domingo, 7 de septiembre de 2008

EN LAS TINEBLAS

Prologo

Nunca sentí latir mi corazón así antes, intentando escapar de mi cuerpo.

El golpeteo en mi pecho era tan fuerte que casi dolía. Me sorprendí poder sentirlo, estaba tan segura que mi existencia se había acabado que ya no daba señales de vida.

Pero finalmente no había mejor estimulante para el cuerpo que el miedo…

Y yo estaba aterraba.

Lo sentí acercarse a mí, asechando en las sombras. Podía sentirlo aun en la distancia…
Su aliento incitante, sus ojos cautivadores, el toque de su fría piel…

Ash…
Era en lo único que podía pensar.

El colchón cedió ante su liviano peso sobre la cama y antes de que me diera cuenta ya estaba en sus garras.

Ash… Ash…

Me aferre a su recuerdo para no caer antes las insistentes caricias, los besos apasionados y urgentes, la sensual tentación que solo podrían ser adquiridas en siglos de experiencia.

Me acomodo en sus brazos sin que me diera cuenta, siguiendo la línea mi cuello con sus labios, besando cada parte de piel desnuda que estaba a su alcance, quemándome como el hielo.

Sus manos encontraron el camino debajo de mi ropa, incitándome a corresponder la pasión con que me tocaban.

No podía moverme, deje de intentarlo. No tenia caso. Cualquier intento de resistencia aria peor mi agonía. Prefería que fuera rápido y sin el menor dolor posible. Que me matara…que me matara de una vez. Pero yo no tenía derecho una salida tan piadosa. Debía pagar el precio por mi egoísmo, por tomar algo que nunca me correspondió y por ponerlo en peligro, merecía lo peor.

Los besos y las caricias cesaron en seco. Sentí como su cuerpo se ponía duro como piedra sobre mí y como me miraba como aprensión.

-¿Estas pensando en él?-

Su melodiosa voz sonó en la oscuridad, completamente ajena a la ira que se reflejaban en sus pupilas violetas. No tuve que contestar, el lo sabía.

Sentí como se quebraron mis costillas cuando me lanzo contra la pared con un movimiento tan suave que ni siquiera pareció esforzarse.

Un sabor metálico inundo mi boca y el respirar se volvió demasiado doloroso. Me levanto por la garganta indiferente al ardor que corría por mis venas. Deje de tocar el suelo bajo mis pies.

Era un monstro, un demonio mirándome a los ojos. Eso era todo. Esa pequeña habitación seria mi tumba. Justo después de época más feliz de mi vida estaba por morir.

Se enfoco directamente en el pulso de mi cuello.

Una sola mordida sería suficiente….

Suspire dejando salir el aire de mis pulmones, adormeciendo mi cuerpo para el golpe final. Solo un segundo y todo habría acabado.

Y él estaría a salvo…

No sabría que fue de mí, rogué por que nunca lo supiera.

Y por que fuera Feliz.

Ash … Te amo.