Todo daba vueltas en mi cabeza tratando de ordenar lo que acababa de suceder y todo lo que tenía en mi interior. Quise saber si era verdad, si no se trataba de algún engaño de mi mente, pero no me importaba. Eso me ayudaba con lo que me proponía a hacer, no me dio coraje pero si la falsa ilusión de que todo saldría bien.

-Satoshi… yo… yo… ¡yo te quiero!- grite lo más fuerte que mis pulmones me permitieron, provocando que me mirara, tal vez, como si estuviera loca.

Decirle que lo quería era poco, una minúscula fracción de lo que sentía. La verdad era que lo adoraba, estaba perdidamente enamorada de él. Desde el día que mis nervios me obligaron a saltar al lago cuando no salía del agua. Y lo supe el día que llego ese niño enfadado a entregarme el fragante ramo de lilas. Memorice cada gesto, cada mirada, cada sonrisa y palabra que me dedicaba. Incluso cuando discutíamos y no nos hablábamos en días, lo amaba cada vez más. Recordé el dolor que sentía cada vez que se marchaba de viaje y los patéticos problemas inventados que utilizaba para que regresara cuando no soportaba mas estar lejos de él. Mis inútiles intentos de llamar su atención y sus burlas cuanto intentaba verme “como una dama”.

Ser más que su amiga. Deseaba ser más que eso para él. Es que lo amaba tanto, tanto que ya no lo soportaba más. Debía decírselo, me prometí hacerlo ese día. El día de mi cumple año numero 15.Era ahora o nunca. Necesitaba saberlo para arrancar de mi corazón las inútiles ilusiones que invadían mi mente cada vez que lo veía. Debía escucharlo de su voz, escucharle decirlo.

“Yo no te quiero Misty.” “Al menos no así” “Quiero a otra persona” “Podemos seguir siendo amigos”

Seria doloroso, me prepare para eso. Prepare mi corazón para ser destrozado y recoger los estragos que el rechazo podría causar.

No se movió ni dijo nada. Parecía aturdido por mi sonora confesión. Su boca temblaba sin que pudiera decir nada que pudiera oír, probablemente a propósito y su sus ojos estaban tan abiertos como se lo permitían sus parpados. Fuera lo que fuese que hubiera sacado de su bolsillo, lo había dejado caer de su mano perdiéndose en las penumbras.

Los segundos pasaron lentamente. Deseaba que me dijera algo, lo que fuera. ¿Aborrecía tanto mis sentimientos por el que no tenía nada que decirme? Habla de una buena vez.

-Satoshi… Di algo por favor-

No dijo nada pero algo si sucedió. Avanzo el paso que nos separaba uno del otro tan precipitadamente que estuve a punto de gritar. Sus brazos rodearon mi cintura y sus labios descendieron hasta encontrarse con los míos en un beso sutil e inseguro. Sus labios eran suaves y tibios, casi como los había imaginado en mis fantasías, solo por un sorprendente detalle: estaban temblando. Su boca tanteaba como si la mía fuera a quemarlo. Sabía lo que hacía, la presión justa para sentarme sin aplastarme y el toque justo de las caricias invitándome a responder sin obligarme a nada. No dejaba nada al azar pero era cuidadoso, se mantenía en el frágil límite en donde me permitía terminar con nuestro encuentro en caso de que así yo lo quisiera. Estaba nervioso o ¿temblaba de emoción? Fuera lo que fuera se relajo en cuanto sintió mis abrazos alrededor de su cuello y la forma en que respondía a sus invitaciones dándole luz verde para aumentar el nivel de los besos. Era fantástico sentir como respondía a cada uno de mis movimientos y se imponía a mi ritmo. Me estrecho mas a él, extinguiendo las burbujas de aire que nos separaban. Pude sentir su corazón latiendo sobre mi pecho y el embriagador olor a canela que se desprendía de él.

Después de un rato ambos sentimos la necesidad de nuestros cuerpos por aire y nos separamos solo lo necesario para respirar. Me tomo por la nuca e impidió que alejara mi frente de la suya.

-Dilo otra vez-

-Te quiero-

-júramelo-

-Te lo juro-

Nos perdimos en los ojos del otro por un rato más. Mire su rostro iluminados por las velas que estaban a punto de consumirse. No había nada que no amara en él, su perfecta nariz, su barbilla firme y sus labios que me moría por volver a besar. Fue cuando note lo bajo que se veía la luna detrás a él, no tardaría más que unas pocas horas en ocultarse

-Madre de Dios, ¿Cuántas horas hemos estado aquí?-

-Un par de horas, creo-

-Mama debe estar furiosa, debimos volver para cortar el pastel-

-No te preocupes, Petite- trato de tranquilizando acariciando mi mejilla con el dorso de su mano- no es tan tarde y estamos cerca de tu casa, llegaremos en pocos minutos-

Suspire aliviada. Lo menos que quería era tener que explicarles a mis invitados lo que hacía en medio del bosque con el chico al que le acababa de confesar que amaba. Relajo la presión sobre mi, dándome espacio para alejarme un poco pero no soltó mi cintura. Beso mi frente y respiro sobre mi cabello.

Apretó un poco mi cintura señalándome el camino que deberíamos seguir para volver a la fiesta, pero antes de alejarnos mucho nos hizo volver.

-tu regalo, debo buscarlo-

Se arrodillo sobre el follaje del suelo y tanteo en la oscuridad. Pasaron varios minutos y no encontró nada, como si el obsequio hubiera desaparecido. No me agrado la espera, se hacía cada vez mas tarde y el inusual silbido del viento se había intensificado a nuestro alrededor. Escuchaba el crujir de los árboles y como empezaba a descender la temperatura. No había notado lo oscuro y tenebroso que se veía el bosque lejos del lago. Empecé a ponerme nerviosa de nuevo, quería salir de allí.

-Satoshi-

-Solo un momento-

Repentinamente una fuerte ráfaga de aire helado surco el claro del lago, apagando todas las velas que navegaban por el agua y cortando la poca claridad que quedaba en la noche.
Todo a nuestro alrededor fue invadido por las tinieblas impidiéndonos ver mas allá de tres pasos frente a nosotros.

-Satoshi-

-Lo buscaremos mañana. Vámonos de aquí- Debió entender el miedo en mi vos, pues se acerco lo mas que pudo a mí y rodeo mi cintura con los dos brazos.

EN LAS TINEBLAS

El ataque.

Caminamos de vuelta por el sendero un poco más lento por la inseguridad de nuestros pasos, nos movimos en la oscuridad entre los árboles y las rocas por varios minutos. Volví a escuchar el silbido, que ahora dudaba fuera del viento y sentí la extraña sensación de que alguien nos venía siguiendo.

-Misty no veas atrás, necesito que veas por dónde vas- reflexione un segundo su reproche y entendí en seguida. Sabía que satoshi también lo había sentido y no quería asustarme. Se mantuvo atrás de mí todo el tiempo y no me soltó en ningún momento, ni siquiera cuando teníamos que pasar sobre terreno escabroso.

Los minutos siguieron pasando pero no parecía que avanzáramos, por más que camináramos hacia el este, donde se suponía que estaba la orilla de la arboleda, tenía la noción que nos introducíamos mas y mas en el bosque. Y la sensación de persecución se intensifico.

-Satoshi ya pasaron 15 minutos, deberíamos estar cerca pero ni siquiera logro escuchar la música de la fiesta-

-Lo se, esto es muy raro-

-¿Crees que estemos perdidos?- Pregunte para evitar pensar en lo que nos podría estar siguiendo.

-No creo. Seguimos sobre la vereda, es mejor apresurar el paso- miro disimuladamente hacia la infinita oscuridad detrás de nosotros antes de mirarme a mí. Soltó mi cintura y entrelazo sus dedos con los míos. Saco el pañuelo de su pantalón, introdujo nuestras manos jutas dentro del lazo y lo cerró uniendo nuestras muñecas.

-No te alejes de mi y trata de mantener el paso-
Asentí con la cabeza y nos pusimos en marcha. Primero cuidadosamente, acelerando cada vez mas. Le sensación de persecución se convirtió en hostigamiento y luego en asecho. Algo estaba tras nuestro rastro siguiéndonos como la oscuridad misma mientras nosotros tratábamos de encontrar una salida del bosque. Pensé en la cantidad de animales que podrían haber sueltos en el bosque: gatos silvestres, osos... pero no me pareció factible, tal vez un perro salvaje tan perdido como nosotros. Eso me hizo sentir peor, entendí lo vulnerables que éramos al ataque de un perro, ya no hablemos de algo más grande.

Nuestro paso se volvió tan veloz que casi corríamos entre los arboles esquivando las ramas bajas que entorpecían nuestra huida. Satoshi apretó mis dedos severamente asiéndome entender que debíamos escapar. Sea lo que fuera que viniera tras nosotros se abría dado cuento que lo habíamos descubierto. No tendría que ocultarse más, la única manera de que su casería tuviera éxito era si nos daba un alcance rápido.

Eso era lo que sucedía. Nos estaban cazando.

Corrí lo más rápido que pude sin tropezarme, manteniéndome cerca de satoshi. El miraba frenéticamente a nuestro alrededor buscando un lugar donde pudiéramos escondernos o algo que nos funcionara como arma. ¿Pero que podríamos hacer contra un puma o un oso? Rompería tan fácilmente cualquier tronco como nuestros propios huesos.
No podía mantener mucho tiempo el paso, estaba perdiendo el aliento pero no podía detenerme. Satoshi no me abandonaría a mecer de un animal salvaje. El detenerme lo obligaría a enfrentarse a esa cosa y a salir gravemente herido. Tenía que seguir corriendo.

Finalmente el bosque se puso del lado del curso natural de la cadena alimenticia. Tropecé con una raíz levantada que no pude esquivar, atrapando mi pie. Huíamos tan rápido que mi muñeca resbalo del amarre que me unía a Satoshi debido a la velocidad y obligo a nuestros dedos a separarse. Caí de bruces sobre la húmeda vegetación a los pies del árbol que me hizo caer.

Escuche claramente el barrido de Satoshi por frenar su carrera y volver por mí, pero no paso nada más en los segundos siguientes. Me levante lo antes que pude y jale mi pie fuera de la raíz abandonado mi zapato atascado entre la madera y el lodo. La mayor parte de mi cabello colgaba suelto sobre mis hombros y mi espalda. Y mi tobillo me dolía por la torcedura.

Dolería si corría pero aun así podía hacerlo, el problema era que no sabía hacia qué dirección. Encogí mis brazos hasta presionar las manos en mi pecho y mire a mi alrededor. No había más que brumas y arboles por donde viera, nada que me indicara la dirección correcta.

-¡¡Satoshi!!- no podía estar muy lejos y podría escucharme.

Lo que escuche me hizo entrar en pánico. Me grito de vuelta. Grito mi nombre tan fuerte y claro que juraría que estaba a mi lado, pero el grito me legaba de todas direcciones, como si un coro me estuviera llamando. No había eco, ni el sonido del viento. Solo la conjunción de voces que gritaba mi nombre.

Me mantuve quieta sin saber qué hacer. Poco a poco las voces fueron tornándose incomprensibles hasta descomponerse en gruñidos que se acercaban rápidamente a mi posición. Volví a sentir el acecho más intensamente que nunca pero cuando me di la vuelta para enfrentarlo ya era tarde.

El cazador había saltado sobre mí.

Se abalanzo sobre mi como un zorro contra un conejo. Fue rápido, fuerte y brutal. Toco mis hombros y me empujo hacia el suelo. No creo haber ejercido mucha resistencia pues caí con todo mi peso sobre mi espalda. Mi cabeza reboto contra la tierra violentamente y una punzada de dolor se disperso por toda mi espina dorsal. Creí que había perdido la conciencia pero el dolor era tan palpable que supe que no tendría tanta suerte. Mi cabello empezó a humedecerse por la nuca y una gota de líquido frio recorrió mi cuello hasta mi espalda causándome escalofríos y más dolor.

Eso fue todo. Iría directo al cuello hasta asfixiarme y después arrastraría mi cuerpo sin vida a una madriguera o me subiría a un árbol. ¿Qué pensarían mis padres cuando me encontraran?
Los segundos se dilataron sin que sintiera algún indicio del golpe de gracia. El cazador no se había marchado, su peso aun me presionaba contra el suelo. Tal vez decidía otro lugar más vulnerable que acortara mis pocos instantes de vida. Mi cuerpo temblaba de frio arrojado sobre la húmeda tierra del bosque y no pasaba nada.

Fue cuando un peculiar olor llego hasta mi nariz arrastrado por las ráfagas de frio que congelaban mi piel. El olor de oxido y sal de la sangre. Yo estaba sangrando pero no había captado el olor pese a lo empapado de mi cabello. El olor no provenía de mi sangre.

Note un opaco golpeteo en mi pecho, oculto por el tamborileo de mi corazón. Era delicado y disperso, ni siquiera era incomodo. El golpeteo apresuro el ritmo cuando entendí que eran gotas y que se impregnaban en mi blusa de seda.

Mis sentidos estaban tan alertas que captaban todo y a la vez nada así que tuve que abrir los ojos para saber lo que pasaba. Fue cuando sentí que mi alma abandonaba mi cuerpo.
Satoshi estaba sobre mí, con sus brazos sosteniéndolo a cada lado de mi rostro para evitar aplazarme. Sus brazos temblaban a causa del esfuerzo y mantenía sus ojos fuertemente cerrados.

-No… voy a dejar… que te pase… nada- jadeo.

El liquido rojo decendia desde la mordida donde estaba prendido el animal salvaje. Esa cosa lo tenía atrapado por la línea que unia el cuello y el hombro. Y no tenía intenciones de soltarlo.

Mantenía sus ojos sobre los míos, observando a su “presa original”. Pese a lo cerca que estaba, la oscuridad lo ocultaba dejando al descubierto únicamente su ojos. Era algo grande, del tamaño de un gato silvestre o un oso pequeño y tenia colmillos enormes. Satoshi siguió peleando contra su peso sin la posibilidad de defenderse mientras esa cosa seguía observándome, como si tratara de ver algo que no entendía.

Su mirada se volvió fría y frustrada, llena de ira. Apretó más la mandíbula destrozando la clavícula de satoshi y arrancándole un grito de dolor.

-Déjalo en paz-grite dirigiéndome al animal.

Me gruño tan fuerte que creí que me reventaría los tímpanos y después se alejo dejando la herida de satochi abierta. Escuche sus pisada alejarse y perderse entre la arboleda. Satohi se desplomo a mi lado evitando caer sobre mi. De su herida seguía brotando sangre y podía ver pedazos de hueso debajo de la carne desgarrada.

-Satoshi , resiste por favor- No supe si podía oírme, estaba inconsciente y temblaba sin control.

La penumbra comenzó a dispersarse por la luz de la luna y leves murmullos llegaron hasta nosotros. Acorde de guitarras y chillidos de violines. Música. La música de la fiesta.
Grite pidiendo ayuda entre el llanto y el miedo de perder a Satoshi en ese lugar tan horrible. Rogué por que sobreviviera lo suficiente para llevarlo al hospital e intentar salvarlo. No podía perderlo. Me negué a seguir viviendo si el moría.

La ayuda no tardo en llegar, mi padre nos encontró rápidamente y controlo la situación en un segundo. Nos subieron a dos automóviles distintos y nos llevaron de emergencia al hospital. Yo no tenía ninguna herida grave, solo necesite algunos puntos para el golpe en la cabeza. Pero satoshi era otra cosa, su estado era más que grave, uno de los médicos uso la palabra “Agonizante” causándole un ataque nervioso a Delia, la madre de Satoshi.

No me permitieron verlo después que salió de cirugía, lo mantuvieron en cuidados intensivos. La policía fue a interrogarme y no quedaron muy satisfechos con la información que les di, solo recordaba sangre, colmillos y los ojos que me observaban fijamente. Me dieron de alta pero no hubo poder humano que me alejara del hospital hasta poder verlo.

Tal vez ese fue mi primer error.

Lo mantuvieron por una semana en cuidados intensivos antes de pasarlo a una habitación privada, pero los doctores nos prohibieron las visitas por su estado delicado. Fue una enfermera quien me confesó que fue satoshi quien pidió que no dejaran pasar a las visitas. Imagine lo traumatizado que debía sentirse y acepte su veto por unos días más.

-Tienes que ver a alguien-logre colarme a su habitación en el cambio de guardia de las enfermeras.

-No quiero ver a nadie-

-Tu madre está destrozada, tienes que decirle que estas bien-

-No estoy bien Misty ¿o te pareces que estoy bien?- me señalo el yeso que cubría casi toda su
espalda y su brazo izquierdo haciéndome sentir fatal.

-Lamento que te hirieran por mi culpa-

-No fue tu culpa- suspiro- todo esto fue culpa mía, fui yo quien te puso en peligro-

-No es verdad-

-No debí llevarte al bosque en primer lugar- me dijo mientras cerraba los ojos y se pellizcaba el
puente de la nariz con los dedos pulgar e índice- todo lo que paso esa noche no debió haber pasado, fue un error.

-No todo-

-Todo- dijo en el tono más insensible que jamás escuche. Se arrepentía de todo.

-¿Entonces te arrepientes de todo?-

-si-

-¿del lago?-

-si-

-¿del beso?-

-si-

-¿Y de mí?-

-no me arrepiento de haberte salvado.-

-¿pero si de haber ido ahí conmigo?-

-si-

Lo dijo sin titubear. Se arrepentía de lo que había pasado entre nosotros y nada tenía que ver con el ataque. El no me quería. Así de simple yo no le importaba. No teníamos nada más que decirnos.

-Espero que te mejores-

-Misty- me llamo cuando sostenía el picaporte en a puerta. No lo mire- No quiero que vuelvas a visitarme- Suspire y salí de allí cerrando la puerta tras de mí.

Lo dieron de alta unas semanas después. Fue un milagro medico Una recuperación que tardaría meses de hospitalización y dejarían secuelas permanentes, fue reducida a 5 semanas sin un indicio de daño muscular. Una recuperación completa.

Cumplí con lo que me pidió. No volví a visitarlo ni cuando regreso a casa, tampoco recibi sus llamadas ni conteste sus mensajes ni siquiera lo vi cuando fue a despedirse antes de irse de viaje. Llore toda la noche y me prometí que no volvería a llorar por él. Por más que me doliera su ausencia no me permitiría pensar en el. El ya no existía para mí.

Ese fue mi segundo error.

No volvió a casa. No supimos que fue lo que paso. Simplemente desapareció. Ni una llamada ni un reporte policiaco. Nada.
Se fue y no volvió. Me recrimine no haberlo visto por última vez, haberle dicho cuanto lo amaba aunque él no sintiera lo mismo. Que siempre habría alguien amándolo. Pero el “hubiera” no existe, no hay segundas oportunidades. Eso fue lo que Satoshi me enseño, hay heridas que nunca cierran y con las que debemos cargar el resto de nuestra vida.