martes, 27 de mayo de 2008

Incondicional III

Cicatrises y recuerdos.
(Parte I)

El pequeño vestido subía para bajar lentamente al compas de los suaves saltos que la niña había convertido en juego para pasar el tiempo, usando los azulejos de mármol como un tablero gigante, era ella una pieza de ajedrez que debía llegar hasta el otro lado sin pisar una sola de las líneas que se cruzaban por su camino hasta llegar a su meta: su joven guardián de cabellos castaños.

El la observaba sin perder detalle de cada uno de sus infantiles movimientos listo para actuar en caso de un tropiezo o un desliz. La miraba saltar de un lugar a otro, maravillado por lo encantadora que se veía en ese vestido azul pálido, casi de la tonalidad de sus ojos. Se irguió un poco en el sillón de la sala de espera tomando una posición mucho mas cómoda. Descanso su barbilla en la palma de su mano, recargando su codo en el brasero del mueble y se dispuso a hacer algo que ya era natural en su profesión: Se dedico a observar. La examino de pies a cabeza como lo había echo ya un millón de veces, su pequeño talle y diminuta estatura, su perfil, pese a su corta edad, tan bien definido, la nariz respingada, largas pestañas que enmarcaban su inocente mirada, mejillas que parecían estar sonrojadas constantemente y una boca perfectamente delineada. No le quedaba ninguna duda, con el paso del tiempo se convertiría en una hermosa mujer. Y sin duda sabía que dichos rasgos se los debía expresamente a su madre… a su bella madre.

Como científico la experiencia le decía que las características que definían a un individuo eran reflejados de los propios de sus padres, aunque a veces le gustaba divagar imaginando los suyos mismos en aquella criatura que no compartía ninguna compatibilidad genética con él: Su curiosidad innata por lo desconocido, la seguridad que demostraba en si misma, la madurez temprana que mostraba a veces, su carácter independiente, incluso su terquedad… Aunque aquello podría atribuírselo también a su madre… su madre… -Misty – su nombre salió de sus labios instintivamente en forma de susurro, tenía un efecto refrescante y serenador en el. Decir su nombre ya se había vuelto una necesidad para su cuerpo tanto como respirar y su imagen permanecía grabada, imperturbable en su mente: su silueta emergiendo del agua, tan pura como las pequeñas perlas traslucidas descendiendo por su cabello húmedo perdiéndose en las olas que aun cubrían parte de su cuerpo, insinuando bajo ellas las curvas que se perdían en la profundidad de la piscina… y su pálida piel resplandeciente del que emanaba un perfume divino… sutil… dulce… embriagante…. Le era imposible pensar en ella con la mente de un científico, que fuera simplemente un objeto de investigación, incluso pensar como su amigo ya le era casi imposible… después de todo había sido eso en parte lo que desato el gran problema que ahora separaba a la familia de la pequeña niña que saltaba entre los azulejos de mármol.

-Tio Gary ¡¡mirame!! Estoy a punto de llegar-

-Es un gran salto, no se si sea buena idea…-

-Yo se que puedo-
dio un paso atrás para tomar impulso y con toda las fuerza que le dieron sus piernitas se lanzo directo a los brazos del chico que la esperaba sentado en el sofá.

-Me sorprendes cada día mas Sami-

-Te dije que podría hacerlo- dijo tratando de recobrar el aliento, soltó sus brazos para aferrarse a su cuello esperando recibir el reconocimiento que sus gran Azaña merecía.

-Ya eres una niña muy grande y cada día creses más- dijo devolviendo el abrazo de la niña que a esas alturas ya era su completa adoración. La miro directo a los ojos esperando ver los bellísimos ojos azules que parecían brillar al verse reflejados en ellos. Unió su frente a la de ella causándole cosquillas a la chiquilla.

-Me haces cosquillas Tio Gary- dijo entre risas incontrolables, tratando de apartar el cabello que le causaban la eufórica sensación, una de sus manos se deslizo por debajo del fleco descubriendo una zona abultada que parecía seguir una línea recta. -¿Qué es esto?- pregunto con curiosidad, bajo sus pies para colocarlos firmemente en el suelo entre las piernas del joven investigador y levanto el cabello que cubría su reciente hallazgo para mirarlo más de cerca.

-Eso…- Dijo mirando en dirección a su frente lo que la pequeña señalaba –es una cicatriz-

-¿Y para que sirve?-

-¿Servir?-Sonrió ante la ingenua pregunta- No sirve para nada, es una marca… de una vieja herida-

-Y ¿Te duele?- Dijo apartando la mano que acariciaba la herida con curiosidad, como si esta se hubiera abierto de repente.

-No.. ya no, porque la herida ya sano.-

-Entonces ¿Por qué la tienes?-

-Las cicatrices no desaparecen… Se quedan donde están para recordarnos donde estaba la herida-

-Se quedan como un recuerdo-
Su comparación tomo desprevenido al chico, le sorprendió la manera tan sencilla, franca y práctica con que describió su cicatriz… un recuerdo, las cicatrices casi siempre van acompañadas de recuerdos…no todas de buenos recuerdos y no todas las cicatrices son heridas cerradas ni todas están en la piel.

Las puerta del juzgado se abrieron de par en par, siendo La pelirroja la primera en salir en dirección a su hija. Antes de que esta le contara lo que acababa de aprender, Misty la levanto en sus brazos y la acomodo contra su pecho. Se mantuvo quieta, inerte dando le la espalda al resto de las personas que habían salido ya del estrado. Gary supo por la manera en que Misty sostenía a su hija que las cosas no habían salido bien. Volteo con cuidado para examinar la actitud de Ash, quien era abordado por la coordinadora con un gran beso en su mejilla sin dejar de ver las acciones de la medre de su hija

-Cariño, ¿Adivina que?-Le dijo bajándola al suelo y arrodillándose para poder estar a su altura –Pasaras unas vacaciones donde la abuela-

-¿Con la abuela? ¡¡Qué bien!! ¿Pero porque? Aun no es verano…-

-Lo se pero mama tendrá que salir de viaje unos días me temo que no podrás acompañarme…-

-¿No vendrás conmigo?-
Su madre negó con la cabeza, escondiendo tras su cabello la mirada húmeda que no tardaría pronto en dejar salir el llanto que le causaba el tener que alejarse de ella.

-Pero podrás ver a pikachu y visitaras al abuelo, estoy seguro que te dejara jugar con todos los pokemon que tu quieras- Intervino una voz detrás de su madre, relevándola de su explicación evitando que la niña escuchara su voz quebrándose.

-¿En verdad? Que bien…mami no estés triste porque no puedes venir, tomare muchas fotos para que veas todo lo que la abuela y yo aremos- Dijo abrasándola tratando de aliviar a su apesumbrada madre quien inmediatamente la envolvió en sus brazos.

-Lo siento señorita WaterFlower, soy de Servicios sociales y por orden de la corte me debo llevar a su hija-

-¿Puedo acompañarla? Para que no viaje sola-

La recién llegada negó con la cabeza –Me temo que si las dos partes no están de acuerdo será imposible-

Misty se levanto con su hija en brazos y miro a Ash que aun estaba enredado en los brazos de la castaña buscando alguna clase de apoyo o aprobación. El odiaba esa mirada de desesperación que en los últimos meses se apoderaba de los irises verdes marinos que aun no dejaba de amar, odiaba que lo mirara y aun mas odiaba cuando no lo hacía. No podía sostener aquella mirada tan llena de ternura y de pena, nunca pudo hacerlo pero su orgullo le impedía ceder un solo ápice del terreno ganado a su favor, sentía que si daba un paso hacia atrás no podría volver avanzar. Prefirió evitar cualquier clase de contacto con ella, simplemente decidio desviar la mirada hacia el suelo y aferrarse al cuerpo que lo mantenía atrapado, que en lugar de darle consuelo alguno le pareció más pesado que nunca antes.

-¿Y si su padre la acompaña?- pregunto volteando directamente a la trabajadora social que esperaba para tomar a la peli rosada. La nueva propuesta atrajo la mirada del entrenador de nuevo a Misty quien le daba la espalda, arrancando casi por completo a May que hacia lo imposible por mantenerse unido a el.

-Si a él le parece bien, no veo ningún problema-

-Por favor Ash- Dijo sin voltearse, apretando un poco más a su hija contra su pecho- Para que no vaya sola-

El afirmo con la cabeza, olvidando que ella no podía verlo pero asumiendo que podría interpretar su respuesta. Soltó completamente a la chica de la pañoleta roja y camino hasta colocarse de frente a la pelirroja, estiro los brazos recibiendo a su hija de las manos de su callada madre.
Se dirigió por el pasillo de mármol hasta la puerta principal y de ahí hasta el estacionamiento. Subió a la pequeña en el asiento trasero de su gran vehículo, asegurándose que se encontrara cómoda antes de iniciar el largo viaje hasta Pueblo Paleta “-Usted siga al frente, nosotros lo seguiremos todo el recorrido… no tiene de que preocuparse, la Sra. Delia sebe que vamos en camino y estara esperándonos” Fueron las instrucciones que la trabajadora social le indico y si no quería perder el derecho a las visitas debía seguirlas. El tramo más largo era el que atravesaba el Bosque Verde, aunque siempre era el más tranquilo, siento su única distracción los jóvenes entrenadores que lo cruzaban a pie. Adivino por la edad de los chicos que no sería mayor a la suya en sus inicios que eran apenas unos novatos, su único método de transporte eran sus propios pies impulsados por la emoción de capturar a su primer pokemon, tener su primera batalla y conocer a sus nuevos camaradas, compañeros de viaje que los apoyaran hasta llega a sus metas… Todo aquello le hizo evocar alguno de sus más queridos recuerdos…

“Postrado contra la barandilla que delimitaba el jardín de su madre, se encontraba meditando los logros que había obtenido a sus 17 años, después de varios años viajando y en especial de todos los que había logrado en los últimos meses, llenos de entrenamientos, batallas de gimnasios y sobre todo de soledad…Su último viaje había estado especialmente inundado de soledad, aunque no había estado solo, nunca viajaba solo pero tal vez visitar un lugar tan alejado como Shinnou había logrado poner las cosas en perspectiva.

-¿No deberías estar recibiendo alagaos y firmando autógrafos?-

No necesito voltear para reconocer a la persona que hablo detrás de el, le sería imposible ignorar la voz que en esos momentos le parecía tan deleitosa a sus oídos, incluso entre el barrullo que provenía de la fiesta que se desarrollaba al frente de su casa.

-No veo por qué debería, no gane el campeonato… otra vez-

-Deberías estar feliz, venciste en todas las rondas-

-No pude vencer a Lance al final-

-Pero obtuviste un nada despreciable segundo lugar-

Levanto la copa de plata que sostenía olvidada en su mano izquierda y sonrió, Mirando la
distorsionada silueta femenina que se reflejaba en el metal.

-Si tu lo dices- Dijo volteando para mirar a su interlocutora, dejando caer su espalda contra la barandilla.

-Vamos Ash, anímate, todos vinieron desde tan lejos para festejar contigo-

-¿Y Tú?-

-Creo que algunos vinieron de lugares más lejanos que Celeste…-

-Pero se lo ocupada que estas estos días…-

-¿Qué? ¿no quieres que este aquí? Porque si es así regreso a la fiesta y te dejo solo….-

-Tú no me puedes hacer eso…- Dijo tomándola de la muñeca evitando que volviera sobre sus pasos, finalmente se decidió a mirarla detenidamente, cosa que había evitado desde que regreso a kanto para participar en la liga índigo. Extrañamente no pudo dejar de mirarla, no era lo mismo mirarla atreves de un monitor que verla en carne y hueso. Seguía siendo la misma Misty y a la vez era completamente distinta, su tez era mucho más blanca y cabello más brillante, aun conservaba los rasgos que le permitían reconocerla como a su amiga de toda la vida pero estos se fusionaban con otros que la hacía lucir diferente, una mirada más profunda y un cuello mas alargado, sus labios no eran los mismos…eran más…mas… ¿Deseables? ¿Esa era la palabra que buscaba? Si… toda ella había cambiado demasiado en el tiempo que no estuvo cerca. Siempre sintió una unión muy especial por ella que jamás sintió con otra persona, pero ahora esa sensación se había convertido en algo más, en magnetismo, en atracción, en ¿Deseo? Si la deseaba con todas sus fuerzas y no solo era ahora, lo fue desde antes, desde que inicio su viaje, en kanto, en el archipiélago naranja, en Jotho, incluso en Hoem y en Shinou, siempre la había deseado de todas las maneras posibles, como su mejor amiga, como su mentora, como su conciencia y consoladora, como su apoyo y como su rival, pero era hasta ahora que la tenia frente a frente, que se veía más hermosa que nunca, que había logrado un triunfo significativo en su carrera como entrenador, que había sentido la soledad y había sufrido su verdadera ausencia, era ahora que se sentía lo suficiente hombre para aceptar que era ella lo que más deseaba en todo el mundo.

-Por favor no te vayas- "