sábado, 20 de septiembre de 2008

Entrelazados

Capitulo II

Mantuvo la mirada fija en el techo buscando entre las tinieblas un punto incierto. Volvió la cabeza levemente a los números rojos del reloj digital sobre la mesa de noche a un lado de la espaciosa cama de la elegante suite del su hotel de 5 estrellas. Dejo caer la cabeza sobre la almohada y volvió a buscar el punto en el techo sintiendo las plumas dentro de la funda y lo incómodamente cómodo que era el colchón debajo de su cuerpo, la suavidad de las sabanas frías y el dulce aroma húmedo de la noche que se colaba por la ventana. Tranquilidad y paz pura, demasiado inquieto para poder disfrutarlo. Miro por el rabillo del ojo la luz roja que formaban los números 4:38 am ¿Qué acaso el tiempo pasaba más lento en ese lugar?

Suspiro rendido de cansancio y de sueño que nunca logro vencerlo y trato de relajarse pensando en la razón por la cual había hecho ese inesperado viaje…

Misty…

- ¡¡NO!!- Le grito su sentido común cuando la pelirroja entro a su mente. -No es por ella que estamos aquí, es por ella que nos fuimos en primer lugar ¡¡¡Enfócate por favor!!!-

Respiro profundamente e intento de nuevo -vengo a relajarme, poner las cosas en perspectiva, poner mi vida en orden, ver a mama… ¡¡¡Misty, Misty, MISTY!!!-

Era imposible hacerla a un lado, era por eso que no podía dormir, ella era en lo único en que podía –y quería- pensar. Ella, ella y solamente ella. Se previno que ese encuentro era muy posible cuando volviera a kantho y se propuso estar preparado, pero no había manera de ceder a sus encantos. La mágica forma en que su figura había hipnotizado sus sentidos años atrás y esa misma noche, era tan…natural, tan simple y correcta. Y la forma tan inocente en que le entrego su confianza inmediatamente, como si aun estuvieran juntos, como si nunca se hubiera marchado, como si no la hubiera abandonado.

Y ella no estaba enfada. Parecía tan feliz de verlo. Era simplemente inaudito.

4:49 am

Se giro indignado dándole la espalda al reloj que seguramente estaría descompuesto. Sentía que habían pasado horas, días desde que la dejo en su casa, tan pequeña y probablemente acogedora. Muy a su estilo. Sin duda ella misma la había elegido y decorado. Pudo imaginarla trabajando en el pequeño jardín, arrodillada plantando las flores con sus manos desnudas. -Ella no usaría guantes. Es demasiado practica- pensó para sí como si aun pudiera afirmarlo. Siempre fue muy práctica, pero no le asustaba el trabajo duro. Era dulce y gentil, entusiasta y torpe, pero siempre dispuesta a dar algo a los demás. Así era su Misty.

Se dejo llevar por el nuevo rumbo que habían tomado sus pensamientos, imaginándola dormida a su lado, tan cerca que podría estirar la mano para tocar su rostro. Dibujar con sus dedos sus parpados cerrados, la curva de sus mejillas, la silueta de su nariz y sus labios. Suspiro en silencio por si pudiera sacarla del dulce letargo que la envolvía, haciéndola lucir tan dócil y frágil. Era capaz de sentir la textura de su cabello deslizándose por sus dedos cayendo desparramado por la almohada de plumas y per servir el tenue olor a lilas que se desprendía de él. Contemplo las curvas insinuantes debajo de las sabanas y el suave movimiento de su respiración. Era tan pequeña como la recordaba pero había algo tan distinto en ella, algo que no lograba identificar, algo que se desarrollaba frente a él y no podía ver, pero estaba dispuesto a averiguar.

Levanto en alto el brazo y miro la palma de su mano. Sutiles destellos formaban signos indescifrables, tan fresco en su mente como si estuviera grabado en piedra. Ella quería que la llamara ¿cierto? , Si no ¿Por qué le dio su número? Una sencilla negativa hubiera sido suficiente para cortar cualquier clase de reencuentro entre ellos, pero es no paso… entonces él debía llamarla ¿verdad? No escucharía un mensaje desagradable en la contestadora dedicado a él o le colgaría en cuanto reconociera su voz ¿correcto? Bueno tendría que averiguarlo en un par de horas, cuando saliera el sol… Mientras tanto disfrutaría de la fantasía que, esa noche, compartía su cama.

Los haces de luz iluminaban la desordenada habitación, dejando al descubierto el descuidado abandono de la ropa en el piso, el abrigo arrojado sobre el respaldo de la silla y las sandalias debajo de la cama. Su nariz apenas se asomaba fuera de las sabanas, palpando el aire calentado por el sol. Estiro sus brazos por encima de su cabeza descubriéndolos por un lado de la tela mientras sus pies salían por el otro. Curvo su espalda y extendió su cuello hasta que sintió que el entumecimiento de su cuerpo hubiera desaparecido lo suficiente para poder sentarse a la orilla de la cama.

Tanteo por el suelo buscando algo que pudiera cubrir sus pies desnudos hasta encontrar las pantuflas y metió sus pies en ellas. Pensó en volver a la cama, no le agradaba despertar tan temprano en su día libre, pero le dolía tanto el cuerpo que la cama le lastimaba y la única manera de sentirse mejor era una agradable ducha de agua caliente. Ahogo un bostezo con su mano sobre la boca y acomodo su cabello hacia atrás. Uso la poca fuerza de voluntad con la que contaba a tan temprana hora y se despego de su acogedora cama.

Intento llegar hasta el baño cruzando el pasillo, pero antes de que pudiera darse cuenta de lo que hacía estaba de camino a la cocina a contestar el teléfono.

-¿Bueno?-

-Hey Mist-

-¿Quién habla?-

-Oh, es muy temprano ¿verdad? te desperté, lo siento vuelve a la cama-

-¿Quién rayos…-el escalofrió la recorrió de pies a cabeza sacudiendo el aturdimiento que la
mantenía ensimismada- Ash , lo siento. Eres tu, perdona…-

-¿Por qué te disculpas?-

-yo… -estaba segura que su cara ardía- es que aun estoy algo dormida y no te reconocí.-

-Debería ser yo quien se disculpara, te saque de la cama-

-No, no lo hiciste. Ya estaba despierta pero bueno… ya sabes es difícil despertarse por la mañana.-

-Si lo se.- despejo su garganta con un inusual gruñido- Misty te llamaba para saber si quisieras… bueno si te gustaría… Si no estas ocupada…

-¿Si?-

No estaba segura si el inesperado entumecimiento de sus piernas fuera porque acaba de abandonar su cama, pero sus rodillas empezaron a ceder a su peso obligándola a apoyarse contra la barra.

-Brock me invito a desayunar y quería saber si te gustaría acompañarme-

-¿Brock te lo pidió?-

-No, ni siquiera sabe que me encontré contigo- volvió aclararse la garganta- en realidad irías
como mi invitada-

-No se, tal vez Brock quiera hablar a solas contigo Ash, no se han visto en mucho tiempo-

-Por favor…-

El susurro sonó suave y afónico, casi imperceptible. No estuvo segura si se lo había dicho a ella o si quiera si realmente lo había escuchado. Suspiro profundamente pensando en el caos que podría desatarse si aceptaba, recordó lo frágil que era su estabilidad ahora y en los años que le había tomado conseguirla.

-Mi conciencia no me va dejar tranquila si me entero que estuviste todo el día dando vueltas perdido por ahí-

-¡¡¡SI!!! …digo… gracias por apiadarse de mi señorita. Te pasare a buscar en una hora-

-¿Una hora? Acabo de levantarme, tengo que ducharme, elegir que ponerme…-

-Usa lo primero que encuentres, no te preocupes, te veras hermosa. Te veo en una hora. Adiós-

Escucho el click del teléfono justo cuando sus rodillas tocaban el suelo. Eso no estaba bien, sencillamente no debía ser. No debía arriesgarse a volver a verlo, no podía hacerse falsas ilusiones, su corazón no lo soportaría y aun así sentía que le iba a explotar si no aceptaba verlo. Miro el reloj en la pared y Corrió a su alcoba. Tenía menos de 50 minutos para tratar de hacer un milagro.

~*~*~*~*~*~*~*~*

-¿Y tu que? ¿Cómo rayos se te ocurrió decir eso?-

Encogió los hombros como repuesta a la pregunta de su anfitrión. Recibió sorprendido y extasiado a sus antiguos compañeros de viajes cuando llegaron a la hora de la merienda con un fraternal abrazo a Misty y unas palmadas a su amigo del alma. Comieron, charlaron y se pusieron al día en la pequeña sala del departamento.

-Lo que hubiera pagado por ver la cara de Gary- meneo la cabeza entre la alegría y la incredulidad- no te pudo haber creído-

-No solo nos creyó, estaba escandalizado-

-Estoy muy decepcionado de usted señorita- bromeo- ¿cómo pudo prestarse a esa clase de juego?-

-Lo tiene merecido, además pudo haber sido peor… pude decirle que salía contigo- le guiño un ojo.

El suave tintineo de risas inundó la habitación, provocando un ambiente agradable y ligero. El sutil movimiento de su cuerpo al reír la fue empujando por el brazo del sofá donde estaba sentada. Resbaló hasta golpear la cadera del joven entrenador que rápidamente se amoldo a ella sin moverse de su lugar. Coloco las manos en su cintura y la acomodo en su regazo suavemente si que encontrara la menor resistencia.

Brock miro la escena en silencio mientras sus amigos aun reían. Era tan natural verlos así. Tan cerca el uno del otro en una armonía total, como si nada se hubiera interpuesto entre ellos. Era como ver a dos pequeños niños llenos de inocencia, incapaces de comprender lo inadecuado de su posición.

Por una fracción de segundo fue como si el tiempo no hubiera pasado, como si los celos, las dudas y las heridas no existieran. Era así como debían ser las cosas, justo como los veía en ese momento. Felices, inocentes y juntos, sobre todo juntos.

-Ash ¿me ayudas con los platos?-

Bufo suavemente, molesto por abandonar su asiento. Miro el perfil de la pelirroja sentada en sus piernas tratando de compararlo con la adolecente que recordaba, intentando en vano encontrar la sutil diferencia entre ambas.

-Ash…-

-Ya voy-

Tomo las tazas de café y siguió a su amigo a la cocina. Las coloco en el fregador y se dio la vuelta decidido a no perder ni un segundo más en esa absurda tarea y sobre todo, de la compañía de Misty. Camino rápidamente pero antes de cruzar el umbral de la salita de estar, Brock cortó su carrera

-¿Quieres explicarme que está pasando aquí?-

-¿Qué pasa donde?-

-Ahí adentro- apunto hacia afuera en dirección a la sala donde Misty los esperaba pero su amigo
meneo la cabeza.

-No sé de que hablas-

-Debes creer que estoy siego para no haberlo notado… siego o estúpido-

-No está pasando nada-

-A ¿qué no?, perfecto. Entonces no te importara que llame a un taxi para que lleve a Misty a
casa mientras tú y yo tenemos una plática larga y tendida.-
Alzo la mano para tomar el teléfono pero los dedos de Ash ya le oprimían la muñeca.

-¡¡¡NO!!!-

-¿Por qué no?-

-Misty se va a molestar-

-No se va molestar conmigo-

-No es de buena educación-

-Al diablo la educación- sacudió su brazo soltándose del agarre del entrenador- ¿Qué es lo que estás haciendo? ¿Qué quieres realmente?-

Titubeo un momento, pensando, buscando las respuestas a ambas preguntas.

-No lo sé-

-Más vale que lo descubras- suspiro y apoyo las manos en su cadera enfrentando al entrenador-
¿Aun sientes algo por ella?-

-Si-

-¿Aun la quieres?-
Titubeo de nuevo

–Si-

-¿Pero tienes una novia?-
Contesto con un “Si” apagado y pastoso.

-¿Se lo has dicho?- meneo la cabeza en repuesta a cualquiera de las tres preguntas anteriores.

-Entonces ¿Qué rayos estás haciendo, Ash? Se suponía que venias aponer las cosas en orden. Cuando me avisaste que venias fue lo que me dijiste, que no eras feliz-

-Ella me hace feliz- susurro avergonzado de confesarlo.

-¡¡¡NO ERES UN CHIQUILLO, ASH.!!! ¡¡¡YA NO!!! –Grito desesperado- No puedes venir a refugiarte en sus brazos solo por que sientes que tu vida no está completa. –Lo apunto con voz furiosa- tu eres el único responsable de eso. ¿Ella te hace feliz? ¿Y tú puedes hacerla feliz a ella? Quedo destrozada cuando te fuiste, no entendía por qué lo hiciste y yo no pude explicárselo…-

-Me prometiste que no le dirías nada-

-Por supuesto, que es fue muy fácil para ti- reprocho en tono burlón- no estabas aquí, no la viste hecha pedazos, no tuviste que consolarla diciéndole que tu tenias tus razones…-

El golpe seco sobre el enyesado de la pared hizo retumbar el departamento entero rompiendo la cálida calma que flotaba y la furia de las acusaciones que caían sobre el.

-¡¡¡TU SABES PERFECTAMENTE POR QUE ME FUI!!!-

-Eso no te escusa, Ash-

-¿Y que se supone que debía hacer? Quedarme sin hacer nada, mirando como amaba a otra persona-

-No, debiste decirle la verdad-

Las palabras salieron frías y cortantes como la primera vez que las hubiera escuchado, hace años en ese mismo cuarto. La repuesta que había ido a buscar, el consejo que pudiera consolarlo, que pudiera curar el infinito dolor que no le permitía vivir.

-No hubiera servido de nada-

-Eso es lo que tú crees-

-Chicos- la dócil voz sonó preocupada desde la sala de estar- ¿Qué fue ese golpe? –

-Nada Mist- contesto Brock sin dejar de vigilar al entrenador- se nos resbalo un plato, en un segundo estamos contigo- Le dio la espalda dispuesto a salir

-No tienes idea de cuánto la amo-

-Amar a alguien es desear que sea feliz este donde este- dijo sin voltear- No tienes la mas mínima idea de quien estaba enamorada ¿verdad?

Negó con la cabeza consiente que no podía verlo pero seguro que sabia la repuesta.

-¿Tu si?-

-Tengo mis sospechas- sentencio finalmente y se perdió por la puerta.