viernes, 2 de mayo de 2008

Rose d'ivoire


Prologo

Miro a su alrededor, observando cada detalle del vació salón como si fuera la primera vez que se encontrara allí. Entro lentamente a la elegante habitación pausando cada paso; el sonido de sus pies descalzos sobre el duro suelo de mármol creo un opaco eco que enturbio el silencio reinante, obligándola a parar su andar de inmediato como si este molestara a algún ente invisible que la acompañaba. El sol se filtraba en pequeños ases de luz por los ventanales de la ostentosa casa A medida que la mañana transcurría, los destellos parecían danzar formando figuras en el aire, jugando y matizando cada rincón que rozaban… pero las campanadas provenientes del reloj de pie, anunciando la llegada del medio día acabaron con aquel calidoscopio celestial retornando a la doncella a la desdichada situación que enfrentaba.

Cerro los ojos y ladeo su cabeza haciendo tintinar el olvidado cascabel en su cuello, su murmullo aun le inspiraba esa dulzura inexplicable ¿Por qué aquella nueva sensación se negaba a abandonar su corazón destrozando? Con sus delgados dedos forrados en fina seda acaricio la argolla en su mano desnuda, una alianza de oro blanco que carecía de todo significado de unión, colocada en el lugar erróneo, en la mano incorrecta… en la mujer equivocada.
Siendo deshonrada en 2 ocasiones por su respectivo prometido, enfrentada a su familia política y retada por el hombre que retorció los cimientos en de su vida.

Sin darse cuenta se deslizo por la columna a la que se mantenía aferrada, sintiendo la fría sensación del mármol en sus rodilla a través del raso y el tul de su vestido, su cabello yacía desordenadamente sobre su escote que se extendía por debajo de sus hombros, mientras que en su mejillas se dibujaban veredas guiadas por las lagrimas que rogaban salir desde que llego a esa casa.